lunes, 12 de marzo de 2012

ECONOMÍA Y VALORES MORALES


                Cometemos el gran error de confundir ambos términos, aunque también es verdad que poco hacen, los implicados, porque no quieren distinguirlo o  no lo saben.
            Es decir, aludimos a una moral, unas convicciones, una estética, unos valores éticos y otros perfiles, cuando apuntamos a construcciones económicas. Así pues, diferenciamos necesariamente a un pensador de Izquierda en cuanto  al predominio del estado con una persona creyente y practicante, así como lo mismo hacemos cuando hablamos de una persona de economía de mercado abierto y, digamos, de los matrimonios entre homosexuales, ya sean ellos o ellas. Confundimos constantemente los valores, deseos, posturas con planteamientos puramente económicos.
            Las totalidades explicativas nunca la han tenido, la razón, pero ahora menos sentido. Vivimos inmersos en una división política que actúa bajo este confuso y falso reglamento. Las estructuras rígidas pertenecen ya a otro siglo. Tolerancia máxima en las múltiples posturas.
            Las incontrolables corrientes ideológicas demuestran su inutilidad.
            La dimensión humana, por definición, no tiene jamás un marco único de actuación, comprensión o dibujo.
            Los que se clasifican o clasifican de manera rígida optan por un camino equívoco.
La practicidad económica se debe de imponer a nivel público a otros valores de tipo personal o moral que tienen que ser una elección propia.
            En la política actual se mezcla todo. En sus puros y duros intereses de partido insertan valores ideológicos o morales con intención normalmente descalificadora y que en raras ocasiones están hechos en el único fin de la política, el bien común.
Los dirigentes del mundo son mi mal de corazón.
Tienen los pies clavados en ideas inamovibles.
El funcionamiento correcto de la democracia desaparece respondiendo a valores propios del partido político y no al interés común.
Quizás y sólo quizás y en estas circunstancias, mas valiese la pena unos tecnócratas o único dirigente con una entelequia propia que en una democracia en cuya único objetivo es el poder, independientemente de lo que consiga o haga por el pueblo.

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