Para corregir, mejorar y
avanzar, hagamos fenomenología y no
esbocemos esencialidades y entremos en lo irresoluble. Los valores y demás son
anclas que nos fijan a cada uno en sus ideas.
Busquemos la funcionalidad del proyecto y no la solución
total.
Las explicaciones y justificaciones ya sean
existenciales, éticas, antropológicas e incluso ideológicas que las pongan los
filósofos, religiosos, poetas o artistas.
La política sólo debe conducir y dirigir lo que ya es y
actuar con lo que ya está.
El asunto de la política es mayor del que somos
conscientes pues su disfuncionalidad es producto de la construcción ideológica
total de nuestra sociedad. No son los
diferentes sistemas los que ensucian el hecho de convivir en sociedad, es el
talante, espíritu y objetivos de los dirigentes.
Ante la falta de una primera irresolución en el comienzo
educativo que conllevaría necesariamente un buen funcionamiento sea cual fuere
su color, hay que buscar un sistema funcional, probabilístico, proporcional y
numérico. Con la actuación mecánica ante los problemas sin intereses
ideológicos se consigue con más facilidad una mayor resolución de las
situaciones.
Copérnico se
quedaría corto y Kant no sería más que un esbozo de cambio cuando hagamos una
sociedad justa. Busquemos la actuación inmediata en la práctica y construyamos
unas mentalidades futuras. No vivamos entre nubes de sueños ideológicos pero no
dejemos de educar. No hay otra manera de convivir.
Arrastrados por los suelos vamos las personas ante
estructuras y construcciones que tenemos establecidas como buenas y validas
allá, por todo lo que nos rodea.
Pasarse de un nivel de crítica hacia lo establecido es de
inadaptados, descolocados, locos, soñadores y otros calificativos utilizados de
manera negativa.
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