martes, 25 de octubre de 2016

...del gran, ameno y traicionero espectáculo....



              El circo a tres carpas quedaba pequeño.
              En el teatro Olimpia, no quedaba ni una entrada, siquiera la mas lejana en la cuales sólo se aprecia, y duramente la cara del orador.
              El Mestalla explotaba en sus más de 70.000 personas que habían acudido a ver el gran, único e inevitable, espectáculo de  todos aquellos políticos.
              En el engaño habían sido, por fin, atrapados, el acto como tal, habíase totalmente reconocido, ya todos sabían a lo que iban, pero su espectáculo seguía seduciendo y todavía se hacían mítines recordatorios de aquello que fue y que, afortunadamente, había pasado.
              Y allí estaban, entonces delante del pueblo, inocente que no tonto, discutiendo y dialogando por un camino ya trillado y sin fin alguno más que el puro debate.
              Una vez descobijados unos y liberados otros, la gran actuación se desvelo y surgió en su esencia…¡el arte teatral, literario y ficticio, había comenzado!, ¡la política perdió, por fin, se doble entidad y pudimos disfrutar del espectáculo!
              Daban como correcto, bueno y normal, planteamientos ridículos, reacciones infantiles, conclusiones de adolescentes enamorados o prepotencia de aquella niña que aquella noche comenzó a ser una mujer.
              Y el tono y la emoción, en aquel debate, subía tal que el champagne frío en la larga y alocada noche de verano, a medida que se iban creyendo sus propias, preparadas y sabidos errores. Que utilizados como tales se convertían en grandes mentiras.
              Y las bellas palabras y brillantes razonamientos, perfumaban con colonia barata del chino, toda la podredumbre allí almacenada.
              Y observaba a aquella, en aquel caso, Política, y contemplaba, impresionado con la misma curiosidad del científico, con la frialdad de aquellas palabras. Ella no era tonta y sabia exactamente todo aquellos pequeños errores en su discurso que enmascaraban a todas las mentiras.
              En algunos momentos, tapaba con las manos mi boca y suspiraba, el aire de la resignación, mientras éste pasaba entre mis dedos.
Con frialdad actuaba aquella persona, y ante ésta, llegué a la conclusión.
De tanto navegar en las heces de la vida social moderna, han perdido el olfato, y consecuentemente, las manejan y tratan, la basura, entre los dedos, con facilidad y convicción.
Sólo habían, para mi mal, dos opciones. O bien esta mujer era o padecía algún grado de deficiencia mental u opinaba, murmuraba y se bañaba en el poderío, de sentir que está sirviendo y llevando, allá por donde han querido, a un pueblo, todo en si, ignorante.
Tal cual gran película de misterio, en la que será el último fotograma el que te dé la explicación al  trama, así me encontraba mirando a aquella persona.
¿Cómo podíamos, el resto de los ciudadanos aguantar este espectáculo degradante e insultante hacia nuestra persona?
Con un trapo de lija, debíanse todos lavarse la boca de las falsedades que tan agusto se meriendan con nuestros impuestos a través de siempre justificadas, justas y necesarias, comisiones y dietas, propias de la clase,  ya formada y existente, de los dirigentes políticos.
Lo vi como el teatro, quise pensar que actuaba.
Excelente, magnífico, que control y dominio de los ritmos de discurso!, ¡que organización de ideas!, ¡que expresiones tan estudiadas y minuciosamente colocadas!
¡Oh!, aquel Dios que aquellos adoraban, pero que sí que existe, cose, con hilo de seda de pescar, la boca de aquellos que saben que y hablan sin buscar la verdad.
La falsedad en la sociedad actual occidental, es el pan de cada día.
La obviamos y vivimos absolutamente sumergidos en ella, sin más caso que como a aquellos pequeñas gotas que caen a principios de Octubre.
Detrás de aquella sonrisa pululaban las intenciones interesadas.
La sonrisa era artificial, automatizada y practicada delante del espejo de aquel pequeño, pero caro  ático comprado con el dinero negro del último concurso y concesión en y de , los terrenos municipales.
Oyendo a hablar aquella mujer, repitiendo, con grandeza y méritos, la gran decisión de salvar el país, aceptando unas condiciones en aquellas circunstancias que existían.
El más tonto de  mi clase, y lo era y mucho, hubiera (o hubiese, señora política) deducido hace tiempo la solución, que tras un año, entre los más grandes e inolvidables discusiones, negociaciones, conflictos, enfrentamientos, han tomado ellos, los que no saben que con toda su inocencia y desconocimientos, viven en la falsedad que ellos mismos han construido.


jueves, 20 de octubre de 2016

...y cuando me cuenta cantando....



