Acelerar y frenar.
Antes iba y ahora vuelvo. Aquí te
quedas, que yo me voy. “ Así va mi
coche y mi vida” pensaba mientras estaba en el camino y volvía hacia mis
pecados. La tormenta asomaba en el horizonte. Los truenos resonaban en mis
oídos. Los rayos dilataban mis pupilas. Emociones, sentimientos, escalofríos y
miradas. ¡Donde está el libro pare leerlas!, ¡para interpretarlas! Aquella
carretera era enorme, larga, cansina. El viaje eran muchos kilómetros. Cada
coche, sus ocupantes, es un mundo inmerso en su particularidad. La vida corre
en uno y en el otro. Observarlos es captar su peculiaridad y diferencia. ¿Es
una metáfora sobre la vida?, no sé, no sé.
Frené en aquel
semáforo. Tras pitarse mutuamente el motorista y el conductor de coche se
dieron y lanzaron miradas desafiantes. Antes de calcular las consecuencias por
mi parte del enfrenamiento, salieron con el verde.. Miré el móvil. El efluvio
somnífero subió hasta mi nariz. Ocurrió, pues había un mensaje de allí ahí.
¡Ah!, ¡El pecado!, Dios ¡cuídame ante ellos! Pero, diablo, no te olvides de mi y ponmelos
delante. Al leer la información sentí las uñas de mis pies y un ligero vaivén
del coche que conducía, no sé si por temblor de mis manos o por movimientos
vacilantes de mi espíritu. ¿Dejar a mi mujer y excusarme para salir? Aún no lo
sabía. Pues en el ligero roció que cubre mis ojos se reflejan y se leen mis
pensamientos
Harto de permanecer
oculto en mi mismo y tras reflexionar durante el fin de semana había decidido
liberar mis pensamientos en cuanto pudiera. ¿a mis amigos en el Gallo? ¿a mi
mujer en el lecho?, ¿ellos me comprenderán?, ¿ella se reirá?. No sé. Algunos no
piensan ni reflexionan nomás que por resolver aquellos problemas inmediatos de
“como”…¡ah!, ¡afortunados!, otros nos sumergimos en la niebla y el frió del
“por qué”. El cambio es de por si y por definición espontáneo y total pues el no-ser y valga, no es.
Descargué el coche,
dejé a mi mujer y mi hijo y me dirigí en solitario a dejarlo en el garaje. Paré
antes de entrar pues mi sangre me hervía a borbotones por las ganas y ansiedad
de leer, otra vez, aquella cárcel que atrapa y atrapaba mi alma. . El hastío
cansado de la incertidumbre te invade e inmoviliza.
Sin duda, y quien
no lo afirme se equivoca, la dudabilidad sobre todas las conclusiones,
decisiones o demás es totalmente constitutiva. La infabilidad es una utopía. Es
un rumor. Es un deseo lejano. Pero, si la evolución propia no es sino la
búsqueda de aquella situación estable y con visos de continuidad, que sentido
tiene introducir las dudas existenciales en nuestra esencia si es sinónimo de
estancamiento. ¿Quizás son buenas?. ¿Y necesarias? ¿por qué nuestra sabia
naturaleza lo ha hecho?
¡Ah!, de nuevo,
cuantos mundos diferentes! a la par que yo leía ese anhelo de libertad en forma
de dígitos eléctricos, el norteafricano se acerco a la vera de mi coche y me
ofreció hachis. Unos van y otros vienen, aquel tiene frió y este calor, mi
vecino no quiere comer más gambas y mi conocido de la calle, vendería a su
perro amado por un puñado de ellas. ¡A buenas horas, mangas verdes!, le dije
sonriendo mientras arrancaba mi vehículo.
Aquella ya noche y
a la vuelta de allí, me costó mas de lo habitual subir las escaleras.
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