Allí
estaba, en nuestro sitio en la barra de su café.
Llevaba
unos minutos callado, meditabundo y concentrado. Andrés no iba
regalando sonrisas y alegría, pero sí movimiento y emoción. Pero
hoy no, flotando entre las nubes lisas, extendidas y altas de sus
pensamientos allí permanecía. El tiempo meteorológico, generoso y
benevolente, le regalo un día gris y con viento fresco para
acompañar su estado anímico un tanto huraño y anacoreta.
Su
mente seguía meditando, mientras observaba las zonas brillantes y
las que no, mirando las barritas largas del parquet que hubieran o no
mantenido el poliuretano y laca. Ante este impás de imposible salida
sin Pedro, éste llegó.
-
Andrés – le dijo risueño mientras ocupaba con alegría su
banqueta- ¿que tal?
Sonriendo
también le contestó
-
Pedro, ¿tú seguirías escribiendo sin encontrarle motivos?
-
A ver, a ver, amigo, vamos a empezar y primero deja que me pida un
chocolate bien calentito.
El
barman les estaba mirando pues disfrutaba mucho con la primera toma
de contacto entre los dos y atento no tardó en traerlo
-
Andrés, hay motivos propios, únicos, inviolables, que nadie nunca
jamas podrá anular ni darle valor más que tú mismo, esto sería
escribir en tu orden personal y la plasmación de tus ideas con el
mismo motivo. Un acto personal de formación.
Andrés
se echo hacia atrás mientras reía con franqueza, siendo tanta que
acabaron riéndose los dos, todavía con la sonrisa en la boca
-
Pero, Andrés, amigo ¿qué gracia te hacen mis palabras?
-
Te lo voy a decir rápido, pero no pierdas atención. Pedro, siempre,
siempre se publica para los demás y se escribe, salvo unos pocos,
para que te lean. Como ejercicio mental o espiritual, igual me vale,
pero no como motivo sino como consecuencia. Escribir es muy bueno
para nuestro espíritu y orden mental, pero no por ello lo hacemos.
-
Andrés, no te entiendo esta conversación. ¿A que punto quieres
llegar?
-
A plantearme seriamente el dejar de escribir. Escribir es un arte
comprometido. No es como tomarte el poleo o el chocolate, implica
concentración, esfuerzo, sinceridad, confesiones, compromisos,
trampas y otros elementos constitutivos y formadores del arte de la
escritura, no es irte a pescar y esperar. Y yo, tras preparar el
coche de las teclas de mi ordenador y salir con la máxima velocidad,
me encuentro solo, tomando las curvas de mis dudas. No me miran
siquiera los espectadores por los que enfrente paso, que mantienen su
mirada, sus anhelos, sus sonrisas, su erotismo clavados en los
grandes promotores y protagonistas de la carrera.
-
A mi me da placer leerte.
Se
sonrieron. Llevaban ya muchos años de amistad e infinitas sesiones
de discusiones en la barra del café. Toneladas de conclusiones y
camiones de decisiones se había criado allí, pero el mayor secreto
que Pedro guardaba pues Andrés no se lo había dicho pero lo sabía.
Andrés quería vivir escribiendo.
-
Pero ¿por qué?, es una vida alterada, desordena, aventurera ¿no
prefieras tranquilidad, trabajo tranquilo y una nómina tranquila y
segura también?
-
No, amigo, quiero la libertad de mi tiempo, quiero que mis decisiones
sean solo mía, quiero vivir mis errores diarios y disfrutar mis
escritos, sin que sean los otros los que se beneficien o pierdan
dinero por ello – se acercó a Pedro y le dijo – amigo, en
ocasiones siento, perdón que lo diga así- que la vida me tiene
atado por mis más intimas partes y quiero huir. Pero en demasiadas
ocasiones ya el desespero del camino sin salida se hace demasiado
empinado y yo no llevo un 4x4, sino un pequeño mulito que además le
he enseñado a cantar para que me acompañe y no para nunca jamás.
-
Bueno, no veo el problema.
-
Yo sí. Pedro, si no me pagan, lo dejaré.
-
¿De escribir en tu blog?
-
Sí.
Pedro
no se alteró mucho. Estaba acostumbrado a unos desequilibrios
sentimentales momentáneos y resolubles que sufría en ocasiones su
amigo.
-
No hombre, no, yo lo disfruto, igual que otros mucho, lo disfrutamos
leyendo.
-
Sí, pero yo quiero vivir de la escritura.
Bajo
la cabeza y comenzó a tomarse el poleo casi frío que habíase
pedido hacia ya un tiempo. Pequeños bultos se le marcaban al final
de la mandíbula. Andrés apretaba los dientes mientras pensabas.
Pedro era absolutamente más practico. Tenía una gran capacidad de
abstracción pero y también de dejar las cosas en su sitio y no
tratar de llevar o encontrar soluciones de sentido allá donde no las
hay o no las tienen. El sentido espiritual rara vez lo barajaba.
-
Es decir, que quieres Cash.
-
Sí.
-
¿Cómo?
-
Eso es lo que no sé.
-
Publícalo.
-
¿Donde?
-
¿editorial?
Andrés,
llena de sinceridad y amistad le dijo
-
Pedro, yo espero que sea un oleaje, un golpe de mar que me lleve a
una persona que entienda como bueno el escrito, con posibilidades,
mientras alcanza el placer de su lectura.
-
¿Y los mecanismos propios?
-
Sabes, Pedro, yo cada noche me acuesto y me duermo con un mañana
totalmente imprevisible. La vida, en lo y aquello que, tiene y me dé
sentido y validez a ella, es un momentito azaroso en el cual habrá
que estar atento. De ahí que buscando esa bolita que cae en la
casilla por la que yo aposté, escribo esperando la lectura de los
demás. Pedro, me quiero olvidar de tratar de explicar el mundo con
mis inquietudes o las de los demás. Me canso de compaginar los
sueños de la incontinente realidad con la belleza y verdad de los
razonamientos. Las historias son metáforas explicativas que me
llenan de inquietud.
-
Entonces ¿qué quieres?
-
Que muevas mis escritos y que me los vendas.
Pedro
ya le había propuesto esto a Andrés hacia ya, al menos, un año, a
lo que Andrés se había negado alegando la libertad creativa y la
posibilidad de escribir solo lo que le saliera del alma, del corazón
y su pensamiento propio y personal.
-
Bien, amigo, pásamelos
Levanto
los ojos a media asta y sonriéndole le dijo
-
Pedro, no hay autor que sepa juzgar, en su última verdad, la belleza
o validez de su obra. Elígelas tú.
La
cara de Pedro cambio a una expresión de extrañeza que el tiempo de
pensarlo duró.
-
Claro que sí, amigo, trataré de canalizar, ya que tú no sabes –
nada más que por eso- tu imaginativo y posible arte, el cual sólo
existe, siempre y nunca jamas, en la mirada y aprobación del foro
que escucha tus palabras a través de la lectura. Conozco varios
sitios de publicación por Internet ¿que tú no?
-
Sí, en alguno he publicado, pero el día que nací, la tecnología
tuvo una reunión con el diablo y decidieron que a mi me darían la
capacidad de liberarme de ella, pero pagando el gran, sino demasiado,
precio de la incomprensión.
-
Aconséjame amigo Pedro, aconséjame.
(Y
sigo conversando sólo en cuanto Pedro y Andrés se van a dormir, y
entonces me pregunto y me digo cuanto me gustaría saber la opinión
de los demás de mis escritos y saber que puedo hacer con ellos.)
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