miércoles, 26 de marzo de 2014

EL NIÑO INOCENTE



Y me prometí no soñar más en tratar de salvar el mundo, constantemente sufriendo por éste y en todos los lugares y me dije que debía de estar un tanto por encima de los males de campan a sus anchas por la tierra y preocuparme, que ya lo hago, sólo de la gente que me rodea. Me dijeron que así me iba a ir mejor pues si no la carga es máxima.
Bien, vale, de acuerdo. Vivamos por encima de algunos males ajenos pues si no complicado está.
El mundo así se comporta y ese el camino normal de funcionamiento.
Vivamos distantes e insensible respecto a algunas situaciones que nos son lejanas geogradficamente e incrustadas en una situaciones lejanas y diferentes.
Sí, me dije, “Alberto, es la mejor solución pues tu capacidad de solución es básicamente cero”
Así hasta que volví a ver una foto espeluznante.
Viéndola, amplié el pensamiento y me dije que quizás mi apenas sensible reacción multiplicada puede ser efectiva.
La mandó y comento una mujer en alguna página de Internet. En ella se veía a un chiquito, digamos 8 años, de cuclillas, flaco, mísero y comiendo migas de pan, tal paloma, expandidas por el suelo. Su cara de aceptación de su desgracia y pobreza era máxima. Era su vida y la vida para él.
Pienso y creo que ninguno de nosotros debemos de pasar inalterables ante estas circunstancias y participar de diferentes maneras en la solución y la eliminación de situaciones como éstas.
La ropa la tenía a girones, las piernas muy flaquitas, pero su expresión, lo mas impactante, pues no hay ningún símbolo de rabia, sino aceptación.
Jamás es justo que un niño sufra ni viva las acciones de los adultos. Los niños no tienen la culpa de nada.
Cualquier adulto sea donde fuese siempre podíamos haber participado, como culpables o como reparadores, de alguna manera u otra en los asuntos, cambiando algo, aun millonesimamente los resultados, pero un niño de 8 años es absolutamente responsable de nada. Y allí estaba, sufriendo en la incomprensión, pasando hambre en la convicción de su necesaria desgracia. Teatralmente impactante.
Habíame jurado permanecer lejos de esas fuertes impresiones venidas de otro continente.
Pero fuerame imposible hacerlo, no pasará ni un día sin que desde mi pequeñez de acción al menos lo denuncie y participe desde la lejanía en ayuda a estos pobres inocentes.
Y, lo llevo en la sangre, mi visión despectiva a aquellos que juegan con toda normalidad con el dinero o la perspectiva de vida del personal. Grandes empresas, políticos, dentro de la legalidad y todos aquellos fuera de la legalidad que provocan estos momentos y situaciones hay que luchar, sin piedad contra ellos.
La foto, por unos instantes, me devolvió a mi situación melancólica y a tratar de encontrar una explicación racional, comprensible, filosófica, al menos para mi, de como solucionarlo y por el otro lado a escribir exponiendo como sentimientos, mi pena y mi impotencia hacia esas cosas que me hunden y apoltrofan en el sillón impotente ante la normalidad con que la gente pasa al lado de aquel chiquito.
No ha hecho nada malo.
No tiene ninguna culpa.
Nació sólo, para comer migas de pan en el suelo como si no fuese nada mas que una palomita.

Su corazón lo tendrá tan bueno como una de ellas, pero su cuerpo no tiene que comer arrugado en el suelo las migitas que otros tiremos.

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