lunes, 29 de junio de 2015

LA TOURNE (Cap.12)



En aquel mini autobús, reinaba y mandaba el silencio. Aquel que te vaticine cualquier aspecto del futuro, te está mintiendo o jugando a la suerte en busca de la casualidad. El duende misterioso o la maligna bruja actúan y bailan con éste a su placer y antojo.
Carmen, miraba a Pedro con curiosidad. Ella sólo vivía y moría por su violín.  Sabía que jamás le abandonaría y siempre podría sentir la suavidad de la madera allí,  en su mejilla.. Era un amor trascendente y metafísico.  La atracción física,  la sentía por otras mujeres. La hombría le resultaba violenta y sucia. Le atraía la dulce belleza, como la de su violín, que encontraba en otras mujeres.  Compañeras estables no había tenido, pero relaciones intensas sí. Pero ésta vez allí estaba observandole con curiosidad. Con Pedro no sentía lo mismo que con los demás.  Era un hombre fuerte, pero Delgado, alto, limpio y con estilo y educación.  Era el género contrario al macho. No tenía ningún tipo de amaneramiento , pero tenía movimientos armonioso y comedidos. Carmen notaba la atracción física por él.  Jamás la había sentido por un hombre hasta entonces.
Pedro miraba,  muy relajado, se le notaba, el mar del camino.
Andrés sabía que tenía que hablarle, que establecer conversación con Carmen. Había ya asumido su más que imposible relación , pero sí que sabía  el valor propedeutico de la acción.  El cerrado mundo en la música era precioso, pero quería algo más,  quería vivir fuera de la su concha y no moverse todo el tiempo bajo los auspicios de su mami, a la que tanto quería y de su maestro, al que respetaba en desmedida. Quería decirle a Carmen lo que sentía, en cuerpo y alma, cuando la veía interpretar.
Don Cipriano y Marisa, estaban sentados en los asientos delanteros, cada uno, como no, a un lado y otro del pasillo. Don Cipriano, que veía el cuenta revoluciones del vehículo,  Le gustaba calcular y estudiar el número,  ritmo pensaba él,  de la velocidad y cuanto se incrementaba éste en el momento de la reducción de marcha. Intercambiaba sonrisas, discretas,  pequeñas y casi inapreciable con Marisa. Ahora bien, la suma era tal como la totalidad de los diez últimos años. Don Cipriano no era un hombre amargado, ni mucho menos, pero vivía claramente sólo en otro lugar.
Y Marisa, !ahy!, Marisa, cómo se decía lo poco que vale y llena el pasado si se quiere vivir el presente. Ya no existen aquellos primeros años de tristeza o los siguientes de recuerdos de sueños pasados. Sólo existe el presente y allí estaba ella en éste.  Nadie le podía haber dicho, ni ella podía haber imaginado que aquella mañana irían los dos en el mismo autobús separdos
Apenas por dos metros. La vida de Marisa estaba con equilibrio y satisfacción pero aquel momento la estaba llenando de felicidad. No hablaban, pero intercambiaban tímidas sonrisas.
El único que hablaba y con un gran vozarron era el conductor, haciendo un gran repertorio de chistes fáciles y malos. Si les miraba a los pasajeros, alguna sonrisa ante ellos pero y cómo no, con alegría y fiesta, carcajadas, sí,  pero suaves, de Pedro.
Allí llegaban, y tras pasar Prot Saplaya y la playa de la Patacona, entraron en el túnel que les dejó ya en Valencia.

sábado, 27 de junio de 2015

LA TOURNE (Cap. 11)



El segundo concierto, estuvo mejor que el primero, debido a que la empatía entre los artístas iba en aumento. Andrés recorría el teclado, subiedo y bajando los antebrazos como nunca lo había hecho y,  la siempre magnífica, Carmen, acompañada por el alma del teclado, subía los sentimients allá a donde sólo llegan los soñadores.
La mecánica de la despedida fue similar. Empezaron a despedirse, mientras los bailarines y bailarinas se deslizaban entre suaves escorzos por sus espaldas, y a saludar, ante los aplausos, cada uno en su sitio, cuando entró Pedro al escenario a realizar la despedida, pidiéndoles que se acercaran.
Pero esta vez, cuando Carmen, cogió con suavidad con sus manos dulzes como las alas de las Palomas, Andrés, se limitó a disfrutarlo, sonriendose y alejándose cuando venía Pedro, éste sujeto a Carmen por la cintura, y ésta, inapreciablemente para todo el publico, se acercó, más de lo necesario y oportuno. Don Ciriano seguía sin querer ver nada y Marisa volvía a sonreir llena de ternura.
Poco después, empezaron, casi sin pausa ni sosiego, los preparativos para la salida.
En este intervalo de tiempo, don Cipriano recibió una llamada que venía directamente de la generalitat. Era la presidenta, le necesitaba. Don Ciriano estuvo hablando cinco minutos hasta colgar malumorado.
- Pero !es que nadie entiende que las cosas se programan y preparan con antelación!, !qué las improvisaciones nunca son buenas!
- ¿Qué pasa?, - le dijo Pedro
- La alcaldesa va a recibir unos importantes dirigentes Chinos que viene a la comunidad a invertir muhos millones de Euros y quiere que durante cinco días estemos a disposición de la generalitat. La alcaldesa es muy inteligente y sabe que  España es un de los mejores lugares del mundo donde se hace e interpreta música clasica y que en Valencia tenemos de los mejores sitos, a nvel Europeo, que te puedes encontrar para actuar y ponerla en práctica. Caulquier cosa, será buena para el cahs que van a traer. Pero ¿qué se lo dijeron ayer?, !no!, pues a mi sí, hoy.
- Bueno, bueno, calmese, en poco tiempo variaré la logística, tranquilícese y encárgese de contárselo a los músicas.
En el trance de esta conversación, venía a los lejos Marisa con su móvil entre las manos y con una expresión difícil de entender en su cara. Cuando llegó a la altura de los dos, se limitó a decir con voz suave y sosegada.
- Entonces, cuando salimos.
La cara de don Ciprino si que fue un poema. Despues de 20 años, al menos de tranquilidad, todos los sustos se habían concentrado en apenas un par de días.
- ¿qué? - balbuceó don Cipriano
- Dn Cipriano, ¿qué le pasa?, es una magnífica noticia contar con tal compañía - vio con claridad sus intuiciones.
- la Generalitat quiere que una representante oficial del gobierno y del partido les acompañe. Yo cumplo todos los requisitos, además estoy en el contacto puntual y oporuno con Ustedes y para acabar, Rita yo, fuimos compañeras del colegio. Me pidió que lo hiciera. Tiene realmente mucho interés en este proyecto.
- Bien, bien - blanco como la nieve - dirijase con Pedro y muévanlo todo - les añadió mientra se alejaba.
Marisa quieta y seria le miraba irse. Pedro le dijo.
- Marisa, el proximo día entre otras cervezas, ya me pondrás al día del misterio - moviendo las manos hacia ariba y abajo-   que tenéis.
- Pedro, saca la libreta y empecemos a planificar - le dijo seriamente Marisa con a lo que Pedro, con una sonrisa, hizo.
Don Cipriano se acercó aturdido hacia donde Andrés estaba limpiando con grasa especial de maderas su piano y Carmen tocaba suavente su violin, ausente del mundo que la rodeaba.
Saldrán mañana al amanecer y don Cipriano no dejará de temblr hasta entonces.

viernes, 26 de junio de 2015

LA HUÍDA TRAS LA FELICIDAD



El daño será múltiple o doble.
Primero por el control exterior y segundo, por la continua insatisfacción personal. Será en el siglo XIX, con pensadores, como Nietzsche, cuando la individualidad y superación de la sumisión por cobardía,  a las grandes corrientes, comienze a tomar forma.
Pero, aún así vuelve  a buscar explicaciones genéricas que aportarán a la persona  poca compresión o,  y poco despues, lo dejarán en un sentimiento propio sin continuidad en la razón.
Seamos individuos que piensan, razonan y sienten. Hagámoslo desde nuestra pequeños e individualidad, pero dando una estructura explicativa.
Los sentimientos me atrapan, me reconfortan, me explican en la satisfacción,  pero son poco valiosos para explicar la realidad a otros que no los compartan.
Protágoras, Epicuro, Hume, Rousseau y una justificación social y moral que se  escapa del individuo y siguen en la multitudes explicativas.
El asunto de este escrito es la actualización y personificación de la huida del individuo, perseguido por la multitud,  en busca de su felicidad.
No habló de aquel sometimiento por cobardía, sino, de éste  por ignorancia, al buscar las soluciones donde no las hay.
Nuestras sociedades son absolutamente interconexionadas entre sí y la interdependencia es total. El movimiento propio, saliéndose de las formas establecidas, es prácticamente nulo. Nos venden la razón del ser y operar en el exterior.
Y esto, es falso. Como camino falso, lleva a la infelicidad y con su negación,  encontramos como consecuencia,  la felicidad,  es decir, en nuestro interior.
Y esto ¿qué significa?, la huida como piedra primera y principal de funcionamiento,  de la necesidad de la autorización,  complicidad, benevolencia colectiva en tu acto.
Cuando trató de buscar la continuidad de comportamiento en los demás,  en sus vaivenes, de usos, costumbres y motivos, pierdo un tanto de felicidad. Como dijo aquel, el problema, no está en tu diferencia, sino en la absoluta igualdad colectiva.
La felicidad sólo se puede encontrar en nuestra individualidad.
La felicidad no te la puede dar nadie.
La felicidad no está en los ojos de los demás.
La realización es personal y la aceptación como tal en el reconocimiento externo, es una falsedad.
La vida, por su propia naturaleza y con el resultado de la inversión de valores modos y formas que llevan a la infelicidad, nos lleva a rastras, a la única autorización personal de tus actos.
Es el acto Supremo, ser juez y reo. Cualquier otra posición en busca de la felicidad, por elementos experimentados y racionales, hasta el punto de su igual, es falsa. Las circunstancias son máximas en su variabilidad,  lo que nos lleva a la imposible numeración de su correcta combinación.
Y como fin y maldito pero necesario apunte personal, las veces que me he perdido en las opiniones de los demás,  sobre mis actos y consecuentemente actuar conforme a estos, mi angustia ha sido grande. Cuando he encontrado la razón y justificación de los actos en mi mismo y no en los otros, el barco de la tranquilidad atraca en mi puerto.


jueves, 25 de junio de 2015

LA TOURNE (Cap. 10)



