La Filosofía ha sido
arrastrada por la calle peatonal del centro de la ciudad donde se encuentran
todas las tiendas, donde entre nuestras babas de ansiedad se compra sin
sentido, hasta que murió por las heridas
y por tristeza.
¡Loco!, ¡No pienses!, ¡No
seas diferente!, ¿quieres vivir solo?, ¿quieres sentirte inútil y despreciado?
Derrida, filosofo
francesa del siglo XX y postmoderno lo sentenció como tal, hablando de la
desaparición de la intención globalizante explicativa de la totalidad, la
muerte y el fin de la filosofía en el fracaso del modernismo en el intento de
explicaciones que configurasen una explicación global, nos ha llevado al
cansancio en su busqueda. En estos movimientos actuó esta desaparición.
No Derrida, la Filosofía
no ha desaparecido ante una imposibilidad intelectual, sino ante el asesinato
de las grandes fuerzas de poder que les conviene que la gente no piense. Por
dos razones, una es porque el pensar produce la libertad de elección y dos
porque el saber vale poco, no es caro, y no es un lujo. La naturaleza del ser
humano permanece en el mismo estado evolutivo desde hace 10.000 años, lo que
han cambiado son las fuerzas sociales coercitivas que nos dominan y manejan a
las cuales no les interesa que pensemos. Solo quieren el dominio. El sistema no
quiere gente inteligente, culta, libre, quiere borregos, tontos y manejables.
Sacar a flote todos los principios nacidos en las conexiones propias de la
sociedad como son la envidia, la comparación o el triunfo sistemático hacen que
nos arrastremos en unas corrientes que carecen de sentido, valor y teleología
conclusiva.
Y nos creemos libres y
ninguno lo somos. Nadie hace lo que quiere, todos hacemos aquello que esta
dentro de una supuesta normalidad. ¿Normalidad?, la normalidad en la actualidad
no es mas que el reflejo de los intereses del sistema.
Harto y cansado estoy
de ver la repetición constante impuesta por las fuerzas represivas y ¡ahy! de
aquel que aun utilizando las mejores formas, maneras y no ladre como los demás.
Actos treméndamente fuera de toda explicación en sus principios mínimos siempre
dados e impuestos, producen desprecio o pena.
La naturaleza humana
ha cogido miedo a su propia persona, a su actuación subjetiva. El individuo se
esconde en la multitud y la verdad y mentira se encontrara en la supuesta
verdad de la normalidad.
Pensar bajo otros
axiomas, otros sistemas de clasificación, producen asombro y ojos como platos.
Veo los estereotipos
en absolutamente todos los actos, fenómenos, objetos o acciones que se dan en
la sociedad que son repetitivos, universales y aceptados en su totalidad. ¡No,
no me hagas elegir o protestar que me cuesta y que además es poco friki!
Nos educan desde el
comienzo a la ley de la repetición. Es el mercado el que decide lo correcto.
Los prejuicios y las tradiciones heredadas nos dominan.
¡Ahy!, ¿que hago?, ¿llorar
en la primera esquina?, ¿maldecir mi mala suerte?, ¿odiarme por estos
pensamientos?
Y el submarinista pasó
los limites de atmosféricos de resistencia en busca de los peces tropicales
realmente hermosos, hasta que la presión reventó su equipo y murió después de
haber visto, eso sí,lo mas bonito y hermoso de todos los mares.