Y cansado de la normalidad, decidí sumergirme de nuevo en mis dudas, y aunque no hay ninguna otra manera de avanzar  ante lo nuevo, entré directo en el misticismo al arrivar a unas imposibilidades de seguridad, en su existencia y forma, que llevan, también, directamente, al cobijo de cualquier conclusión.
En aquellos momentos, me veo más pronto,  haciendo misticismo en cualquier oráculo, que paseando por el ágora vestido de blanco.
Y ¿Cómo contestar a tales preguntas?, y ¿Cuándo puedo hacérmelas dada sus características?
Es poco oficial y usado referirse a cantoautores en un intento explicativo de unos elementos metafícos.
Pero, esto no es una explicación, si no una imposibilidad de explicación racional definitiva y una huida al alma de la belleza.
Única pregunta fundamental y consecuentemente absoluta sería, dada mi naturaleza humana ¿Dónde está mi felicidad como tal que soy?
Cualquier explicación racional estará siempre sujeta a cualquier puntualización, negación o relativismo.
El coche de la lógica, en el camino por la gnoseología propia de la pregunta, derrapa constantemente en cualquier curva hasta llegar a una bifurcación en la carrera hacia la solución, sin indicaciones que te digan, por donde continuar hacia la meta.
¿Cómo saber qué es lo que proporciona plenitud en la persona?
Y, cuando escucho música, pienso que el arte.
Sé que el plantear estas dudas, tienen el origen en el trato con los autores de filosofía.
Pero entiendo que me proporciona más cercanía a mi persona, el sueño en la canción de aquel poeta entre las guitaras, que la satisfacción que encuentro comprendiendo la naturaleza dinámica de la realidad en la que Aristóteles basó su Física y Metafísica.
¡Claro, claro que tiene unas consecuencias ontológicas este asunto!
Pero el poeta me canta al oído y mis pensamientos cambian.
Freud, ¡Dime!
Seguiré las palabras de aquel y buscaré tranquilidad, entre los juegos de palabras, sentidos y vividos, en las pequeñas vicisitudes en la vida de cualquier personas, que cuenta cantando este literato.




jueves, 6 de octubre de 2016

...de la mentira de la razón...



Y me pregunto si puedo hacer filosofía utilizando las palabras de un literato y trabajando desde el corazón de un poeta.
Nuestra visión explicativa de la realidad conlleva no aceptar como correcta aquella explicación que no tenga una lógica y un desarrollo racional.
Hacer filosofia es imponer tu razonamiento para explicar las supuestas, siempre supuestas, principios y razones de los acontecimiento.
Pienso francamente del error de todo aquel que trate de encontrar una explicación estática, invariable, inmutable, trascendental y sin albergar dudas mediante la razón.
No, pues la vida está bastante por encima de ésta.
El mecanicismo y la explicación física y matemática del mundo necesita directamente, tal cual bisturí al medico que opera, la razón. Estos razonamientos siempre serán supuestos, pero sea cual fuere su verdad, funcionan en los cálculos operados, es decir, la explicación podía alejarse mucho de lo supuesto, pero nos es válido pues los cálculos salen y funcionan.
Pero, y os lo digo, siquiera tenemos la total certeza que los motivos sean los que nos cuentes. Bajo esos resultados podemos tener muchos diferentes motivos.
Pero, la pobre razón entra en la filosofía y la reflexión, va a sufrir golpes y torturas por la siguiente generación de pensadores, debido a su poca credibilidad alcanzada en sus razonamientos lógico para explicar la vida, conforme a sus principios primeros y necesarios.
Y entonces, tal cual ladrón entrando por la ventana abierta de verano la poesía y el sentimiento acampan en mi corazón y ocupan los lugares explicativos de los que la razón había ya levantado sus tiendas de campaña.
El desprecio hacia la explicación sólo con la  validez del sentimiento es patente.
Lo pienso y lo necesito, reflexiono pensando  en la belleza del pensamiento su forma, elementos, sentimientos, imágenes y completud, cómo y donde estriba su verdad.
Mi convicción llega cuando, escuchando aquella canción, encuentro la verdad mientras paseaba pensando en aquello.
Es innegable y de tontos esconderlo, que una parte esencial, formativa y primera son nuestros sentimientos.
Aquel que no sepa darles una función constitutiva y explicativa como elemento formador, esencial y ontológicamente constitutivo tanto en el individuo como en la construcción social se equivoca.
Educa desde la proximidad, explica desde la personificación, relata desde tu corazón y estarás, siempre más cerca de la verdad que  si sigues pensando que la explicación esencial de todas y cada una de las personas, tiene cabida un viejo Silogismo Aristotélico o una gran tabla de  verdad de Wittgeinstein.
Me interesan, los disfruto, a los diferentes autores razonando, explicando, dibujando con conceptos sus ideas, pero lo digo y lo repito sólo me encuentro en algún lugar cerca de la verdad, cuando la siento y no cuando la  justifico o demuestro.
¿Será que caigo en la trampa de la música?
¿Será que ella me engaña y me lleva a un fin equivocado?
¿Será que lo que ella me da y a donde lleva mis pensamientos no son más que mentirás?