Y viéndoles hablar a las dos parejas con unas temáticas que los encerraban en dos dialogos y sentirse allí, el siempre ingenuo e inocente Andrés, sin par, optó por salir a refrescarse en la noche. En la costa de Valencia, en este caso de Sagunto, las noches son frescas y muy agradables en los calurosos veranos. Se sentó en la piedra esquinada y comenzó a pensar, dejándose arrastra por estos pensamientos, entre los caminos de las estrellas, "pero ¿ciertamente el amor se produce entre los polos opuestos como leí sin creérmelo aquel día?, ¿sentiran algo las parejas de mi mesa, los unos por los otros tal como sus ojos parecen que indican y como los mios así lo interpretan?, ¿envejecer con mi piano me dará toda y más pura felicidad que Don Cipriano así me contó?, ¿la bellisima Carmen, se podría enamorar de este pequeño caracol, que caminando toda su vida no podría subir más hasta sus rodillas?." En esta últia frase y con la salida de los demás acabó Andrés de realzar sus primeras palabras emocionales de toda su vida.
- Andrés, maestro, venga, anima esa cara y entra conmigo a beberte una cerveza - le dijo, como no, Pedro pasandole el brazo por encima de los hombros.
- No me digas maestro que me avergüenzo.
- Pues deja de hacerlo, me ya amigo - le contestó sonriendo.
Dentro seguían con sus conversaciones
- Marisa - decíale Don Cipriano- no podemos imponer el sentimiento a la técnica. La música, sin éste, no es nada, pero si no vives, comes y desayunas, entre las cuerdas, no hay nada que hacer, debes de dejar de ver dedos y sentirlos solamente para tocar. La música es el intermedio y el punto exacto entre los dos términos.
- Don Cipriano - ahora en publico y siguiendo la actuación de todos los demás le hablaba en tercera persona- la técnica hagala dueña y señora del, entonces vinilo, pero no, hay, pero nunca y en ningún lugar, nada tan bonito y emocionante como ver a un músico tocar e interpretar cuaquier tema viviendolo encima del escenario. He sentido ganas de llorar, cuando te veía, Carmen, - y se giró para decirselo, interpretar aquella pieza. Estabas lindísima moviendo este bello traje que llevas, moviendolo con el corazón de la obra.
- No, no, no me des a mi las gracias, ves y ponle flores en la tumba del inmenso y grande Vivaldi- la altiva Carmen, aparecía sin la piedad de la musica entre sus ojos.
- Pero extravagante artistas todos ¿tanto os cuesta dejar de volar en el camino de vuestras conversaciones y busquemos algún tema más terrenal? - dijo, claro, Pedro.
Selevantaron  y Don Cipriano se acercó a la barra.
Los presupuestos los llevaba, controlaba y manejaba Don Cipriano. A Carmen no le interesaban, pues no debía pagar, a Andrés, aunqué hubiera tenido que hacerlo, tampoco le interesaban, a Marisa, le invitaban y Pedro, no opinaba, pero si tomaba nota mental, pues quizás en algú momento tuviera que recordarlo.
Llegaron al Hotel.
En la propia puerta y con la discreció que le caracterizaba, Andrés, se despidió hasta mañana, Carmen y Pedro entraron al unísono y Don Ciprino se quedó a ultimar detalles de aquel último día y último concierto en Sagunto.
Estuvieron diez minutos repasando aquello que ya habían hecho y que ya sabían.
- Cipriano, me alegro de verte, sano, fuerte, y con toda la triste, por tus expresiones, pero alegre vida, en tu corazón. Tienes una gran oprtunidad, pues tus compañeros de viaje, de esta pequeña Tourne, son encantadores  - Marisa sonrió, siempre con sinceridad y cariño.
- Sí, quizás debiese comenzar a sair del caparazón, pero ! Me encuentro tal lejos de mundo en el qué nos movemos!
- Pero ¿te crees que sólo a ti te pasa?, no te lo dirán, pero les pasa a mucha gente, vamos practica tu sonrisa  - le dijo acercandose con la distancia oportuna y cogiendole de la mano-
Quizás haciase diez años que ninguna mujer le había cogido de la suya, pues fue entonces cuando murió su madre. Su distancia del mundo circundante había sido realmente mostruosa. Pero Cipriano era un hombre realmente fuerte y sus movmienos estoicos eran muy asimilados y autoreconocidos. Sin embargo, en aquel momento, sitió, unas sensaciones que le marearon por su desconocimiento, o mejor por su olvido como despues pensó.
-Gracias, Marisa, por no guardar rencor de aquel hombre que había llamado a la puerta de tu cuarto y después dejó la casa sin despedirse - subió la mano de esta hacía sus labios y también desde la distancia y respeto, pero con cariño le repitio - Gracias.
Justo y entonces apareció pedro
- Vaya, vaya, así que el moises de Miguel Angel también le temblaba el corazó por las mujeres - les dijo riéndose.
Don Cipriano se escabulló, no sin ponerle una inmensa, pero ya más comedida cara, de molestía,a Pedro y gritando al aire
- Mañana nos vemos todos, que descanseis.
Pedro continuó andando hacia Marisa y le dijo
- Marisa, me pienso que con tu divina sonrisa me podrás llevar a conocer algún garito para echarnos unas buenas risas y olvidarnos, quizás un poco de la trascendencia de todo lo que rodea a estos, sin duda pero no sé si para su bien o mal, genios de la música. Marisa volvio a reir y se fueron como dos amigos de toda la vida a beberse unas buenas y gratas cervezas bien fria. El la vera del mediterraneo puede faltar de todo, menos fiesta  diversión.

miércoles, 24 de junio de 2015

EL ÚLTIMO CABALLERO



- Andrés,  Andrés,  el caballero que aprecie, debe saber distinguir entre aquellas Damas que son nobles de espíritu y de esas otras que sólo buscan el divertimento y fornicar en desmedida y con cualquier patán que disfruté sólo con ello.
- Sí,  Don Cipriano, pero las cosas han cambiado al parecer pues, por lo que veo, este escrito  nos ha atraído desde el siglo XVII, allá en el cual nacimos, a éste, que no es igual que el nuestro.
- Pero !Pardiez¡, ¿me quiere Usted decir que las Damas y Caballeros ya no son lo que eran?, no, mi querido e ignorante labrador, hay asuntos que nunca cambiarán, porqué no deben. !Habrá que corregirlos a todos¡, !sacarles de su error¡, !enderezar su camino¡, !conducirlos hacia la plenitud propia del caballero¡, justo, piadoso, luchador y amante sin fin ni límites de sus Dama, la cual, bajo su protección y consuelo, vivirá alegre y feliz.
- Pero, mi señor, ahora las mujeres salen a conseguir el sustento de sus casas y hay caballeros que ni trabajan ni buscan aventuras.
- !ahy¡ Andresito, que poco sabes de nada. La mujer debe esperar al caballero mientras éste busca aquellos asuntos injustos que se extienden en el mundo. Aquel que permanezca tumbado en el atril o apoyado en la barra, no merece ser llamado ni hombre ni caballero. El único y verdadero hombre es el qué lucha y vence. Los demás,  Papanatas no son más.
- Don Cipriano,  Mírela, allí está.
Carmen, expendía entradas en unos grandes cines en el centro de la ciudad. Era taquillera y trabaja por las tardes. Cada una de ellas, allí habían ido a comprar entradas con el único objetivo de " observar por un momento su angelical belleza, el verdadero amor, la mágia del instante, la seducción del momento - su cara angelical y su dulce  y misericordiosa belleza me produce que me pierda en la profundidad de sus ojos y me quede atado en sus largas pestañas. Cuando llegue  al Castillo,  allí le pediré que me acompañe"
- Pero, mi señor, viven aquí,  rodeados de enormes y misteriosas edificios muy distintos de los que viven los señores y además, estos se alejan hasta donde no llega mi vista.
Don Cipriano, dejó de mirar a Carmen desde el bar, se giró dispuesto a irse
- Andrés,  paga con estos míseros papeles la tan innoble cerveza.
Salió, apoyando su paraguas negro a juego con la chaqueta y realizando un gran contraste con su barba Blanca de canas. Andrés, siempre detrás de el, mirando con tranquilidad, sosiego y curiosidad a su alrededor.
Don Cipriano sujetaba el paraguas por el sujetamanos  del bastón anhelando la espada que entonces,  en sus antiguas tierras, llevaba.
- Andrés, salgamos, de nuevo en búsqueda de aventuras y traigamosle a mi Dama encerrada  en  la burbuja de cristal, para ser observada con deleite, aquello que le demuestre lo que soy. Lucharé para que duerma con su cabeza entre mis brazos..
- Pero Señor, ¿no está allí vendiendo más papeles?
- !cállate , ignorante, esa belleza sólo puede estar para ser querida y observada¡
Y entre pitos y insultos, cruzó la calle, sin semáforos ni pasos de cebra,  amenazando a los conductores con su paraguas.

lunes, 22 de junio de 2015

LA TOURNE (9)



Y esta vez, y, apenas en el segundo concierto, se mirarón a los ojos durante la actuación.
Había comenzado de una manera, en cuanto a formas, muy parecidas a él anterior, pero el virtuoso Andrés,  comenzaba a rumiar las palabras de Don Cipriano en cuanto al sentimiento necesario en la música.
Carmen comenzó a sentir unas notas más alargadas y otras más cortas. El estilo matemático iba desapareciendo a medida que avanzaba el concierto.
El cabello, las melenas de Carmen,  comenzaron a dejar de volar cuando las escaladas de sonido entre las teclas comenzaron a tomar vida.
Y en esto llegó el invierno y con éste,  la tormenta y la pasión.
Las cuatro estaciones de Vivaldi, fueron compuestas pensando en la cuerda y más en el violín.
El público comenzó a disfrutarlo a piel viva, en cuanto Carmen cerró los ojos y comenzó a vivirlo y sentirlo. Pero no se estaba sola y abandonado en el escenario, sino acompañada por Andrés que la sostenía en el auge y altura del momento. Jamás lo había hecho pero Andrés comenzó a gesticular con su cuerpo la interpretación.  El público estaba disfrutando, tanto de la música como del amor por ella que allí se veía. Don Cipriano no quitaba ojo encima de su alumno y comenzaba a emocionarse, aún que nadie y nunca jamás, por su expresión hubiera podido deducirlo.
- Perfecto, perfecto - se decía - mientras se acariciaba dulcemente la punta blanca de su ya vieja barba.
Pedro sonreía viendo el magnifico espectáculo.
- !Qué buenos que son! - se decía mientras sonreía y pendulaba su cabeza de un lado al otro.
Marisa,  con los ojos enrrogecidos, disfrutaba de la música y miraba con melancolia aquella persona que la música le había robado.
Las melenas de Carmen dejaron de volar y - !por fin!, pensaba Don Cipriano, lo hizo -, Andrés bajo, un tanto alterado, sus brazos sobre butaca.
Comenzaron a soñar de manera estrepitosa los aplausos. Andrés  y Carmen, fijos en su posición saludaban con una gran sonrisa, sabían de su buena actuación.
En aquel momento, mientras entraba en el escenario, Pedro les iba haciendo gestos para que se adelantaron. Pasados y con calma lo fueron haciendo y ya en la parte frontal siguieron dando las gracias, hasta que llegó el momento en el que Carmen, mirando al público y sin más intención de cariño en el momento, le cogió dulcemente la mano.
La piel blanca y suave y el contacto con dulzura.
Andrés volvio a su realidad y comenzó a sentirse más bajito a su lado. Mientra giraba la cabeza y le miraba le dijo
- Andrés !saluda!, !disfruta del buen momento que les hemos hecho pasar! - a la vez que sonreía y le giñaba un ojo.
Bellísima. Era una mujer llena de contrastes y estos comenzaban con los colores. Negros muy negros sus ojos y cabellos y blanca, muy blanca su piel y sonrisa. Menos mal que Pedro se adelantó y él pudo escurrir por sus espaldas yendo hacia su maestro, en el cual siempre encontraba el consuelo de la absoluta tranquilidad emocional que se mantenían. No pudo con Andrés,  pero si que cogió,  dejándose,  a Carmen por la cintura, mientras que mirándola a ella, le decía al público la fecha y la hora del siguiente y último concierto. Carmen, orgullosa y altiva comenzaba a tener placer recostandose un poquito quizás en la alegría y seguridad, por tener esa alegría,  de Pedro. Pareciese que allí la única que sabía de que iba aquello era Marisa.
Se fueron, entonces, todos peligrosamente, a cenar.

