Y
levanto sus ojos y le miró a los suyos.
-
¿Y por qué nos tenemos que morir?
Seis
años y sólo la curiosidad.
Una
duda muy tierna.
-
Pues Andrés, no lo sé.
-
¿qué? - estaba acostumbrado a que su padre se lo explicara todo.
-
Ya te digo, mi amor, que no lo sé – se quedó sonriendo ante
semejante cuestión.
Allí
estaba sentados, en las bardas del pequeño jardín en medio de una
gran ciudad.
Sonreía
a la par que la gente pasaba a pocos metros de él.
-
“¿cuantos de ellos se habrán preguntado alguna vez esta
cuestión?, pero ¿tiene solución la pregunta? Y digo y me pienso,
bajito y con temerosidad, que es un imperativo su existencia, siendo
esto lo único que tiene verdad, que su verdad, es la existencia.”
En
aquel momento el hermano, eran mellizos, se giro, sin darle ninguna
importancia al asunto.
-
Es porque si no nos muriéramos acabaríamos por no caber – dijo
con la más absoluta cara de inocencia, pero con una afirmación de
ser una explicación evidente, clara y deducible – dijo su hermano.
-
Sí, Pedro, me parece una razón buena para que nos muramos –
riéndose, o al menos, sonriéndole, le dijo. Siguió pensando - “es
absolutamente una respuesta con tanta capacidad de ser real que las
más grandes teorías o creencias. El valor experimental es lo que
da la verdad y el mismo de este tipo, tiene unos que otros”.
Seguía
pasando gente por el pequeño paseo que dibujaban al rededor del
pequeño jardín.
-
Pero, papa – dijo Andrés, entonces ¿nos morimos todos?
-
Sí, Pedro, sí.
-
¡ah!, ya – le contestó con cara de total tranquilidad, girando
para seguir mirando al frente, tras haberle dispersado la duda, y
poniendo la expresión, tal cual le puso, al saber el sabor del polo
que le compró aquel día.
-
“Cuantas explicaciones hay, habrán y han habido, sobre la
cuestión. Buscarle la razón es un callejón sin salida que muy
pocos toman. Su salida y solución no es deductiva”
Le
cambiaba, siempre, cuando pensaba en esto, el cariz de su rostro
-
“ No hay explicación racional sobre nuestra existencia. O Fe y
creencias, o una indudable aceptación, de su existencia por motus
propio y no por agentes externos a ella. La vida, sólo es.”
Andrés
y Pedro se cansaron de estar allí sentados, los tres, y se pusieron
de pie. Amigos desde siempre y para siempre, continuaron el juego, de
todos los días, y que empezaron al nacer-
-
“qué validez racional le puedo poner a esto” - estaba observando
a sus hijos jugar delante de él.
-
“Cual quiera y un intento en su razón, sería equivocado y al
engañado, le restaría belleza y valor el hecho”
Se
levantó y continuó el camino con ellos, a hacer el recado.
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