lunes, 22 de junio de 2015

LA EVOLUCIÓN DESVIADA





Los Antropólogos que entienden del asunto fijan la aparición del Homo Sapiens Sapiens, es decir nosotros (bueno, casi todos, pues me niego que me metan en el mismo saco de Chimpancés o Urangutanes, con su perdón, de energúmenos y mostruos cual,  y han habido más,  como hitler. Escrito en minúsculas y pronunciado con desprecio).
Volviendo al asunto, llegará la última glaciación, comenzaremos a asentarnos, a cultivar y surgirán las primeras culturas como tales. Los grupos sociales y las comunidades llegarán y con ellas el fin de la evolución.
El grupo protegerá a los débiles y la selección genética, conforme a las leyes propuestas por Darwin,  desaparecerá. El ser humano ya no cambiará físicamente.  Aún siendo un individuo más débil,  la comida a tu alcance será la misma y podrás tener la misma o más descendencia.
Nuestro cuerpo no ha cambiado básicamente desde entonces y sigue preparado para aquellas condiciones en las cuales dejamos de evolucionar.
Y aquí y entonces, tenemos el gran problema.
Los modos, usos y costumbres de la vida actual, nada se ajustan a esos modos, usos y costumbres  para los que la evolución nos programó.
Alli paró y como tal nos dejó.
Digamos e investiguemos:
Nuestro sistema auditivo evolucionó para trabajar con unos umbrales bajos auditivos, pero muy sensibles para captar el sonido del Reno pisando la nieve. Actualmente nuestro sistema, en las ciudades (80%población mundial) soportan unos niveles bastos que enturbiar nuestro funcionamiento mental pues no estamos preparados para ellos.
Cuando paramos de cambiar, nuestro cuerpo debía realizar,  digamos y me lo inventó, diez kilómetros diarios. Ahora no. Sedentarismo. Al único recorrido de casa al garage. Nuestro cuerto y en consecuencia nuestra mente sufre. Mente sana en cuerpo sano.
Es decir, no es qué me guste más o menos la vida actual, es qué, no fuimos preparados,  vía Natura, para ella.
Para encontrar el camino, motivos y acciones, sería covenien estudiar también nuestros principios antropológicos.
!Pardiez!, sin la cultura no seríamos lo que somos (vaya frase tan peligrosa ), pero jamás hay que olvidar que la construimos por encima de nuestras bases físicas. Es la segunda naturaleza (Aristóteles ), pero antes la primera.
Urbi et orbo, pienso.



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