LA EVOLUCIÓN DESVIADA





Los Antropólogos que entienden del asunto fijan la aparición del Homo Sapiens Sapiens, es decir nosotros (bueno, casi todos, pues me niego que me metan en el mismo saco de Chimpancés o Urangutanes, con su perdón, de energúmenos y mostruos cual,  y han habido más,  como hitler. Escrito en minúsculas y pronunciado con desprecio).
Volviendo al asunto, llegará la última glaciación, comenzaremos a asentarnos, a cultivar y surgirán las primeras culturas como tales. Los grupos sociales y las comunidades llegarán y con ellas el fin de la evolución.
El grupo protegerá a los débiles y la selección genética, conforme a las leyes propuestas por Darwin,  desaparecerá. El ser humano ya no cambiará físicamente.  Aún siendo un individuo más débil,  la comida a tu alcance será la misma y podrás tener la misma o más descendencia.
Nuestro cuerpo no ha cambiado básicamente desde entonces y sigue preparado para aquellas condiciones en las cuales dejamos de evolucionar.
Y aquí y entonces, tenemos el gran problema.
Los modos, usos y costumbres de la vida actual, nada se ajustan a esos modos, usos y costumbres  para los que la evolución nos programó.
Alli paró y como tal nos dejó.
Digamos e investiguemos:
Nuestro sistema auditivo evolucionó para trabajar con unos umbrales bajos auditivos, pero muy sensibles para captar el sonido del Reno pisando la nieve. Actualmente nuestro sistema, en las ciudades (80%población mundial) soportan unos niveles bastos que enturbiar nuestro funcionamiento mental pues no estamos preparados para ellos.
Cuando paramos de cambiar, nuestro cuerpo debía realizar,  digamos y me lo inventó, diez kilómetros diarios. Ahora no. Sedentarismo. Al único recorrido de casa al garage. Nuestro cuerto y en consecuencia nuestra mente sufre. Mente sana en cuerpo sano.
Es decir, no es qué me guste más o menos la vida actual, es qué, no fuimos preparados,  vía Natura, para ella.
Para encontrar el camino, motivos y acciones, sería covenien estudiar también nuestros principios antropológicos.
!Pardiez!, sin la cultura no seríamos lo que somos (vaya frase tan peligrosa ), pero jamás hay que olvidar que la construimos por encima de nuestras bases físicas. Es la segunda naturaleza (Aristóteles ), pero antes la primera.
Urbi et orbo, pienso.



domingo, 21 de junio de 2015

Inútil corrección

En el énfasis y desenfreno de mi pensamiento no he corregido al corrector (habló tal cual es) y hay palabras que no son lo que quise que fueran en el anterior escrito. Pero, aún con los errores allí está lo que pienso. Inútil corrección

Y ME RIO DE LA MORAL


Y me dijeron que había que hacer.
Estupefacto permanecí todo el tiempo escuchando la propia discusión que habían fabricado.
Que si Platón, Aristóteles o Santo Tomas y su valor moral inserto en nuestra naturaleza, los unos, que si Hume, Rousseau o Montesquie y sus acuerdos sociales, los otros y, así sin parar.
Discutían el origen y que todos, daban como hecho y conocido esos actos que llamaban morales.
Tras disfrutar del muy buen uso que habían hecho del vocabulario y sus diferentes construcción es y expresion
es, salí por la puerta de atrás de aquel lugar que emanaba un dulce olor a libros con sus hojas ya torridas.
A los pocos metros comencé a reír con una gran ironía del asunto de la máxima importancia que daban a aquello que llamaban moral.
No sabían que no es nada, absolutamente nada, más que los machos que atan para continuar tirando de la vida.
Es un enorme y gran sinsentido tratar de encontrar una explicación o justificación de los elementos más perdidos y destructivos de todo cuantos hay.
Mírenes Ustedes, desde los calcetines hasta la frente.
Hablemos de Moral en cuanto sepamos lo qué es.
Lo único que discutimos es la calidad, justificaciónaque, utilización  y origen de aquello que nos viene dado como tal.
Ésta para poder ser juzgada y estudiada, sólo seray compréndiendola y viéndola como una entidad inberbe y libre de todas las acciones que la cargan.
Aquel que me saque la moral si mismo y traté de justificarlo en el funcionamiento del grupo debía de hablar, no de una figura abstracta como parece que se haga y aludir al penoso funcionamiento, con sus reglas y motivos de cualquier sociedad.
Mi gran Aristóteles, dando una justificación racional ética en nuestra naturaleza, de unas reglas de juego impuestas por Pericles, allá,  en Atenas, cuando aquella, manos de los privilegiados, era una joya en bruto del pensamiento y, no menos grande Hume, en el énfasis de la explotación mundial del mayor imperio, tratando, con sus usos y costumbres, de encajar el funcionamiento y maneras que el oro marchaba.
Saquen al término moral de cualquier contexto, hagámoslo abstracto en nuestra persona, justifiquemos nuestras acciones solos y bajo una palmera cocinera en la más recónditos y pérdida isla del desierto.
!oh!, mi gran, único e irrepetible Ortega, llevaremos a todos que nos hablen del bien y del mal, a la butaca del cine y que vean lo ridiculo de aquellas ideas que las mezclamos con el término abstracto y perdido, llamado moral.

sábado, 20 de junio de 2015

EL MOMENTO



Y me dijiste que el pasado no existía y yo te añadí que el futuro tampoco. El pasado ya no es y el futuro no es todavía.
No tenemos nunca por qué cargar con el pasado, su única existencia será aquella que la queramos dar con su permanencia en nuestro pensamiento.
Y el futuro, me río mucho de aquellos que piensen en su capacidad de predicción. Mi mente y mi cuerpo son testigos de esto. Tenemos en todo caso un estudio probabilístico y éstas, las probabilidades, no son más que unas brujas maliciosas.
El error o acierto que cometiste o tuviste se difuminó en el siguinte día y sólo existe en el miedo o alegría de tus pensamientos y  ¿alguno sabía de esa maceta que le cayó, aquella tarde en la cabeza, aquel día que alegre y feliz iba a casa de su novia?. Ni pasado ni futuro, sólo presente.
Y no sólo tú y yo, también Ortega y Gasset afirmaba que nuestre esencia se conforma en el propio presente. Indefectblemente, nuestro ser está ubicado allá donde nos definamos. Fue algo más lejos, hablando de la falta de una esencia propia y formadora inmutable. Somos insertos en una circunstancias, pero yendonos algo más aquí, va y aplicamos a nuestra conversación, provecha tu carpe Diem, pues no hay nada más.
Pero, tratemos de no olvidarnos de nosotros, de los ratoncitos con los que la vida experimenta, que al fin y a la postre es la realidad y aceptemos que es muy difícil sentir sólo la potencia de nuestra existencia puntual.
Añoramos llegar a algún lugar y nos difícil olvidar de donde partimos.
Cierto es, opino como tú, somos sólo presente. Lo cual no implica la falta de explicación de nosotros o el no interés en la búsqueda de ella.
Ahora, siendo esto así, surge el problema de lo livido y hetereo con que se nos presenta y acompaña el presente en nuestra vida.
Si llegaramos a un puerto final en el cual vivieramos con aquello que habíamos ahorrado a lo largo del camino, sí, pero esto no parece y repito en voz baja, parece no ser así
La locura del sinsentido o la sinrazón de lo obvio.
!Ponedme 10 cervezas más!

viernes, 19 de junio de 2015

EL ENGAÑO DE NUESTRA LIBERTAD

No hay mayor exclavitud que la de aquel que es libre y no puede ejercerla.
Los animales aparentemente irracionales e instintivos se dicen que no son libres, que no tienen capacidad de eleccion en cuanto que es su naturaleza la que dirige sus quehaceres cotidanos.
El ser humano, libre en esencia, ordi essenci, no puede ejercerla, ordi agendi, pues sucumbe ante las cadenas del tumulto que nos rodea.
Nuestra libertad es irrisoria, falsa e hipócrita .
Nos aludimos y clasificamos como algo que no somos.
No conozco ningun congénere que actúe  desde su  independencia, esencia, finalidad y libertad. Todo aquel que conozco, vive sometido a las circunstancias externas que nos someten y determinan y deforman.
No es un canto de angustia,  es la conciencia de la realidad.
Rieme yo de aquellos que ensalzan y esgrimen como gran elemento definitivo la capacidad de elección. Es una capacidad ahogada, suprimida y por tanto inexistente.
Hablo desde lo genérico . La ibertad de algún  particular permite determinarla, aludirla y en éste, caso determinarla en su negación .
Estamos atrapados en unos estereotipos  que mandan sobre nuestra persona.
Bendito sea el león  que sólo mata cuando tiene hambre y lo hace sin ningún  tipo de decisión  coercitiva . En plena libertad, sus impulsos primeros, escampa por toda la sabana. Es un acto de pura libertad de acción. Decimos, sin seguridad, no ordi essendi, pero si, hasta el rifle del cazador,  ordi agendi.
Desgraciada sea la persona que no actúa  segun sean sus impulsos propios sino los dibujados y extructurados por elementos externos.
Salgamos del engaño y aceptemos nuestra exclavitud.
Sintamos el dolor de ello como camino hacia  la libertad.
Pero, !ahy!, la libertad implica diferencia y la prohibición  ante ella, ahoga a la persona y su realización como tal.
La construcción  social  se escapó de nuestras manos. Tras su creación  por el particular, comenzó su vida independiente y nos hizo exclavos de su propio desarrollo. Nos ha sometido en nuestra ignorancia.
Usos, leye, constumbres, elementos formativos que nos obligan a crecer como ellos.
Olvídense  entre la elección  del bien y del mal y piensen en la elección  entre las dos opciones y establecidas.
Ahora  al León  que libre en el campo, actúa cuando el quiere, sólo y unicamente. Está es libertad lo demás es cohación.
No hay lágrimas en este escrito. Hay aceptacion de la realidad.

