La verdad es la felicidad. No comparte
ningún otro rinconcito con nada más.
No tiene, la verdad, ninguna forma
objetiva, definitoria, conceptual.
La verdad alude solo y unicamente hacia
lo que nos produce el placer de nuestra existencia.
La forma, ocupación o manera son
totalmente secundarios.
No tenemos ninguna esencia definitoria
más que el estado de la felicidad.
Nuestros instintos murieron con nuestra
capacidad de elección y con ellos nos llego la responsabilidad de la
opción en nuestra vida y búsqueda de actitud correcta.
La teoría nos envuelve en un sin
soluciones activas.
Es la maniobra del vivir disfrutando de la
existencia puntual como un estado personal y transitorio que nos
obliga a su disfrute.
La elección no es conceptual, sino
dinámica.
No es un sustantivo, sino un verbo
cargado de intencionalidad.
El carpe diem que difumina la rigidez,
marca la felicidad y mata del objetivismo y nos introduce en la
felicidad del camino.
Solo encontramos la realización y
razón de ser de la realidad en nuestro gozo personal.
Ésta es la verdad.
Cualquier otra explicación filosófica
será falsa.
La Filosofía es un arte de
divertimento.
No nos soluciona nada, puesto que no
nos da ninguna solución real, objetiva, cierta.
Es una herramienta de progreso
intelectual, de tratamiento mental, de incremento racional y cultural.
La Metafísica son suposiciones,
intuiciones, esperanzas, convicciones, pero no son sino divertimentos
al compás de nuestra ansias de resoluciones.
Buscarle un fin y objetivo a la vida es
un camino equivocado o una acción infértil.
Caminar entre la alegría, la
diversión, el gozo son los únicos motivos de realizar la
experiencia vital.
Qué problema es ser un loco si lo eres
siendo feliz.
Si la cordura te lleva a una seriedad,
sindisfrute, ataraxia, distancia, frigidez, aun encontrándole justificación, es una
contradicción existente, es una antinomia.
La vida deja de ser un regalo y se
convierte en una lucha contra la incomprensión.
La actitud válida y única es el
disfrute máximo de cualquier momento, entendiéndolo este como
único, ultimo, irrepetible y pasajero.
Si buscamos otro motivo transmundano
que supere al momento de acción, estamos perdidos.
El único mecanismo impositivo es la
acción momentánea e instantánea por la propia entidad del momento
resolutivo sin tener que ir más allá.
No hay fin en el camino, sino que el
camino es la propia resolución diaria..
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