El circo
a tres carpas quedaba pequeño.
En el
teatro Olimpia, no quedaba ni una entrada, siquiera la mas lejana en la cuales
sólo se aprecia, y duramente la cara del orador.
El Mestalla
explotaba en sus más de 70.000 personas que habían acudido a ver el gran, único
e inevitable, espectáculo de todos
aquellos políticos.
En el
engaño habían sido, por fin, atrapados, el acto como tal, habíase totalmente reconocido, ya todos sabían a lo que iban, pero su espectáculo seguía seduciendo y
todavía se hacían mítines recordatorios de aquello que fue y que,
afortunadamente, había pasado.
Y allí
estaban, entonces delante del pueblo, inocente que no tonto, discutiendo y
dialogando por un camino ya trillado y sin fin alguno más que el puro debate.
Una vez descobijados
unos y liberados otros, la gran actuación se desvelo y surgió en su esencia…¡el
arte teatral, literario y ficticio, había comenzado!, ¡la política perdió, por
fin, se doble entidad y pudimos disfrutar del espectáculo!
Daban
como correcto, bueno y normal, planteamientos ridículos, reacciones infantiles,
conclusiones de adolescentes enamorados o prepotencia de aquella niña que
aquella noche comenzó a ser una mujer.
Y el tono
y la emoción, en aquel debate, subía tal que el champagne frío en la larga y
alocada noche de verano, a medida que se iban creyendo sus propias, preparadas
y sabidos errores. Que utilizados como tales se convertían en grandes mentiras.
Y las
bellas palabras y brillantes razonamientos, perfumaban con colonia barata del chino,
toda la podredumbre allí almacenada.
Y
observaba a aquella, en aquel caso, Política, y contemplaba, impresionado con
la misma curiosidad del científico, con la frialdad de aquellas palabras. Ella
no era tonta y sabia exactamente todo aquellos pequeños errores en su discurso
que enmascaraban a todas las mentiras.
En
algunos momentos, tapaba con las manos mi boca y suspiraba, el aire de la
resignación, mientras éste pasaba entre mis dedos.
Con frialdad actuaba aquella
persona, y ante ésta, llegué a la conclusión.
De tanto navegar en las heces de
la vida social moderna, han perdido el olfato, y consecuentemente, las manejan
y tratan, la basura, entre los dedos, con facilidad y convicción.
Sólo habían, para mi mal, dos
opciones. O bien esta mujer era o padecía algún grado de deficiencia mental u
opinaba, murmuraba y se bañaba en el poderío, de sentir que está sirviendo y
llevando, allá por donde han querido, a un pueblo, todo en si, ignorante.
Tal cual gran película de
misterio, en la que será el último fotograma el que te dé la explicación al trama, así me encontraba mirando a aquella persona.
¿Cómo podíamos, el resto de los
ciudadanos aguantar este espectáculo degradante e insultante hacia nuestra
persona?
Con un trapo de lija, debíanse todos
lavarse la boca de las falsedades que tan agusto se meriendan con nuestros
impuestos a través de siempre justificadas, justas y necesarias, comisiones y
dietas, propias de la clase, ya formada
y existente, de los dirigentes políticos.
Lo vi como el teatro, quise
pensar que actuaba.
Excelente, magnífico, que control
y dominio de los ritmos de discurso!, ¡que organización de ideas!, ¡que
expresiones tan estudiadas y minuciosamente colocadas!
¡Oh!, aquel Dios que aquellos
adoraban, pero que sí que existe, cose, con hilo de seda de pescar, la boca de
aquellos que saben que y hablan sin buscar la verdad.
La falsedad en la sociedad actual
occidental, es el pan de cada día.
La obviamos y vivimos
absolutamente sumergidos en ella, sin más caso que como a aquellos pequeñas
gotas que caen a principios de Octubre.
Detrás de aquella sonrisa
pululaban las intenciones interesadas.
La sonrisa era artificial,
automatizada y practicada delante del espejo de aquel pequeño, pero caro ático comprado con el dinero negro del último
concurso y concesión en y de , los terrenos municipales.
Oyendo a hablar aquella mujer,
repitiendo, con grandeza y méritos, la gran decisión de salvar el país, aceptando
unas condiciones en aquellas circunstancias que existían.
El más tonto de mi clase, y lo era y mucho, hubiera (o
hubiese, señora política) deducido hace tiempo la solución, que tras un año,
entre los más grandes e inolvidables discusiones, negociaciones, conflictos,
enfrentamientos, han tomado ellos, los que no saben que con toda su inocencia y
desconocimientos, viven en la falsedad que ellos mismos han construido.