lunes, 15 de junio de 2015

....de lo que ha de ser la Filosofía



Y cuando me quise dar cuenta, perdido me encontraba entre las lineas de mi propio escrito.
A las postrimeras del día, en cuanto piensas para ti, tras vivir entre los demás, no releí aquello que narré u opiné sin ser consciente de la dificultosa inteligibilidad que éste iba a tener.
¿Y de qué hablaba?, hablaba del momento de la vida, de aquel estudiante de Filosofía, que dejó de buscar los misterios y soluciones  en los grandes razonamientos, amplios y acabados sistemas.
No era por su falsedad ¡qué me parta un rayo ahora mismo si eso es lo que opino!, sino, por, y esto es innegable e irrebatible, su falta de completud entre ellos y su persona.
Y cuando llegó este momento, dejó de hacer Filosofía y comencó a hacer Poesía.
Sin verso, sin ritmo, sin rima, sin emociones emotivas, pero con sentimientos y entendiendo que estos son la única figura constitutiva y explicativa de la personas.
Familia, Género y Especie, Mamíferos y Primates, y sobre todo  humanos, es decir, animales con sentimientos afectivos mucho más por encima de las leyes Darwinianas de selección natural, en el cual estos, aparecen, el algunos seres vivos, pero no son más que mecanismos de permanencia de la especie.
En la antigüedad, hasta el modernismo, las explicaciones siempre, sin excepción, se encontraban fuera de la persona. Aun con el giro hacia el Antropocentrismo, el ser humano era el centro del universo, en cuanto que era capaz de pensarlo. Razonarlo, comprenderlo, explicarlo, calculando, pero siempre su esencia explicativa era un sustrato alcanzable por el homo, es decir, era un elemento al cual el ser humano podía llegar, o sea, exterior y contemplable.
La Filosofía irá modernizándose y los sentimiento humanos irán tomando cabida y forma explicativa con coherencia y especificación. Empezaran a hablar de la angustia, de la desesperación, del poder, de la sumisión, pero seguirán emperrados en sacar a través de la razón, tomando el camino que les complazca, aquello que somos e intentaran construir sistemas siempre lejanos a atrapar nuestra personas y sentirnos dentro de sus teorías.
La Filosofía ha de ser arte de la comunicación y trasmisión de las ideas que conforman tu persona como individuo, lo cual se convertirá en una forma de poesía con la cual jugaremos y trataremos aquellas inquietudes y amores, preocupaciones y placeres que nos envuelven y conforman.
No hablo de la poesía como verso buscando la belleza en su figura.
La realidad no es estática, jamás es repetida, no tiene una forma fija y está absolutamente pendiente del árbol del que cuelga. Y este bosque en el que pendulan cada teoría está formado por la suma de individuos que pasean por el mundo.
He estudiado muchos años todos aquellos, grandes, sabios, genios, sobresalientes autores, que no me han desviado ni un ápice en los momentos en los que mi alma necesitaba ir algo más allá en mi propia comprensión.
Los Griegos la definieron como el arte del pensamiento. No lo desviemos y otorguemos a la Filosofía, mi siempre amada, una salida que no tiene.
Sí queremos encontrarnos y llevar el camino hacia nuestra persona, practiquemos y estudiemos a todos los grandes, pero no busquemos el sentido de la existencia en ellos.
Leamos textos en los cuales el autor hable con su alma.
Estudiemos a los clásicos considerados como filósofos para poder dar forma escrita, oral y comprensible a todo aquello que te llega del corazón y del alma, pues esto nos define, nos une y nos da una entelequia, como única razón como tal, sea la configuración multitudinaria de ellos.
Estudiar los sentimientos, definiéndolos, ordenándolos, describiéndolos de una canción que haga temblar tu corazón, es posiblemente un acto más cercano para saber lo que somos que alguno de aquellos sistemas, coherentes, razonados, perfectos que se han manifestado en alguna ocasión y momento.
¡No somos la perfección en el razonamiento!
¡No estamos dentro de un sistema inteligible y por tanto acabado y existente!
El construir un sistema correcto no implica, nunca jamás, su existencia, ni siquiera su validez explicativa.
Y éste, es a quien le interesa los pensamientos es una persona, dulcemente perdida en la sin razón constitutiva del ser humano.
Paseando, anonadado y aturdido, por su belleza y grandeza, entre las grandes catedrales del pensamiento, salía igual de sólo que había entrado.
Entrado cogido de la mano con el sonido de un violín, en la tormenta de las emociones, sales acompañado de algo más con lo que llegaste
Estoy haciendo filosofía, en cuanto a su comprensión moderna al intentar situar al ser humano en un sitio que le corresponda.

LA TOURNE (Cap. 8)




Subía emparejados, Don Cipriano con Andrés y Carmen con Pedro.
Don Cipriano miraba al fondo y hablaba gesticulando abiertamente con las manos, y Andrés le miraba con los ojos abiertos y mirando perdidamente a sus movimientos, Pedro miraba con alegría y risa los bellos monumentos y hermosos arboles que les rodeaban en el camino y Carmen miraba, como nunca lo había hecho a un hombre.
Todos miraban.
Sobraban las palabras para definir lo que había y lo que podría haber, así, en estos trances y cruces de pupilas, llegaron a la oficina de Marisa, y ésta, al verlos subir, montaña arriba, les salió a recogerlos a la puerta, con la enorme sonrisa de acorde con la gran sinceridad de sus ojos.
- Qué!, imagino que habrán disfrutado de un gran plato de paella
- Sí – contestó Pedro – y de nuestra propia compañía, añadió entre risas, difícilmente distinguible si eran de socarronería o sinceridad.
Hasta Don Cipriano sonrió, muy discretamente y como última sonrisa de aquel día.
Marisa les invitó a entrar y a planificar todo el asunto musical, a lo que el maestro respondió que quería mantener una conversación, en solitario con Andrés. Tras la mirada sorprendida de éste, siguieron subiendo hasta entrar en la fortaleza y perderse por sus ruinas.
Aún con lo poco que quedaba de ella, el suave perfume de la grandeza allí estacionaba todavía.
- Bien, Andrés, como ya hemos hablado vas a interpretar, con Carmen una adaptación para el dueto de piano y violín de las estaciones de Vivaldi.
- Sí, lo sé, maestro.
- Bien, pues aquí comenzarás a interpretar la música y a convertirte en un maestro.
- Pero, yo no soy- dudaba decir la palabra- un maestro.
- No, efectivamente, pues no es tu alma quien toca, sino es tu cabeza, razón y tus manos. La música es más. Tienes que sentirla y vivir tal y como el autor buscaba.
- Pero lo hago.
- ¡No!, y hazme caso, la suma de las notas no es, en ningún momento la intención del autor. ¿Crees en algún momento que Vivaldi veía un pentagrama cuando escribía?, ¡No!, diantres, sentía el frio del invierno, la tranquilidad de la primavera,  las tormentas del otoño y paseaba entre el calor del verano. Tú has de hacer lo mismo. Siente la música, deja de mirar las notas. Dominas las  partituras, que no tienes que tener delante ya para interpretar las grandes obras. Ahora ya debes de traer a tu mente aquellos sentimientos que hagan que sea tu corazón el que acaricie las teclas del piano.
Se miraron los dos. En aquel momento sintió Don Cipriano, hasta donde había realizado un comentario oportuno, se temía aquello que pasó. El introvertido Andrés, bajo la cabeza, sonrió y se imagino paseando por aquel camino con Carmen, mientras las notas de la primavera fluían con dulzura y amor por su mente. Siguieron hablando y puntualizando las piezas que iba a interpretar. Al unisono de esto y en su despacho los demás hablaban.
- Bueno, qué les parece, mi pequeña ciudad.
- La parte que conocemos, la alta es maravillosa. Calles empedradas, pequeñas casa formadas  inicios de piedra también, grandes plazas desnudas para vista, bonito, sí.
- Mañana a las ocho de la tarde comenzará el concierto. Será a esa hora pues, entre el calor de este dura verano y las piedras que lo toman, hay que hacerlo entonces.
- Carmen ¿qué tal con su compañero de interpretación?
- Magnífico, es un músico virtuoso, aun que el primer día acusó nuestro primer encuentro como tales encima del escenario. Pienso que será un muy buen concierto. Todo el orden que yo no tengo, lo pone él.
- ¿Y Don Cipriano?
- Al parecer un erudito de las artes de la música, ahora bien, mejor verlo allá abajo, que tocando conmigo, además ¿toca algún instrumento?
Y no uno, sino dos, dominaba la viola y el violonchelo, todo aquellos con cuerda eran sus hermanos de sangre, nació entre las notas impresas con los dedos en los largos del instrumento – pensó con añoranza Marisa
- Pues no lo sé, vengo de conocerlo como Ustedes.
No sabían ninguno de los dos por qué, pero no la creyeron.
Llegaron, en aquel, momentos el maestro y su alumno y todos juntos se fueron a estudiar el lugar del concierto.
Un anfiteatro magnifico y estimulante. La sonoridad era magnífica. Estudiaron la colocación de los instrumentos y la superficie donde se interpretaría la coreografía. Discutieron apasionadamente Marisa y Don Cipriano ciertos elementos de desarrollo, mientras Pedro paseaba rápidamente por todos los rincones del lugar buscando colocaciones y la cabida de los  elementos, y Andrés y Carmen, sentados en lo alto, discutía sumidos en la obra, elementos propios de ella. Estuvieron más de dos horas en aquella extraña reunión. Fue muy poco tiempo para mucha gente del mundo de la música, suficiente para gente más que capacitada para todo aquello.
En un momento final, Carmen se dirigió al escenario y desnudó de su funda el violín. Andrés se sentó, muy silenciosamente, Pedro se giró en un lateral de la escena y Marisa y Don Cipriano dejaron de discutir, siempre del concierto, y se limitaron a mirar, con mucha profesionalidad a ésta. Y el cielo bajo a tocar con sus manos el violín de Carmen cuando ella comenzó a tocar. El sonido en la soledad de las piedras, envolvió toda la escena y el tiempo se tomo un descanso en su siempre estresante camino. Andrés creyó morir entre las notas, Pedro sintió lo que nunca pensó tener escuchando aquello y los otros dos antiguos amantes retrocedieron en el tiempo en el que fueron sólo aquellas piedras las que les acompañaron.
Su pelo negro brillante relucía y brillaba como si rubia bajo el sol fuese al compás de aquellas notas. Andrés comenzaba entender a Don Cipriano y la música le elevó como él le pedía. Pedro tuvo extrañas sensaciones hacia la artista y se preguntaba si era ella o la música mientras sonreía con la risa que el diablo le había dado con el permiso de Dios. Marisa y Don Cipriano se acercaron hasta que éste fue consciente y de ella se separó. Cuando acabó, abrió los ojos y como si hablase para un gran publico les dijo.
- La música es grande, muy grande, vosotros ya lo sabéis y – girándose y señalándole con el dedo-- y a ti Pedro, estos días te enseñaré a amarla.
Pedro la sonrió y ella le miró. Andrés no veía nada, no entendía nada de lo que ocurría. Don Cipriano sí, y permaneció impertérrito, Marisa también y sonrió muy dulcemente.
-  Mañana  es el día, vayámosnos a descansar.
Salieron, esta vez los cinco, y tras cerrar la puerta bajaron hacia el pequeño pero cuco y bonito hotel.

sábado, 13 de junio de 2015

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Amazon. Kindle. Alberto Barata Aznar.

