-
Pero ¿tú tomas alguna decisión sin pensar en las
reacciones varias de los demás, de los que te rodean, de tus vecinos, de los
que te juzgan?
-
Sí – en su cara aumentaba progresivamente el
gesto de sorpresa.
-
Entonces ¿quieres decirme que sólo piensas en
ti, en tus formas maneras y objetivos y que no necesitas la aprobación de nadie
para ellos, buscando la más próxima
cercanía entre tus actos , intenciones y tu persona?.
-
Sí, así es.
-
Y ¿tu satisfacción no estriba en el beneplácito de los
circundantes.
-
No.
Claro, a Toni le costaba entender esta postura. De una
familia burguesa con potencial económico, habíase criado en unas muy buenas
condiciones (ropa, comida, utensilios, colegio, ropa, juguetes y amor) e
insertado en una nivel de actuación colectivo e impuesto ante las circunstancias.
Era un magnifico joven, pero su vida no era más que un espectáculo cara a los
demás. No tomaba ninguna decisión sin atender a las referencias externas. Los
utensilios o cualquier tipo de elección siempre estaban vinculadas a las
decisiones colectivas de su grupo de amigos o del movimiento “pijotero” de su
colegio bilingüe.
Andrés le miraba con curiosidad y objetividad. Así sentía
que lo hacia cuando el contertulio era incapaz de juzgarse o aspirar a motivos
propios y fines en los cuales no buscase la aprobación exterior y generalizada.
-
Buscar la satisfacción intima y primera se está
perdiendo - le dijo el otro día a Pedro en la barra del café.
Y siguieron hablando.
-
Alguna vez, Toni,¿ te has dado cuenta que tu
individualidad es superior al movimiento
social y que en ella está la felicidad?
La incomprensión hacia esta palabras iba en aumento. La
felicidad está clara, definida y marcada por las costumbres, maneras y
objetivos ya establecidos e impuestos - pensaba
– y ¿en qué, en cual mundo se moverá Andrés?, ¿de qué me habla?.
-
Andrés, basta mirar a tu alrededor y ver allí
donde la gente es feliz, sus costumbres, usos, complementos, acciones que
realizan y hacen. El irte más allá es una imposibilidad de llegar al más aquí.
-
¿La felicidad está en la sonrisa?, ¿quieres que
te enseñe a sonreír de manera verdadera, autentica, fotogénica o con capacidad
de convencer, en unas pocas sesiones?, ves a la escuela de las bellas artes y
saldrás en pocos días expandiendo tu felicidad por todas las calles de la
ciudad con tu bella y gran sonrisa. No, amigo, la felicidad y satisfacción, no es la gran sonrisa bajo esas impresionantes
gafas de diseño con un coche muy moderno en Retro estile. Toni, somos algo más
que sonrisas.
-
Eso a lo que tú llamas felicidad, Andrés,
recuerda, que lo es sólo para ti, no tienes porqué no respetar en aquellos
lugares donde los demás seamos felices. Quien te piensas que eres para decirme
allí, donde se encuentra escondida la felicidad. Sal de tu convicción, como
gran estandarte de definición de los conceptos.
Continuaron hablando un largo rato. La conversación fue
bajando de nivel y, sin ser conscientes ninguno de los dos, ambos trataban de buscar
algún punto cercanía. Se despidieron cortésmente, con un “hasta pronto”
verdadero, pues por circunstancia , agradecidas por las, se tornarían a ver.
Con este comentario que le había realizado respecto a su
capacidad personal de juzgar a los demás
y calcular, puntualizar y calificar la felicidad ajenas, pensó en su
prepotencia de juicio, en su poca validez aplicativa y en la mentira sujeto por
estar realizado desde la individualidad. Con las palmas de las manos apoyadas
en el mentón, reflexionando sobre este tema, estaba todavía sentado en el banco, en el jardín publico, donde había
estado hablando con Toni.
Sabía que era una lucha y un camino propio, tras conversar
con los demás, entendía que era él el qué se
tenía que mirar a si mismo y buscar su senda propio hacia la felicidad y
no, pero nunca, menos valorar las circunstancias formas y maneras de los demás.
Andrés sabia que su único camino en la búsqueda de la
felicidad consistía en imponerse objetivos propios e intransferibles al mundo.
– no voy a ser un espectador en éste, si quieren, que me miren.
La única felicidad está en cumplir tus propios objetivos
jamás impuestos de manera exocéntrica.
Saber que es lo que
te gusta, es lo que te satisface.
La vida es demasiado corta para ponerla en manos de los
demás.
-
¡Dejadme vivir en mi error!, gritaba el reo
antes de ser juzgado por el tribunal de la inquisición.
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