Y me prometí no soñar más en tratar
de salvar el mundo, constantemente sufriendo por éste y en todos los
lugares y me dije que debía de estar un tanto por encima de los
males de campan a sus anchas por la tierra y preocuparme, que ya lo
hago, sólo de la gente que me rodea. Me dijeron que así me iba a ir
mejor pues si no la carga es máxima.
Bien, vale, de acuerdo. Vivamos por
encima de algunos males ajenos pues si no complicado está.
El mundo así se comporta y ese el
camino normal de funcionamiento.
Vivamos distantes e insensible
respecto a algunas situaciones que nos son lejanas geogradficamente e
incrustadas en una situaciones lejanas y diferentes.
Sí, me dije, “Alberto, es la mejor
solución pues tu capacidad de solución es básicamente cero”
Así hasta que volví a ver una foto
espeluznante.
Viéndola, amplié el pensamiento y me
dije que quizás mi apenas sensible reacción multiplicada puede ser
efectiva.
La mandó y comento una mujer en
alguna página de Internet. En ella se veía a un chiquito, digamos 8
años, de cuclillas, flaco, mísero y comiendo migas de pan, tal
paloma, expandidas por el suelo. Su cara de aceptación de su
desgracia y pobreza era máxima. Era su vida y la vida para él.
Pienso y creo que ninguno de nosotros
debemos de pasar inalterables ante estas circunstancias y participar
de diferentes maneras en la solución y la eliminación de
situaciones como éstas.
La ropa la tenía a girones, las
piernas muy flaquitas, pero su expresión, lo mas impactante, pues no
hay ningún símbolo de rabia, sino aceptación.
Jamás es justo que un niño sufra ni
viva las acciones de los adultos. Los niños no tienen la culpa de
nada.
Cualquier adulto sea donde fuese
siempre podíamos haber participado, como culpables o como
reparadores, de alguna manera u otra en los asuntos, cambiando algo,
aun millonesimamente los resultados, pero un niño de 8 años es
absolutamente responsable de nada. Y allí estaba, sufriendo en la
incomprensión, pasando hambre en la convicción de su necesaria
desgracia. Teatralmente impactante.
Habíame jurado permanecer lejos de
esas fuertes impresiones venidas de otro continente.
Pero fuerame imposible hacerlo, no
pasará ni un día sin que desde mi pequeñez de acción al menos lo
denuncie y participe desde la lejanía en ayuda a estos pobres
inocentes.
Y, lo llevo en la sangre, mi visión
despectiva a aquellos que juegan con toda normalidad con el dinero o
la perspectiva de vida del personal. Grandes empresas, políticos,
dentro de la legalidad y todos aquellos fuera de la legalidad que
provocan estos momentos y situaciones hay que luchar, sin piedad
contra ellos.
La foto, por unos instantes, me
devolvió a mi situación melancólica y a tratar de encontrar una
explicación racional, comprensible, filosófica, al menos para mi,
de como solucionarlo y por el otro lado a escribir exponiendo como
sentimientos, mi pena y mi impotencia hacia esas cosas que me hunden
y apoltrofan en el sillón impotente ante la normalidad con que la
gente pasa al lado de aquel chiquito.
No ha hecho nada malo.
No tiene ninguna culpa.
Nació sólo, para comer migas de pan
en el suelo como si no fuese nada mas que una palomita.
Su corazón lo tendrá tan bueno como
una de ellas, pero su cuerpo no tiene que comer arrugado en el suelo
las migitas que otros tiremos.
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