...de la verdad en la Poesía


Y traté de buscar en los afamados y conocidos de ella, las explicaciones que tanto deseaba y no lo consegui y tras ellos fui a los modernos y entendí que no hacian lo que yo pensaba equivocadamente, sino que escribian poesía.
Y fue entonces cuando opté por dejar de teorizar y aplicar la lógica a un asunto que por propia naturaleza no lo tenía y de aquí la continua insatisfaccion en sus conclusiones.
Los sentimientos pueden ser un amasijo inconexo de probabilidades con usos, esbozos de posibilidades en el campo explicativo sobre la realidad, mientras que las estructuras  y racionales se pierden en el cauce de lo inexistente.
La Filosofía paso a ser en mi pensar como un juego cabalístico de explicaciones verdaderas.
Que me dijeron que los primeros sólo buscaban el placer del pensamieto correcto y la realidad es la busqueda de la vida en este placer, el cual se antepone como premisa para hacr la conclusión correcta.
La razón siguió su gran camino y la explicación de la nada se hizo mas grande y barroca.
La vida se fue alejando de ésta y alcanzando, su realidad en forma de novelas y poesía.
Ninguno, nunca  jamas, podrá teorizar sobre esto que no tiene forma, ni fin, ni motivo, y la Filosofía será sólo el momento de compartir las experiencias y sensaciones.
Con la filosofía, aprenderemos a explicar lo que vivimos y  creemos para sentirnos, entre todos, más reales y verdaderos.
Amo  la Filosofia, pero como acto de metódico de pensamiento, pues no he pensado, nunca jamas, que ninguna dijera la verdad de la ralidad. Sólo me he visto y encontrado en aquellos que metaforizan sobre la vida y hablan o escrriben, de manera, lógica, racional y expresiva, las condiciones y formas de su vida.
Y no me hableis de Sociología, lógica o gnoseologia que no son mas que ciencias con el objeto de investigcion determinada y localizada.
Siempre pensé en la Filosofía y su vertiente existencial, sin saber de lo lejos que estaba. La poesía sin rima, entendida como una expresión de sentimientos y la relación y consecuencias de ellos, cada vez están más cerca de mi concepción de la Filosofía.
Cuando me veo, pienso y razono sobre aquellos momentos en los cuales trato de dar una entelelequia a una realidad circundante, pienso la imposibilidad que tengo de hacerlo al estar sujeto al errror inherente e irresolutivo de narrar la solucion siendo el mismo objeto  que observo y que miro. No puedo ser un espectador pues soy parte del circo
Esto no es una antinomia, pues no realizo niguna definición y sólo relato lo que observo como imposibilidad.
Siento satisfaccion al leer a aquellos que mejor realizan una  conexion de ides sin absolutamente más que otras posibilidades de la verdad.
Cuanto más estructura lógica tiene el escrito, más se alejará de la realidad que busca, y cuando la de por perdida y otisve en la lejanía de la poesía, entendida ésta como ecritos del sentimiento y sensaciones, más se acercara a ela.
La Filosofía es absolutameente necesaria para preparar nuestras  mentes.
Es, sin cabida a la más mínima duda, el proceso y proyecto de las cabezas pensantes hacia el futuro.
Si algún filósofo te satisface, no es por sus palabras y contenido, sino por el orden mental resutante de la utiliacion en su esencia
Los libros de Flosoia debian ser entendidos como regalos para el espiritu y no como verdades explicativas.

LA TOURNE (Cap. 7)



La cara de Don Cipriano, reflejaba la incomodidad y perturbación que le suscitaba las cambios de planes que tenía absolutamente calculados, estudiados y conclusos. Antes del concierto en la ciudad de Valencia, debían de pasar, pues así lo había contratado, en el último momento, para su gira, por la ciudad de Sagunto.
Ésta, tenía en la cima de la montaña que dominaba todo el lugar poblado hasta el puerto, una antigua fortaleza Romana,, construida durante aquellas guerras que enfrentaban a la gran urbe, Roma, y sus mercenarios, contra otros pueblos, tale como los Cartaginenses, colonos Fenicios ubicados en Cartago, colonia de estos en el norte de África, en la costa del mar que los romanos consideraban de ellos, o, en defensa también, de los pueblos oriundos de la entonces Hispania. Allí, había un bello y antiguo auditorio, que reformado y a cielo descubierto, se convertía en un lugar magnifico para la representación de teatro o la realización de conciertos. Para ello fue construido y para ello iba a ser utilizado..
Tras subir unas largas cuestas hasta éste y entrando por la puerta trasera se encontraron con la coordinadora y encargada de su mantenimiento y gestión. Era Doña Marisa, interprete, viola, política y gestora. Algo entradita en carnes y con un gran aspecto de salud y vitalidad, salió a recibirlos.
- !Buenas tardes y bienvenidos¡ - les dijo abriendo amablemente sus manos. A esto todos respondieron con una enorme sonrisa menos  Don Cipriano, que con una cara y sonrisa de formalidad le dijo.
- Señorita
No pudo continuar más pues la mujer comenzó a reírse con facilidad – mal empezamos, pensó Andrés, desde la distancia de su timidez.
- Señor – miro la hoja que sostenía entre las manos, Don Cipriano, por mis avatares en la vida y otras condiciones, me pienso que ya no puedo llevar ese apelativo, dejémoslo en Marisa.
Tras esto, le dió la mano y pasó a su lado yendo a saludar al resto de la comitiva, con amabilidad y simpatía. Don Cipriano, desde las alturas de la grandes sentimientos y el malvivir de la trascendencia, la miraba, con cara de asombro, su felicidad y facilidad para actuar. Tras esto volvió a su posición habitual y les dijo.
- les tengo planeados, y ahora se lo comunicaré, los planes de acción y actuación para los próximos tres días.
- Señora Marisa – al maestro le perturbaba el cambio de planes, pero se le hacia inllevable que le dijeran, además que había de hacer - tengo ya compuesto y planificado los hechos que realizaremos y sólo necesito que me diga la fecha y el momento en concreto que hemos de actuar.
Marisa volvió a reír de manera descarada y desvergonzada. Era una mujer bella desde la salud y elegante desde una gran informalidad.
- Señor, señor, aquí seré yo quien les instale y les guíe. Están en mi tierra y ciudad y como invitados, aun bajo cotización, van a actuar. Don Cipriano levantó el mentón y permaneció callado, mientras Marisa, cogía del brazo a Andrés, que parecía el hijo que no tenía, charlando con Carmen y seguidos con una gran sonrisa por Pedro, se introdujeron en las oficinas del auditorio. Los reunió a los cuatro en su despacho y les indicó todo lo que iba a pasar e iban a hacer durante los próximos tres días. Don Cipriano, no abrió la boca en ningún momento y se limitó a tomar nota de todo lo que ella decía. Los despidió hasta dentro de cuatro horas, ya por la tarde, cuando hubieses comido un riquísimo arroz propio de aquellos lugares, y cuando ya se iban
- Don Cipriano ¿podría Usted quedarse unos minutos? - Éste se paró, se giró y dejó pasar a los demás mientras estos le miraban con curiosidad hasta que él cerró la puerta tras el paso de todos.
- Cipriano.
- Marisa.
- Veo que sigues igual, ¿tus alumnos todavía te llaman maestro?
- Sí.
- Vamos, relájate, hemos vivido muchas cosas juntos para estar tensos y tu troupe ya no esta para parsimonias.
- Marisa, los avatares del pasado, no tienen que dirigir el futuro.
- No pensaste eso cuando cometiste lo que ahora, parece ser que veas como un gran error.
Eramos jóvenes y hace lustros y décadas de ello. Tú eras una mujer muy joven y aun con más años, veo que sigues con una juventud interna grande.
- Baja a la tierra, estarás mejor.
- Sabes, que uno no puede huir de si mismo y que intentarlo es un error.
- ¿Cuanto tiempo estuviste aquí dando clases?
- 2 años.
- ¿Cuanto ha pasado?
- 46.
- Veo que llevas las cuentas claras de aquel tiempo e indefectiblemente de nuestra fugaz pero existente relación.
- Marisa – y de repente, Don Cipriano se hizo humano, tuve que elegir. La música me dominaba entonces y ahora lo sigue haciendo.
Marisa se levantó. Tenia 58 años. Don Cipriano 62. Con una gran cara de ternura le dijo.
- Vamos a pasar tres buenos días, relájate y trata de pensar que eres aquel joven talento de 28 años del que yo me enamoré perdidamente. Baja del corcel indomable de la máxima perfección y tratemos de trasmitir la alegría y paz propia de la música, no hagas que a ellos les encierre en el mundo de los elegidos que sufrís ante la supuesta banalidad, ante la música de los demás.
Don Cipriano, pensativo se quedó, hasta que volvió a poner cara de hurano y muy cortésmente se despidió de Marisa.
- Marisa, dentro de 4 horas te veo y te rogaría que esto permaneciera oculto entre nosotros, tenemos tres días para olvidarlo juntos, entre los ensayos y actuación final, así pues, Doña Marisa, después nos vemos.

Marisa se quedó mirando por la ventana como este se alejaba cuesta abajo hacia la plaza, fuera del recinto histórico, donde comenzaban los bares y restaurantes. Alto y delgado, de negro aun con el calor y el pelo blanco. Jamás, nunca jamás le vio como un hombre normal, la diferencia iba en su maleta, y esto fue siempre lo que más le atrajo de él. Con una cara muy melancólica cerro la ventana, mientras se sentaba, y tras conectar el aire acondicionado, cerro los ojos y se puso a recordar. Tenía una espina clavada de como acabó aquello y tenía la clara intención de hablarlo en estos días aun que solo fuese para quedarse tranquila y agusto cuando el se fuera, con respecto a la única desventura y sufrimiento por amor que ella había vivido. Recordaba como el mundo desaparecía al rededor de los dos cuando éste la envolvía entre sus brazos colocándolos correctamente para interpretar aquellas ya olvidadas notas.

lunes, 8 de junio de 2015

LA TOURNE (1-6 C.S)





LA TOURNE




I.


