lunes, 16 de septiembre de 2013

ESCRITO DE FILOSOFÍA O CARTA DE AMOR


            Cuando, equivocadamente, veo la inutilidad de la filosofía como ciencia en sí,  cuanta explicación encuentro en aquellos que empezaron a tratarla o, mejor a practicarla.
            Haciendo alusiones etimológicas, que no voy a desarrollar por mi aficionado conocimiento, la filosofía era entendida como el arte del razonamiento, como la ciencia del pensamiento en sí  y por sí.
            En mis primeros estudios, no quise entenderla como tal, soñaba como viaje resolutivo, como medio de unión, como camino correcto y hoy, hay días en los que rehuyó esta definición. Sin embargo, una vez acabados los estudios y en días como hoy, aprecio totalmente la inutilidad de sus frutos materiales, admiro y disfruto con su práctica y me hago consciente de su única utilidad como ciencia resolutiva en los modos del pensamiento. Entiendo sus razonamientos, comprendo sus pasos, llego a sus conclusiones desde sus puntos de partida y tras el disfrute me digo la inutilidad que se tiene con el fruto de su pensamiento.
            Sólo le encuentro la validez ya dicha, en cuanto que te ayuda a enfrentarte a situaciones en las cuales haya diversos elementos relacionados y debas de obtener una estructura formativa en ellos. Te lleva a estructurar tu pensamiento, y a jugar con términos abstractos de modo, sustancia o relación.
            Pero y sin embargo, y digamos, ¡qué poca utilidad resolutiva en el ontológica del estudio del ser!
            Me esfuerzo en salir del rechazo actual  en el cual se instala al pensamiento en sí y por sí. Sólo entendemos utilizarlo con una utilidad práctica. Es más, resulta una afición ridícula, apartada y mal vista aquel que disfruta dándole cobijo conceptual a aquellas cuestiones que no tienen una base material.
            Intento imaginarme un grupo de ilustrados del siglo XVIII, ya sea Racionalistas o Empiristas reunidos en una tertulia, entonces en algún local y ahora en algún café. Inimaginable. Trato de evocar los paseos de los maestros griegos con sus alumnos debatiendo sobre el lugar del conocimiento y cuando trata de colocarlos en loa actualidad , se difuminan mis pensamientos y llego a la locura del ridículo.
            Según lo atrapado en los lugares actuales o empujado en las circunstancias, el arte del pensamiento se desprecia.
Aquella característica que nos define, nos cataloga y nos da el sentido de seres humanos, es decir, el pensamiento sólo y en si, está totalmente desvirtualizado, desprestigiado y abandonado.
                Cuantas contradicciones, fruto de mi corazón y mi razón hablando juntas. Recuerdo a aquel que habló que la razón, en ocasiones, no comprendía a su corazón.
            Maldigo y crítico mis amores o niego su utilidad a lo que a algunos le dan la vida. Defiendo su validez pero el rechazo sufrido, ella, me lleva a su inutilidad.
            Es el escrito de los sinsabores. Es el escrito de la contradicción.
            Me digo y me hablo de la inutilidad en cuanto que la veo como camino y elemento resolutivo de la construcción del mundo.

            Y como final, os diré que estas letras están más cerca de ser una carta de amor que de un razonamiento ligado de manera u otra con la filosofía.

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