Claro, toda la Antropología, la historia de cómo hemos
llegado a ser lo que somos, de cuando pasamos a tener grupos sociales y
comenzamos a marcar la diferencia ante los demás animales.
La vida social y grupal, es sin duda unos de los elementos
definitorios y definitivos del sujeto. La felicidad y realización la tendremos
y lo tendremos en los asociaciones grupales. Es nuestra esencia y en el estudio
histórico de nuestra formación y composición, más la pura observación empírica
allí nos ha llevado.
Nos movemos bajo reglas apuntaladas por la pura y dura
visión instrumental para el funcionamiento colectivo. La positivización de
estos instintos primeros serán las leyes que ya nos marquen y nos conduzcan
dentro de limite y mundo formado y distribuido desde la sociabilidad.
El individuo desaparece y se sumerge en aquella supuesta, no
más que supuesta esencia social.
Pero y repito, la siempre supuesta y puede que hasta
imaginaria y ficticia sociabilidad esencial.
Desde la historia y
lo que recordamos de la prehistoria, el ser humana ha vivido
colectivamente.
Pero ¿por qué?
Este porqué lo tenemos muy definido, buscado y delimitado.
Tenemos unas series de características físicas que nos llevan a buscar la protección del grupo.
Atención, la búsqueda de la protección es un acto necesario
y accidental, es más producto de la circunstaciabilidad y de la cobardía, que
de la propia naturaleza.
Y, mientras el corazón tiembla, del que estoy sentado al
lado en el tren y lee mis escrito mientras
lo redacto, diría que la sociabilidad no tiene por qué ser no más que
una imposición histórica y no tal elemento esencial, natural y necesario
que nos ha llevado a creer lo que somos
y tal y como nos dibujamos.
Nos mentimos, somos individuos que caminamos buscando
nuestra esencia y validez y nos lanzamos, brazos abiertos hacia la cobertura y
testigo que juzgará nuestra inocencia, que llamamos sociedad.
Desde la construcción absoluta de todo elemento definitorio
desde la societe actual, es imposible salir de los limites, condiciones y
características que ella nos marca y que, bajo su dictadura, nos engaña, nos
convence y nos utiliza, en la supuesta inutilidad e imposibilidad de la vida y
realización en solitario.
No lo sé, no sé la solución, lo que sí que veo y siento, es
la no relación necesaria entre la realización personal y la felicidad propia
del ser humano en su incursión plena en su ámbito social.
Que la sociedad nos valga cómo inspiración, pero que sepamos
que no somos ella y que tampoco somos un órgano no extraíble del supuesto
cuerpo operativo.
Mi persona, que nació libre, fue rápidamente,
desnaturalizada en la supuesta y siempre
falsa libertad social.
Y estudiamos una y otra vez al ser humano, desde todas las perspectivas
y maneras posibles, pero siempre desde el escritorio situado dentro de la
cárcel de la sociedad.
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