I
Es evidente que por el camino
marcado en la manera establecida de funcionamiento y relaciones humanas, ya
sean sociales, personales, o económicas, nos lleva insolublemente a la deshumanización.
Es fácil de concretar los
valores y objetivos sobre los cuales pendula, actualmente, nuestro existir y también es
sencillo concluir que los motivos de funcionamiento solo enriquecen al propio
sistema y empobrecen nuestra naturaleza y esencialidad.
El aspecto ético si que
avanza, pero va hacia adelante sobre normas de pura acción social-normativa y
ninguna convicción moral.
El sistema se agota.
Las razones de funcionamiento
se han quedado obsoletas.
El comunismo es inllevable,
el capitalismo nos deforma; o es el estado que se impone o es el mercado quien
nos domina.
El individuo se difumina.
Las personas dejamos de
decidir sobre nuestro futuro.
El cambio es necesario pero
ordenado, con fines objetivos y conscientes.
II
La solución debía de venir y
estar en manos de los dirigentes; o bien los palpalpables o bien los fácticos.
Es decir o la política o los elementos endémicos, es decir, las fuerzas económicas.
Los primeros son unos grupos
de engañados por el poder y tentados y corrompidos por el dinero, que mas que
ayudar, perturban, ensucian y molestan.
Las fuerzas primeras, las económicas,
el baile del dinero, son muy listas y actúan dentro del sistema, con normalidad
y legalidad. Estas van deformando el futuro.
Vemos con absoluta normalidad
los actos racionalmente ridículos, de los mandatarios, pero que están totalmente enmarcados en la
sociedad.
La acción, visión y
objetivos, en el campo empresarial actúan, pues así se permite dentro del marco
y estructura legal.
III
Me cubro de vergüenza cuando
oigo a la clase política vociferando mentiras, conclusiones interesadas o
verdades escondidas y, como puntilla,
toman al pueblo como tontos e ignorantes.
Votamos, pues sentimos la obligación
dentro de la democracia y por las ansias de cambios. Si solo fuera por su
presencia y el contenido de sus discursos, lo que nos llevase a salir de casa a votar, el
tanto por cien de los que saliésemos se dividiría, digo yo, por seis al menos.
Los excluidos, auto o por
diferentes razones, del funcionamiento social, no traerán los cambios. La protesta
de esta manera solo produce más desequilibrios sociales que son más
perjudiciales para los individuos.
El cambio ha de ser ordenado
y profundo.
No formal, sino básico y
esencial.
No es una corbata o pendiente,
son unos valores formadores y constitutivos u otros.
IV
La solución es difícil y
complicada.
No es el darle la vuelta a la
tortilla, sino que además hay que cambiar la sartén.
Digamos y por ejemplo que la máxima
competitividad sin más razón que ella misma, enajena al individuo.
La ambición material no
satisface ni justifica la vida de una persona allá, en los albores de su vida.
La formación espiritual,
vital, social y cultural permite a las personas, realizarse como tales.
El ser humano tiene una
diferencia abismal con el resto de la naturaleza que lo engendro.
No la imitemos y actuemos tal
y lo que somos.
V
Conclusión:
La solución se encuentra en la pura educación y en la actuación correcta de los individuos.
No hay estructura alguna que dé, por ella, ningún estado correcto.
Sólo las personas actuando correctamente pueden hacer que todo funcione.
Tolerancia, respeto, comprensión, honradez y ayuda.
Estos principios no nacen con ninguno de nosotros. Nuestra naturaleza no nos los da. Estos actos primeros y necesarios para el funcionamiento correcto se enseñan.
Educación, educación y educación.