Acabó el concierto, en el mismo momento en el que el sol comenzaba a desaparecer detrás de los últimos edificios al fondo de la Gran vía.
Don Cipriano caminaba erguido, como siempre y en cualquier lugar, mirando fijamente hacia  delante con el entrecejo puesto y pensativo.
-  Magnífico, maravilloso, sublime, !cómo puede estar esto tan olvidado y deslazado!, !acaso a Usted no le tiembla el alma cuando escucha, por decir uno entre mi, los violines de Vivaldi, !es que somos los únicos!
-  Hombre, Maestro, los tiempos pasan y las cosas cambian.
- !ah!, claro, Andrés, pero las personas estamos cumpliendo la leyes de la física y nuestro sistema va, por necesidad y en el arte, a peor.
-    ¿Me dice, Don Cipriano, que lo que ya hemos hecho,  siempre  es mejor?,  ¿que el buen arte ya se hizo?
Don Cipriano,  se giró y le miró muy seriamente meditando el último comentario de su alumno.
Andrés y Don Cipriano, se conocían de la escuela de música de la ciudad de Valencia. Don Cipriano era Doctor en Solfeo y le daba clases de quinto de composición a Andrés. La técnica, la perfección, el ritmo, la armonía, la medida, Don Cipriano, las trasladaba de los libros a su vida y la buscaba insistentemente en todo lo que le rodeaba. La inocencia en el abandono de lo usual,  les unía, pues eran totalmente diferente. Andrés era su joven alumno, 17 años, con unas dotes espectaculares y magníficas para tocar el piano. Había dado conciertos y realizado ensayos con la filarmónica, ahora bien, no tenía ni poseía el concepto del orden. La concordancia de sus manos era natural, innato. Lo que hacían sus dedos, era un acto puro de virtuosismo cada vez que los ponía sobre las teclas del piano. Era un joven modesto y humilde y un genio en la interpretación.
Camino de casa, vivían a dos manzanas el uno del otro, tomaban el viejo cauce, convertidos en espléndidos jardines, del rio, y seguían con sus comentarios.
- La música actual es un ataque continuo a nuestra capacidad de pensar de manera coherente. Los sonidos disonantes, sucios, indefinidos y des rítmicos, son malos para los oídos y sobre todo, para el alma.
- Maestro, la verdad es que no estoy de acuerdo con Usted. Cuando salgo con mis amigos a algún lugar,  con música acabamos seguro. Hombre, unos bailes.
- Si, si, alumno -le dijo mientras se giraba dispuesto a decir con solemnidad la resolución a todos los problemas - ahí está el asunto, la música se abandona. Lo que ahora la llaman como tal, ya no lo es.
Andrés siguió mirándole, mientras Don Cipriano, alto y erguido caminaba mirando al horizonte, al que fuera y donde lo hubiese. Los ojos abiertos y la cara inexpresiva, anunciaban sus ganas de comprender totalmente a su maestro y su incapacidad de llegar entonces.  Don Cipriano le había descubierto cuando apenas tenia 8 años en el instituto Luis Santangel durante unas jornadas de exposición de objetos musicales en el colegio. Y entre la risas y felicidad de los niños llegaron al piano y Don Cipriano  le dijo a Andrés que se había sentado cerca de él - ale,  a repetir dos notas – muy bien, -y cuatro notas, !oh!, !magnífico!, y seis y diez y doce y veinticuatro, hasta que aquella misma tarde Don Cipriano llamó a los padres de Andrés. Anonadado quedó tras semejante exhibición de virtuosismo.
Mañana salían en una tourne del dúo formado por Andrés, piano, Carmen, violín y Don Cipriano, organización, orden y amor y pasión por la música,  más la colaboración en montajes y escenografía del siempre atractivo y sorprendente Pedro, coordinador de todo aquello que fuera necesario.  Al lado de cada pieza,  bailarán.  Don Cipriano, lo tenía todo el montante y asunto de viaje absolutamente organizado. Andrés también pero éste necesitaba bastante menos,  tiempo,  lugar y utensilios,  para todo y en cualquier momento. !quien pudiera imaginar lo que les iba a pasar a unas personas tan peculiares y particulares!
Llegando al final de la calle, desde la lejanía se observaba a Don Cipriano, dibujar en el aire con sus manos, rectas, curvas, espacios, diques y todo tipo de formas geométricas para explicarle la organización a Andrés.
Así pues continuó la pareja moviéndose como tal representación artística, con las luces de las farolas marcando sus perfiles, en las paredes de los edificios, tanto el pasear altivo, sujeto a una supuesta distancia cualitativa con el resto del mundo del maestro,  como la discreción y naturalidad propia de Andrés.






II.


El día salió realmente soleado. Ni una nube ni un mal soplo de viento fresco. En valencia y aquel día, el sol actuaba castigando.
Don Cipriano, en su estatus en el cual la totalidad exterior apenas tiene importancia, llegó a las ocho de la mañana estando la cita concertada para las nueve. Allí estaba con su libreta de mano apuntando y esquematizando las labores del día. A las ocho y media llegó Pedro, y el pequeño autobús donde empezarán la gira y los peculios de la vida a pagar.
Pedro bajo de éste. Había contratado y organizado todo lo concerniente a la gestión material del asunto. Era un hombre joven, pero su experiencia en el campo logístico era muy amplia. Era un hombre con mucha seguridad en si mismo y una personalidad realmente propia. Guapo, alto y con mucha clase.
Del grupo de trabajo para este acontecimiento y espectáculo cultural, sólo se conocían Don Cipriano y Andrés. La relación con Pedro venía organizada por el propio institut de música, pues ya había organizado, en Valencia, otros acontecimientos, con resultados magníficos.
Y ahí y entonces tuvo lugar su primer contacto.
- Señor ¿Pedro?. Encantado de conocerle - apenas estiró sus labios en forma de sonrisa- Mire, le voy a dar esta lista de temporalización que debemos de seguir este día - y comenzó a explicarle, realizando una escenificación temporal espacial con la posición de sus manos, hasta que Pedro le interrumpió y sin ninguna expresión más que la de intensa normalidad le dijo
- Sí, soy Pedro y Usted es, entonces, Don Cipriano. Encantado. pero, olvídese de esto que me esta contando - no, no podría ser, aquel hombre le estaba discutiendo la organización de algo relacionado con sus organizaciones referentes a la música que parten del Institut.
- Pero !que me dice Usted!, !tenemos que seguir esta organización si  queremos cumplir los  horarios! - le dijo, entre autoridad y súplica.
- Mire, Don Cipriano, yo le entiendo, pero déjeme estos temas y haremos lo máximo que sea posible. El primer concierto es pasado mañana y sería imposible realizar el primer ensayo hoy en el auditorio de Alicante. Más de doscientos quilómetros, acomodándonos en los diferentes lugares, realizando las visitas pertinentes para el ejercicio de situabilidad para los días posteriores y todo, sobre todo el trasporte del piano. Jamás he trasladado un objeto con el que tuviera tanta atención y cuidado. Sé que es muy bueno y sensible.
La contestación airosa pensada por Don Cipriano, se calmó al escuchar las palabras de respeto y cuidado hacia el piano de Andrés por parte de Pedro.. Era, sin duda, dentro de las diferencia ya captadas por los dos, un punto de cercanía.
Girándose con la sonrisa sincera. Allá dejó a Don Cipriano, pensando en él. ¿Cual ser el acontecimiento que dota a las personas de una gran personalidad y estilo captable a su alrededor?, ¿Quizás sea el trabajo realizado siempre en contacto con artistas?, ¿nació con éste?, ¿lo han educado así? - y entre estos pensamientos llegó, justo en ese momento, Andrés.
- Maestro, discúlpeme lo justo de mi llegada, pero es que mi madre no me dejaba irme de tanto besos que me daba.
Don Cipriano sonrió, le miro con ternura. Saco una expresión que sólo la calzaba un día cualquiera al año.
- Andrés, cuidado con las pasiones y los amores, aun siendo de tu madre, que en muchas ocasiones te llevan al agujero de la irracionalidad.
Andrés le devolvió la sonrisa y volvió, otra vez, a no saber de que le hablaba.
Pedro se les acercó y les hizo el gesto para que se fueran acercando al punto de partida situado detrás del auditorio en la avenida de los jardines centrales. Detrás del autobús, estaba preparado una gran furgoneta en la cual llevaban el piano y otros objetos imprescindibles, tanto para la interpretación musical, como para la escenificación del baile que se había preparado para cada pieza. Eran pequeñas composiciones ilustrando, en función del contenido, el motivo o la expresión de la música, de la pieza. Un baile e interpretación ligeras e ilustrativas. El grupo de baile llevaba sus propios horarios para la primera cita. Venían de Madrid.
Estaban ya todos preparados, esperando a Carmen
Allá a lo lejos se la vio aparecer.
Llevaba un falda suelta con encajes a la altura de a cintura que escalaban por los laterales de un disimulado corsé ligeramente ajustado. Iba toda de blanco salvo unas ligeras sandalias marrón clarito. Era muy morena de cabello, pero realmente blanca de piel. Era una mujer bella y distante, hermosa y misteriosas. Andaba hacia el autobús sola, acompañada solamente y no más, de su gran amor   y amante. Pensaba que su violín jamás le sería infiel y que la acompañaría toda su vida.
Llamó la atención de los cuatro hombres, incluido el chófer, que la esperaban. Había un gran silencio. El lívido huía y el amor venía representado.
- Hola, buenas tardes ya, disculparme el retraso.
- ¿Sólo el violín?, ¿y su maleta? - preguntó Don Cipriano algo alterado.
Carmen le miro condescendiente.
-No se preocupe, maestro - ella conocía su fama a nivel universitario- mi marido ya lo ha cargado hace algún rato en el autobús - sonrió y se sentó en la última fila de asientos, sonriendo a todos mientras pasaba.
Para Cipriano era una componente más y le miró con continuidad, Pedro y ella se miraron con la tranquilidad del absoluto desconocimiento entre ellos, pero fue Andrés, !ahy Andrés!, al que sus ojos se le llenaron en inmensidad de la limpia sonrisa que tenía Carmen.
Los ojos de su maestro Don Cipriano, no perdieron ni una sola nota de lo ocurrido.
Y allí estaban los cuatro dispuestos a comenzar el viaje.
El autobús se puso en marcha pero tuvo que pasar casi media hora para que se comenzara a hablar.






































III.




