miércoles, 22 de octubre de 2014

J. P. SARTRE, ANDRÈ Y LA ALEGRÍA



- No, no, déjate de una pura metafísica disfrazada de ética -le dijo, su compañero de viaje en el tren a Jean Paul
- Pero amigo, no te hago más que realismo si te afirmo que sólo hay que existencia - le contestó.
- Sí, pero ves más allá. Igual me da igual lo que sea, lo mismo me resulta lo que haga, !lo acepto, lo asumo¡, Estáte, amigo, algo por encima de las vicisitudes humanas, y sigue su desarrollo como el trascurso natural del devenir.
El tren se alejaba del campo de prisioneros. El más poderoso ejercito alemán los hizo prisioneros y los encarceló hace ya unos 8 meses. Allí se conocieron y su amistad fraguó. Sartre le gustaba escribir, pensaba hacerlo y algo había publicado ya. Andrè le motie, nunca lo pensó. Reflexionaba, especulaba, pensaba pero no tenía ninguna intención de publicar. Disfrutaba haciéndolo. Éste era su premio.
- André, ¿no te provoca vacio el no encontrar ninguna entidad formadora que dé sentido a nuestra vida?
- No, amigo no, el que así fuese, implicaría un profunda aceptación de la realidad. Derriba tus pasiones que te atrastran por el mundo del debería y acepta el es, a las cosas cómo son. Controla tus sentimientos, maneja tu vida. No es una entidad lejana, no, la tenemos metida en el bolsillo de la chaqueta. Capta los derroteros propios del devenir como parte integrante de la vida.
Sartre lo miraba con los ojos grandemente abiertos y pensamientos de admiración. Parecíase pensar en nada, para cuando te sorprendía con una conclusión absolutamente definitoria y definitiva.
Mientras hablaba se desplazaba un mechón de pelo que le caía ondulante por entre la frente. Tenía la nariz recta y la boca pequeña. La mirada era dulce, pero cuando no la fijaba, las arrugas laterales reflejaban su reflexión y seriedad.
- Considero - continuó Sartre, el gran fracaso de la humanidad, estas dos grandes guerras del siglo XX. Creyéndose parte de un grandioso colectivo, llamado humanidad, hemos caído en una suma heterogenea de diferentes y mucho entre si, individuos. Me siento perdido Andrè, ¿donde estoy?,¿cual es nuestro sentido?, me siento vacío.
Alzándose del respaldo de la butaca le dijo Andrè
- ¿por qué?,¿quien te ha dicho que las cosas hayan de ser diferentes?,¿por qué te angustia si no hay nada más y tienes todo lo que hay? Acepta lo que hay con inteligencia y fortaleza. Deja de buscar algo que ni está, que no es más que un sueño inventado, una imposibillidad que te lleva a los fracasos. De sabios es no sufrir por aquello que no se puede cambiar.
Camino iban de Paris, era un día magnifico y bonito de otoño, con cielo azul, limpio y despejado. Jean pensaba en cómo actuar y poner en marcha sus inquietudes. Se iba a afiliar en una facción muy moderada comunista que en Francia estaba creciendo. Había que mirar hacia el furturo, luchar contra la miseria de la vida e intentar cambiarla.

Andrè pensaba volver con Paulinne, con la que soñaba todas las noches y trabajar en la impresora de la editorial para echarse grandes tertulias entre cervezas al fin de la jornada. Volvería a tener inolvidables paseos cada día de cada fin de semana por las verdes dunas de las primeras estribaciones de la cordillera, disfrutando y pensando simplemente en respirar, en el ahora más absoluto.

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