El Café. ….Del fin de la publicidad
y de la muerte del cruel mercado...
- Si no estuviese permitida la
publicidad, el funcionamiento del mercado sería, sin duda, justo,
equilibrado y merecido, es decir, la calidad y la venta del producto lo
producirían las características internas y propias del asunto, y no los
valores adquiridos y dados por ésta. Nuestra capacidad de juzgar se
difumina y dispersa en la publicidad de los mass media. El poderío
económico desplaza a nuestra posibilidad de decisión.
Podría haber sido Alberta, por su
incorformidad propia...creativa e insatisfecha. Pero no, fue Andrés quien
aquella tarde, de espaldas a la puerta, recortado en su perfil por las luces de
un humilde sol poniéndose, era quien protestaba contra el poderío vinculante de
estas megaestructuras económicas que mueven todos los campos publicitarios.
- Desde luego - apunto Antonio - es
indiscutible que condiciona totalmente nuestra capacidad de
decisión. No os olvidéis ninguno, la publicidad es por su propia
naturaleza, mentira y falsedad. Imaginaros, los productos en la
misma estanterías, sin ninguna marca….corriendo a lo largo de los estantes
y teniendo una elección libre, solo estética y personal.
Alberta se emocionaba, cuando la
temática le tocaba la piel, arrancaba su Kamikaze y despegando desde la barra
recién abrillantada por Jesús, comenzaba vivir sus palabras.
- ¿Os imagináis un mercado en el cual
el producto se vendiese por su calidad, diseño y estética propia sin que
las voluntades externas, impuestas por las marcas y su publicidad,
actuasen?, el mercado quedaría liberado del monocronismo inviable en
ofertas de productos. Los nombres de las marcas olvidados, los iconos que
las representan irreconocibles...no más, y únicamente, el producto. Que
saliera a comprar cualquier cliente sin prejuicios sin estar adoctrinados
por la publicidad. Capacidad de elección propia e individual de
los clientes y de libertad de crecimiento con calidad imaginación,
variación, cercanía, de los pequeños empresarios.
Jesús, abrillantando la curva primera de la barra, le dijo
- Y ¿cómo piensas hacerlo, Barona roja?
- Que fuese el vendedor/a propio de la
tienda o el lugar de la venta, quien te enseñase los productos
y estos no tuvieran ninguna marca ni hecho identificativo. Condiciones y
calidad necesaria legal para su venta, pero después, imaginación,
suficiencia, ratio correcto precio/calidad, elección directa por parte del
comprador, calidad buscada, diseño, libre albedrío en la elección. Los vendedores/as,
debían de tener un conocimiento para el tratar con dichos productos. Se
vendería solo lo mejor y además a gusto del cliente. No seriamos zombis
ciegos, tambaleantes y dirigidos hacia un producto.
- Y además- dijo Andrés- se reducirían
los beneficios de las grandes empresas y el negocio quedaría compartido.
Habría más gente beneficiada del asunto de las ventas. Sin que seamos
fagocitados por los leones del mercado, es una buena manera de funcionar
en él. La publicidad es una mochila humana y grupal que nos ilustra y
visualiza todas las características putrefactas de nuestra
sociedad…aspiraciones, valores, objetivos, propios de la sociedad actual
- sí, el comercio se ampliaría en todos
los niveles...población activa, especialistas, reparto de ingresos...mejor,
contertulios, mejor – Añadió Antonio.
Atardecía, y hacía frío, El Café estaba
todo cerrado y todas las luces encendidas. La caoba tomaba un tono más
amarillento, antiguo y con menjunje de calidad. Jesús disfrutaba con las conversaciones
de sus amigos, pero siempre veía un pequeño agujerito por donde se les hundía
el barco....
- Y ¿cómo pensáis hacerlo?...las
utopías deben de tener, al menos, alguna posibilidad de hacerse. Pero
empecemos por el principio, ¿el mundo actual funcionaria sin aquellas
grandes empresas que tienen el dominio de las compras y ventas a nivel
mundial?, y dos ¿estáis atacando al máximo principio del liberalismo
económico imponiendo barreras en sus uso y manejo?
Antonio puso cara de dificultad, Andrés
tomo la posición de tomar nota para estudiar el cambio y Alberta se imaginaba
con su Drunkun 99, disparando a todos los carteles de publicidad de las
empresas de los móviles.
Compartían varias opiniones y entre
ellas estaba el disfuncionamiento de las agrupaciones sociales por la
publicidad. Pese al hedor desagradable de la conversación, la madera y los
olores del café de Arabia, suavizaban los conflictos y las conclusiones. Ya
habiendo firmado las paces con su conciencia, se fueron a sus respectivas casas.