La ciudad ya habíase quedado atrás junto a la vegüenza propia de la gente conocida. Pedro miraba con interés el paisaje, observando como recorría, la autopista,  las orillas del mar  mientras pasaba casi sin interés, por lugares buscados por gente de todo el  mundo, miró hacia la parte delantera del autobús y dijo
- Señor Cipriano, de bobos sería no reconocer y escuchar con placer al , siempre elevado, Bach - por sus estudios y afición tenía unos conocimientos, al menos por encima de la media, de cultura clásica y general- ahora bien, vamos a darle un poquito de marchita al asunto, !Manuel - así se llamaba el chófer- ponme alguna emisora con algo de marcha!
Carmen y Pedro, se sonrieron con complicidad.
Carmen no conocía aquella música moderna que sonó, de hecho, fuera de los clásicos, no se movía ni siquiera con canto autores. No era para nada tímida y escondida, pero tenía muy claro sus gustos, preferencias, destino y ambiciones. Esto le hacía una mujer realmente especial. No estaba casada, pero la vida le iba bastante mejor con esta mentira. Era una mujer hermosa que no le atraían los hombres, siendo con esto, incluso, más sugerente.
Los ojitos pequeños e inocentes de Andrés observaban desde la tormenta de los sentimientos, sensibilidad y humildad, aquella mujer que le estaba descubriendo aquello que hasta entonces no pudo o no quiso saber. Empezaba, sólo, solo y dentro de aquella hora, a sentirse enamorado. Lleno estaba, de interpretar las lagrimas de aquellos que quieren y no son correspondidos o las alegrías de todo aquel que la mujer de su alma le besara. Su piano  comenzó a hacerse real en los ojos de Margarita, los cuales si, apenas le habían mirado de pasada y, entonces y con voz bajita, aguda, suave y dulce, le preguntó, aunque sólo fuera para verla en la totalidad.
- ¿Donde estudio Usted?, Señora Carmen. - preguntó Andrés.
Por el espejo grande central con el que el chófer miraba a los pasajeros, Don Cipriano, miraba con preocupación y misterio la cara, expresión y movimientos de Andrés. Jamás le había conocido ninguna novia y apenas vivía, nomás que por la música. Se le veía con algún amigo, y con amigas ni una. De aquí su preocupación. Había pasado muchos años desde que, y a la mínima versión, su corazón funcionaba así y tenido esas mismas experiencias. Ser diferente es difícil y complicado. Así pues la mirada fue de preocupación ante la cara de borreguito degollado con la qué la miraba. No tenía por que haber nada desequilibrante, incluso podía ser constructivo, pero atento y mucho estaría.
Este vocablo - tratarla de Usted y nombrándola como señora- les hizo reír a los dos jóvenes más del autobús.
- !Apenas tendré 1 o 2 años mas que tú! - dijo Carmen !tutéame!
- Bueno, está bien que empieces así, pero, ves olvidándolo que vamos a estar muchos días juntos - añadió Pedro.
El sinpas, sorpresa e indecisión de las risas al bienestar del "mucho tiempo" sólo hubo un espacio demasiado corto de tiempo para contar.
En estos avatares, Don Cipriano se puso en pie
- Primero, ese grupo ¿cómo se llamaba,? nunca jamás volverá a sonar en mi presencia. Pero ¿cual concepto tienen Ustedes de la armonía? ,  Ya debatiremos cómo refleja la música el valor,  las consecuencias,  los actos y los modos propios y coetáneos.  Prefiero morir en la ignorancia en cuanto a qué pasa hoy.
-Dos, la máxima formalidad va a ser poca para lo que os voy a exigir a Carmen y Andrés. Esto será necesario para el correcto desarrollo de la gira. Que sepan Ustedes, que las confianzas siempre traen malentendidos y discusiones. Usted, Pedro, trátenos como quiera pues sólo y conmigo, deberá realizar labores decorativas fuera del punto central de todo el asunto, qué son ustedes dos virtuosos, que la luna, el día que nacieron, decidió mecerles en la cuna.
- Y tres, allá dentro de dos horas, espero tener todo el material guardado y preparado para poder empezar el trabajo mañana a las 8 recién salido el sol. Hoy tendrán un tiempo libre antes de irse a dormir para que se relajen, aclimaten, y se tomen, Andrés y Carmen, un refresco juntos. La combinación y entendimiento entre ambos ha de ser máximo. El amor de cualquier pareja ha de ser irrisorio, frente a la coordinación que han de exhibir Ustedes.
De pie, sin perderles la cara, aun con un gran calor,se subió el nudo de la corbata, llevaba camisa larga, muy fina y blanca. Tras esto, dirigió una mirada seria, fija y larga a todos los del autobús. Hasta el conductor le había tomado, al menos, respeto.
 Directamente y por la autovía del mediterráneo, fueron entrado en Alicante, viendo, a su vez, al siempre querido mar.  Parecíase que éste quien veía y observaba al peculiar grupo.




IV.


Realmente, los interpretes, ella y él, no hicieron más que saber el camino y la colocación de sus respectivas habitaciones. El asunto de la logística en lo referente a los materiales, a las ubicaciones, era el trabajo de Pedro, siempre bajo la mirada y supervisión del maestro y profesor. Ellos dos, siguiendo la insistencia de Don Cipriano, salieron a conocerse y entenderse. Entre refrescos, cacahuetes y poco más, entamblaron conversaciones.
Como en todos los lugares allá donde se moviera, Andrés era diferente y la distancia, en ocasiones, como ésta, se hacía más patente. Se notaba más pues las piernas de él, temblaban desde los tobillos, cada vez que Carmen abanicaba el aire que les rodeaba a los dos, con sus grandes y bellas pestañas negras como el fondo de un túnel, para Andrés, de amores.
Hablaron de los pormenores a aplicar a cada una de las piezas que ya sabían y tenían ensayadas independientemente cada uno y por su parte y las cuales mañana serían ensayadas en conjunto.
Apenas le supo a nada un magnífico pez azul, pescado esa misma mañana en aquella costa de la ciudad pues todos sus sentidos estaban en la boca de ella. Todo el amor que nunca jamás había tenido, en un suspiro de tres o cuatro horas, había crecido hasta su madurez. Tomaba casi el cariz de una autentica estupidez y tontería, Pero como tal, así vino y, sin duda, apareció.
Don Cipriano, tomándose una dulce infusión, observaba a la pareja y veía al corazón de Andrés reflejado en la cara de éste. La sensibilidad es condición, sin ecuanun e imposible sin ella, para interpretar a los músicos que compusieron aquella música que nunca será repetida, ni imitada, ni buscada- pensaba Don Cipriano, mientras veía, dentro de su más grande preocupación, la mirada que le ponía Andrés, encima a Carmen.
- La sensibilidad es una mala compañera para el mundo actual – dijo susurrando bajo la mirrada de sorpresa que puso el barmen, justo pasando por allí, ese mismo momento.
Cotejaron las impresiones de piezas a interpretar. Repasaron el contenido, hablaron de aspectos peculiares y particular en sus manera de tocar aquellas piezas. El corazón del músico manda y las notas son sólo unos dibujos para ellos, aun siendo todavía notas interpretativas para el resto. Hablaron de hasta que punto alargar los finales, la velocidad en la coordinación, la distancia en el escenario, el orden de las piezas, la posición hacia ellas, hasta que acabaron hablando de la música, del amor y de la felicidad, justo en el momento, en que Don Cipriano, como buen bombero, acudió, cuando el corazón de Andrés, echaba fuego por toda la barra.
- Bueno, Andrés, Carmen, vámosnos a la cama que mañana hay que madrugar.
A carmen nadie, le daba ordenes, solo aquel el que pagara, y este no era el caso, pero pensó que era pronto para tener algún roce y con una sincera e ilusionada sonrisa, se evaporó.
- Andrés ¿Qué te parecé tu compañera?
El siguiente cuarto de hora Andrés no paró de hablar sobre ella, de lo maravilloso que era todo y lo feliz y contento que estaba.
- Andrés ¿alguna vez has interpretado con alguna preocupación en tu cabeza?
- Hombre, Maestro, bien sabe Usted que ninguna. Que soy un joven realmente afortunado.
- Pues debes de saber que en una te estás metiendo.
Andrés, contrajo los labios, y miró pensativo.
- Pero, ¿a qué se refiere?
- A las pasiones, alumno. Los grandes compositores han creado sus obras desde una gran pasión controlada, de grandeza, de humildad, de nacionalismos, de teología, desde la ascensión del alma hacia la tranquilidad. Pero siempre dominando aquello que escriben o tocaban, independientemente de los motivos. Hay pasiones y motivos que te quitan parte de la frialdad y decibilidad que hay que tener en la vida.
- Sigo sin entenderle.
- ¿Qué te parece, como persona Carmen?
- Extraordinaria, simpática, magnífica.
- Es una mujer independiente, lejana y que no volverás a ver cuando esto acabe- le espetó sin aviso. La cara de incomprensión se hizo máxima.
- No tengas nunca jamás, ninguna pasión incontrolable. La felicidad está en el domino y decisión total sobre tu vida y como máxima reverencia, tu conciencia tomando las decisiones.
- ¿Me lo dice por Carmen?
- Sí, Andrés.
- Maestro, no se preocupe. Si que es verdad que es una mujer que veo y considero hermosa, pero la música es lo que a mi me mueve, me gusta y me seduce. Soy joven, ya tendré tiempo.
Así pues y entre alguna sonrisa de confianza – muy pocas, Andrés se levanto para irse, y el el mismo giro le dijo.
- Don Cipriano ¿alguna vez Usted a estado enamorado?
Se limitó a hacer un pequeño aspavientos para que se fuera rápidamente a su habitación, mientras con la otra mano se acariciaba la punta de la barba, pensando y reflexionando sobre la pregunta. Las relaciones, cálculos, previsiones que había futurizado en aquella gira, estaban doblándose.




















































V.


