martes, 11 de febrero de 2020

¿La muerte de la filosofía?, no, Derrida, su asesinato.



La Filosofía ha sido arrastrada por la calle peatonal del centro de la ciudad donde se encuentran todas las tiendas, donde entre nuestras babas de ansiedad se compra sin sentido, hasta que murió por las heridas  y por tristeza.
¡Loco!, ¡No pienses!, ¡No seas diferente!, ¿quieres vivir solo?, ¿quieres sentirte inútil y despreciado?
Derrida, filosofo francesa del siglo XX y postmoderno lo sentenció como tal, hablando de la desaparición de la intención globalizante explicativa de la totalidad, la muerte y el fin de la filosofía en el fracaso del modernismo en el intento de explicaciones que configurasen una explicación global, nos ha llevado al cansancio en su busqueda. En estos movimientos actuó esta desaparición.
No Derrida, la Filosofía no ha desaparecido ante una imposibilidad intelectual, sino ante el asesinato de las grandes fuerzas de poder que les conviene que la gente no piense. Por dos razones, una es porque el pensar produce la libertad de elección y dos porque el saber vale poco, no es caro, y no es un lujo. La naturaleza del ser humano permanece en el mismo estado evolutivo desde hace 10.000 años, lo que han cambiado son las fuerzas sociales coercitivas que nos dominan y manejan a las cuales no les interesa que pensemos. Solo quieren el dominio. El sistema no quiere gente inteligente, culta, libre, quiere borregos, tontos y manejables. Sacar a flote todos los principios nacidos en las conexiones propias de la sociedad como son la envidia, la comparación o el triunfo sistemático hacen que nos arrastremos en unas corrientes que carecen de sentido, valor y teleología conclusiva.
Y nos creemos libres y ninguno lo somos. Nadie hace lo que quiere, todos hacemos aquello que esta dentro de una supuesta normalidad. ¿Normalidad?, la normalidad en la actualidad no es mas que el reflejo de los intereses del sistema.
Harto y cansado estoy de ver la repetición constante impuesta por las fuerzas represivas y ¡ahy! de aquel que aun utilizando las mejores formas, maneras y no ladre como los demás. Actos treméndamente fuera de toda explicación en sus principios mínimos siempre dados e impuestos, producen desprecio o pena.
La naturaleza humana ha cogido miedo a su propia persona, a su actuación subjetiva. El individuo se esconde en la multitud y la verdad y mentira se encontrara en la supuesta verdad de la normalidad.
Pensar bajo otros axiomas, otros sistemas de clasificación, producen asombro y ojos como platos.
Veo los estereotipos en absolutamente todos los actos, fenómenos, objetos o acciones que se dan en la sociedad que son repetitivos, universales y aceptados en su totalidad. ¡No, no me hagas elegir o protestar que me cuesta y que además es poco friki!
Nos educan desde el comienzo a la ley de la repetición. Es el mercado el que decide lo correcto. Los prejuicios y las tradiciones heredadas nos dominan.
¡Ahy!, ¿que hago?, ¿llorar en la primera esquina?, ¿maldecir mi mala suerte?, ¿odiarme por estos pensamientos?
Y el submarinista pasó los limites de atmosféricos de resistencia en busca de los peces tropicales realmente hermosos, hasta que la presión reventó su equipo y murió después de haber visto, eso sí,lo mas bonito y hermoso de todos los mares.