martes, 8 de mayo de 2012

CARTA DE UN FILOSOFO ABANDONADO


Me niego a cree que sea producto de mi incompetencia, de mi imposibilidad. Los hechos que acompañan mi vida y mi relación con la gente circundante me lleva a pensar así al introducirme dentro de la normalidad.

Pero, y sin embargo, estoy muy lejos de tener la capacidad para realizar ciertas acciones o seguir estos caminos dentro de lo común.
Pero, y además, ahí no se queda el asunto, sino que va más allá y califico de tonterías y estupideces estas acciones cotidianas.

Entonces, ¿cómo salir de aquí?, ¿a qué o a quién tengo que aludir y buscar para echar raíces en este movimiento?, ¿cómo borrar mi visión despectiva hacia un tanto por cien elevadísimo del comportamiento social que me lleva insolublemente a la automarginación?

Y es aquí donde comenzamos a encontrar la solución calibrando qué pesa mas en la toma de decisiones.

Y así, ponemos en la balanza de la vida lo siguiente. En un lado de esta, ponemos tu naturaleza e inquietudes y en el otro ponemos la sociabilidad e inquietudes también. Tras esta operación damos algunos pasos atrás y comenzamos a medir los pesos.

¿Que somos unos seres sociales? Si, sin duda.
¿Qué tenemos una naturaleza individual propia? Seguro. Ésta, además, nos ha llevado a construir esta sociedad y la interdependencia que nos invade.

Conclusión. El mal no está, como dijeron algunos, en las personas viviendo en dependencia, sino en el haber montado con la ayuda de nuestra ignorancia un circo de estupideces a nivel internacional.

Quiero creer que no somos tan ignorantes y que sin, digamos, los medios de comunicación de masas o el mercado danzando sin control alguno la sociedad sería diferente.

No quiero ni busco una solución dogmática ni aforística.

Hay que perder el miedo, huir dela vulgaridad, actuar con la razón, dar cultura y realizar, entonces un acto revolucionario.

¿Acto revolucionario?, si. Con la razón debemos de darle la más absoluta vuelta a las razones de funcionamiento de esta gran parodia. ¿Acciones violentas?, !no¡.

Aunque me pese pues es un recurso lento y aburrido en su realización, sólo con la educación y el cambio progresivo en la convicción sobre las cosas, digamos se puede realizar este gran cambio cualitativo.

¡Qué manera de hacer payasadas los políticos!, entiendo que jamás se pondrán de acuerdo por que ninguno quiere hacer.

La enfermedad nos dirige. Es el gusano que se alimenta en nuestro estomago.

Todo lo antiguo, cambiarlo, pues no ha funcionado.

Quedémosnos sólo con la capacidad de calibrar consecuencias, razonar hipotesis y tomar decisiones en base a la historia equivoca consumada.

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