- El amor, tal y cómo te viene, se fue, el viento en un atardecer del más triste otoño, es más seguro en su continuidad. No te partas el corazón por aquello que no merece la pena, alumno.
Andrés desde su inocencia de los acontecimientos de la vida ya empezaba a sospechar de donde venía aquella, respetable, pero tanta lejanía que rodeaba a Don Cipriano.
- Pero maestro ¿qué hago si mi capacidad de concentración se pierde entre los bordes de sus ojos perfilados de negro?, ¿cómo puedo dejar de sentir mi pequeñez y debilidad ante esto?
- Andrés, puedes hacerlo, pero hay que tener un gran control sobre tu persona si no lo haces, el mundo de las pasiones y sentimientos te llevarán hasta como y donde quieran. Vive, siente, sueña, disfruta, pero de aquello elevado y que salga de la miseria de las pasiones banales de un amor imposible.
- Don Cipriano, ¿el amor llamó alguna vez a su puerta? - le preguntó Andrés bajo la dulzura y sinceridad, propias de él y partiendo desde las últimas pecas de su redonda nariz que ascendía y bajaba a ritmo de sus ojos grisáceos y su pelo pelirrojo.
- Sí, pero, los ritmos de subida, bajada y desequilibrio, dejan a ras de tierra los impresionantes estados anínicos que cualquier pieza del Romanticismo de Wagner te trajesen. Ahora no, pero si algún día podemos, te pondré al día de los errores que no debes de conceder.
Siguieron hablando un rato. Don Cipriano, alto, espigado, con el pelo blanco y su perilla también, se inclinaba y con la cara y su expresión de siempre, recta y justiciera, le aconsejaba a Andrés sobre la vida y la música que andan cogidas de la mano en esta vida - eso le decía, mientras Andrés, algo gordito y paradito, observaba y escuchaba, con las manos sobre las rodillas, atentamente, todo lo que su maestro le contaba.
Entonces, vino, y pasó, sonriendo al lado de los dos. Carmen. Se saludaron correctamente y siguió por su camino, hasta a los cinco minutos, con una bonita falda corta y a flores estampadas, por donde entró, se iba.
- Señorita, ¿donde va Usted?
- Señor Cipriano, trabajamos juntos, cumplo y voy a cumplir mis horarios pero - y entre una gran sonrisa, sincera y bonita, que apunto hizo caer de la banqueta a Andrés, vuelvo y voy donde me place - a lo que tras avanzar unos metros se giró y le dijo
- A darme una vuelta con una gran amiga que vive aquí. Hasta luego - y volteando sus cabellos negros carbón, salió por hacia la puerta del bar y subir de nuevo.
- El arte, la escultura, la pintura, la música, la arquitectura, vencen y ridiculizan a aquello que en algún momento creíamos que era lo único y mejor que había y que nos haría felices, sin duda. Aprende a elevar tu corazón.
Andrés seguía sin estar de acuerdo con él. Para este la vida era bastante más simple y sencilla.
- Pero si la vida, es un acto de huida de la normalidad, ¿donde está su validez como elemento que no recoge al nacer?, Don Cipriano, yo no creo en vivir como un acto de sufrimiento en la superación
- No, no es un acto de sufrimiento, pero es más que aquello que le otorgamos.
En este trance de la discusión, apareció Pedro.
- !Hombres!, ¡ganas de alguien conocido!, !póngame una copita de cognac, que bien ganada tengo!. Cipriano, todo , montado y preparado para mañana - le dijo mientras le giñaba el ojo derecho
- Bueno, olvidemos lo trascendental, deberes y esfuerzos y hablemos de aquello que nos produzca más que sonrisas y satisfacción - dijo mientras se giraba al ver salir por el ascensor a Carmen y sin poder ver la cara y expresión correctiva de Don Cipriano y la comprensión entre el miedo, de Andrés.
- Carmen - dijo sucintamente y sonriendo
- Pedro - le devolvió la sonrisa e hizo un pequeño gesto con la manos.
Pedro se quedo, ausente en el tiempo, bajo el movimiento de las caderas de la belleza ambulante que iba regalando, allá a donde iba.
- Impresionante, lastima que sean las mujeres las que le gusten y busque el amor en ellas.
Ambos dos músicos impresionados se quedaron. Boquiabierto y sorprendidos. Desde la tristeza de uno, hasta la sorpresa del otro, pasaron unos segundos.
- y Usted ¿cómo lo sabe? - dijo, triste Andrés.
- Jovencito, ya aprenderás a mirar con el tercer ojo a las personas, encontrarás cuestiones que jamás las esperabas. Es una magnifica mujer, tanto sea para ella, como para él. Pero bueno, un par de semanas de trabajo, no nos dará tiempo a enamorarnos de ella - dijo entre una gran sonrisa y carcajada que sofocó entre la cara de ellos dos.
- Venga, dejaos tanto respeto por ella y desprecio por vosotros. Os guste o no, habrá poquísimos hombres que no miren sus caderas. Es una gran violinista, digo desde mis desconocimiento por el arte, pero su belleza es lo que hay, ni eterna, ni perfecta, sino mundana y que se le pasará. Mirarla ahora y no cuando ya no esté.
Andrés y Don Cipriano, alegando cansancio y necesidad se retiraron.
Andrés trató de no pensar y consiguió obviar aquella posibilidad que le dijo Pedro.
Don Cipriano, avanzó hasta la cama más inserto en los pensamientos, tan suyos y propios que le costaba expresar.
Pedro se quedó, felimente, riendose del mundo entero, entre dos copas más de alcohol y el camarero que se las servía.






































VI.


Y llegó el cuarto día de conocerse y con éste el primer concierto.
A penas habían tenido tiempo de ensayar. Ellos ya sabían de la poco preparación que iban a tener ante esta primera pieza y la habían trabajado independientemente con más incapié.
Subieron al altar de la música y todo comenzó.
Desde la oscuridad del rincón y la ausencia del resto del mundo, Don Cipriano, miraba con sus oídos a los dos músicos.
El piano quizás algo más a la derecha del escenario, estático y callado, esperaba pacientemente el inicio del, siempre volando, Violín.
Carmen y Andrés.
Ella sonreía al auditorio consciente del placer que iba a producir las notas de su seductor instrumento y él, emocionado, pues por fin, tendría un acto de amor allí y con ella.
J. S. Bach, Sonata BWV 1020, compuesta para elevar el espíritu del oyente hasta la tranquilidad de la trascendencia por encima de lo material. Era pieza de máxima técnica y perfección en su composición e interpretación.
El enfrentamiento de los dos instrumentos bajo una única melodía con una máxima armonía. Era el momento más álgido del Barroco y el autor que más podía dibujar aquello que había en el escenario. Los graves del piano de aquel joven inocente que hablaba sin gritar y con recelo y los agudos, concebidos y criados en el violín, por aquella bella mujer que jamás era encarcelada por nada ni por nadie
Y aquello comenzó. Bastaron los primeros diez minutos, para mantener al publico ensimismado en ellos.
Don Cipriano seguíalos y veía cada una de las notas, escritas y acompasados en cualquiera de las partituras y pentagramas que mil veces había escrito.
El cuerpo de Andrés apenas se movía sobre su piano. Eran sus manos y sus dedos los que paseaban, sin violencia y con mucho amor, a una velocidad vertiginosa, acariciando las teclas del piano. Sus ojos jamas miraban al teclado. Podía hacer los movimientos correspondientes sobre la arena de la playa midiendo y calculando, el supuesto lugar de ellas. Era un autentico superdotado en la interpretación por tener una técnica perfecta alcanzada por sus estudios, práctica, repetición, amor a la música, pero la cual había sido dada por la naturaleza. Lo que él poseía no podía ser producto más que de ella. Sus pupilas sólo se contraían y dilataban mirando los movimientos de los cabellos de Carmen mientras ésta interpretaba.
Carmen, parecíase tener delante a Bach y que ambos dos se miraran, cuando el maestro le pidiera la medida perfecta del sentimiento y ésta le respondiera con la sonrisa de dársela con el cariño y ternura que él esperaba para elevarse de las banalidades mundanas.
El Barroco los colocaba a los dos en una pequeña botella de cristal alejados, pero vistos, de todo el auditorio.
La cara de Don Cipriano dibujaba disconformidad y preocupación.
La cara de Pedro, alegría y satisfacción.
Don Cipriano sabía que Andrés no estaba en completud allí.
Pedro sabía que los bailarines y el montaje estaban desarrollándose según, y totalmente, lo planificado.
Debías de haber pasado noches, muchas noches enteras desvelado acompañado solamente por la música, para comprender el pequeño desequilibrio entre los dos.
Bach quería una lucha sin vencedores.
Una lucha condenada al empate.
Don Cipriano y carmen, sabían que ese no era el desarrollo del combate, pero sólo ellos, como maestros del arte y la música, lo notaron pues el publico, perdía las manos entre los aplausos que les regalaron cuando su primer concierto acabó.
Saludaron, les hicieron salir dos veces y cuando volvía de esta última, Pedro ya estaba emocionado del éxito y preparando el próximo concierto, dentro de cuatro días en Castellón, mientras Don Cipriano a su lado, mirando con cara de reprimenda a Andrés.
- Andrés
- ¿Sí?
- Venga, cuando se cambie, y me busca en las afueras del auditorio.
Carmen se alejó de los dos con una cara que pone la madre que ama a su hijo cuando éste realiza alguna pequeña incorrección. Pero ni se acerco, ni tuvo la intención de hacerlo, para corregirle.
Salió pausado, sin prisas y cómo si fuera a comprar el pan aquel sábado por la mañana, Andrés hacia el lugar donde se encontraba Don Cipriano.
- Maestro, dígame.
Seco, cansado y con la inconsciencia propia de la ignorancia, allí estaba delante de Don Cipriano, que no se había quitado el chaqué, y desde las alturas del conocimiento le miraba.
- ¿En que pensabas?
- En la música
La voz subió de tono
- ¡Engañaras a todo el auditorio, pero a mi no!, ¿cuantos años crees que llevo escuchándote?, ¿cuantos años crees que llevo observando tus ojos recorriendo los autoritarios, ausentes y notando a tus dedos recorrer, con placer, el teclado del piano?, ¡Dime!
- Maestro – alejándose le contesto- cualquiera tiene un mal día. Debe Usted de comprender que su búsqueda de la perfección es un ahogo parfa los que le rodeamos – apuntó, bajando la cabeza
- Sí, pero hoy no era ese día y tú no eres cualquiera. La perfección, es inalcanzable, de acuerdo, pero es el fin deseado.
Se dió la vuel, elevó los brazos y continuó.
- ¡Spinoza, Liebniz, Bach!, es la perfección, es el racionalismo¡, en ninguno de ellos cabía, ni cabe el corazón ni la imperfección del amor que en ti he oído.
La cara que esbozó Andrés fue totalmente anormal. Sentíase sorprendido en fraganti robando el cuerpo cobijado, de San agustín, en la catedral.
- No, Maestro, nunca había tocado ante tanta gente entregada – dijo casi entre susurros.
En aquello apareció carmen.
- Andrés – le dijo con suavidad, necesitamos más ensayos, tú y yo, en solitario. Coordinémonos. Aceptemos nuestra lejanía en la vida y busquemos el amor y la cercanía entre nuestras notas.
- No, jovencita – acercándose comentó Don Cipriano, ni Usted ni él realizarán una sola acción en estos conciertos sin mi delante –
Entonces, apareció, como siempre y de la nada, Pedro, y poniendo las manos sobre los hombros de Andrés y su maestro, tras realizar un guiño a carmen les dijo.
- Por favor, mis locos y perdidos artistas, hasta vosotros, os guste o no necesitareis cenar y yo, como me gusta, también lo necesito.
Bajo la incertidumbre y sorpresa que alguien le tocara, Don Cipriano se dejó llevar.
Andrés le sigió sin abrir su humilde boca, y Carmen, también ausente de aquellos problemas pues no quería estar en ellos, partió, con todos hacia el bar del hotel.


Consiguieron una buena mesa y allí llegó la botella de vino que empezó a limpiar el cristal de la confusión y las verdades comenzaron salir entre los reflejos de los cristales limpiados con el regalo de la uva fermentada