sábado, 19 de octubre de 2013

LIEBNIZ EN LA VERA DE LA MONTAÑA



             Andaba con la cabeza baja recorriendo con la mirada las piedras que encontaba en su camino. Escuchaba con interés al maestro pero no creía sus palabras 
- Pero señor,  qué me dice usted, de verdad piensa que vivimos en el mejor mundo posible?
               Liebniz apenas levantó la cabeza. Era un hombre agradable,   relajado,
tranquilo. Decía que para pensar bien había que hacerlo despacito y vivir, en consonancia también. La vida le había llevado por
 toda Europa, dandole pensamientos y alejandole de posturas que no quería procesar.
- Entonces, Andres, me dices que tu crees en un mundo que fuese mejor   que el que tenemos?
- Sí, contesté rápidamente.
- Como cual -insistió.
- Uno en el que no existiera la muerte.
- Entonces qué sentido  tendría vivir
- Bueno, pues qué el mal no estuviese en nuestra cabeza.

- Entonces tampoco existiría el bien, pues la opción del mal habría sido totalmente descartada.
                    Sí, entendía su razonamiento pero me seguía hundiendo en la incomprensión. Se paró y comenzó a dibujar unos puntos en la tierra, repartidos totalmente al azar. Se inclinó, y con pausa se acerco a mis oidos y me dijo
- hay algún orden con lo que lo he realiza?
- No - le dije, los has marcado como has querido.
                 Al contestarle esto, me apartó de los puntos, dibujó sobre ellos un eje de coordenadas, se giró y me dijo
- Baja al rio y refrescate con calma y luego vuelves con despacito.
                  Cuando comencé irme, vi como se separaba unos metros, se sentaba en un viejo tronco y con la cabeza entre sus manos hundía la mirada en el dibujo.
                   En el momento de mi vuelta estaba en la misma posición, me volcó la mirada y me dijo
- Si sacamos una integral dentro de las funciones elevada a la potencia misma del punto anterior encontraremos la posición exacta del proximo número. Estas operaciones, esta formula que te he contado es la mejor manera de relacionar todos los puntos. Es una ecuación  y sus condicionantes que lo consiguen darle orden y razón. Entendí el motivo pero necesitaba preguntarle.
- Y esto que tiene que ver con la necesidad de la vida?
- Andres, cambia cada punto por un hecho, sea cual fuere en el mundo, busca una ecuación que los conecte todos de la mejor manera posible y tendras a la vida construida.
-Y la libertad?
- La libertad,querido y joven amigo, es lo que hace posible y necesaria la ecuación, pues le da una razón de estar allí  a cada uno de esos puntos. Vivimos en la mejor posibilidad de existencia.
                     Ciertamente no acabé muy convencido. Que me dijese que este mundo era la mejor combinación que Dios pudo hacer, me constaba entender .
                      Nos despedimos en la cumbre de la montañita, pues su casa y la de mis padres estaban cada una a una vera. Lo vi alejarse, despacito, tranquilo, sosegado. Me había quedado impresionado de su capacidad para relacionar entre ecuaciones, integrales y geometría todos los puntos constitutivos, pero que lo que entendemos como vida sea esta mejor realización entre todos los componentes que conocemos y que si combiasemos alguna variable la vida no sería posible como tal, no acabó de convencerme.Imagino que fue porqué nunca quise encontrar un orden geométrica de la realidad.

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