No sé, no sé, pero cabe el principio en el cual la belleza sustituye a la verdad, o que ésta es ella.

sábado, 1 de octubre de 2016

....de la tecnología y la desviación de lo que somos...



Encuentro un gran conflicto entre nuestra necesidad técnica y el alejamiento que esto produce de nuestra esencia como personas.
Siempre olvidamos allá de donde venimos.
La posibilidad de construir grandes estructuras y formas de obtener energía, nos han ayudado a la hora de facilitarnos, digamos, el movimiento con grandes y rápidos vehículos, o posibilitar operaciones laser o construir enormes edificios donde darnos cobijo a todos. Bien, sí, aparentemente bueno.
Esta apariencia tiene dos trampas.
Una, imaginada y sabida, consistente en la consecuente posibilidad de fabricación de todo tipo de armamentos y dos, y peor, el alejamiento progresivo de una naturaleza de la cual nunca podremos prescindir de ella, pues siempre, por encima de nuestras decisiones, en nosotros habitará.
Primer ejemplo.
Las grandes acumulaciones humanas, comprendidas y vistas como elementos consecuente de nuestra acción evolutiva, y esenciales componentes a prioristicos, no son así.
El sentir la inmensidad de la montaña, la tranquilidad del valle, la blancura de la nieve en las últimas cimas, el olor a madera y otros elementos similares, no son un sueño o hecho bucólico, perteneciente a los cuentos de los niños. No, es una necesidad humana para la correcta formación como tal.
¿Por qué?
Porqué nuestra esencia que adquirimos en el proceso evolutivo hasta llegar hasta nuestra constitución actual de Homo Sapiens Sapiens, fue siempre entre la naturaleza, y de forma directa formativa.
En las primeras formaciones culturales, hace 12.000 años, el ser humano ya estaba constituido esencialmente y ya tenía la base sobre la que actuó las formas culturales que fuimos adoptando.
Mirando un documental de carreras de bicicletas de montaña en el pirineo Aragonés, sentía una atracción sin motivo, más que su existencia, por las grandes montañas.
La belleza de los ríos, montes, vegetación, estriba en que allí nos hemos convertido en lo que somos.
Hay algunas personas que se consideran cosmopolitas, otras no.
Y aquí también surgen dos cuestiones. Una será la necesidad de estancia para miles de millones que aquí estamos y dos, la artificial separación que la existencia técnica a colocado entre las ciudades y los montes.
Si la invasión  de elementos sintéticos, mecánicos y digitales fuera rebajada, la naturaleza tendría, inmediatamente, una gran recuperación y aproximación.
La dependencia de la tecnología y todos los elementos que utiliza, nos aleja constantemente de nuestra esencia como personas.
La sociedad es nuestro desarrollo, pero la naturaleza, nuestra esencia.