viernes, 27 de abril de 2012

CAFÉ VII. LA JUSTIFICACIÓN SOBRE EL AJUSTE




-         Andrés –le dijo Antonio, ¿me dices que no hay una realidad objetiva y todo lo que tenemos no son mas que visiones que se ajustan y nos valen para predecir aún razonando sobre la mentira?
-         Hombre, Antonio –le contesto, el significa es eso, pero lo has trasmitido de forma algo cruda.
-         Pues venga, arréglalo.
-         Mira, amigo, no es más que una relación probabilística. No sabemos la relación y razones por las que se producen ciertos fenómenos físicos sino controlamos las circunstancias y el resultado, pero y te replico, no es más que probabilístico.
-         ¿Las razones, por ejemplo de atracción entre la luna y la tierra, te refieres?
-         Sí,  hasta que no llegó Galileo y empezó a describir la realidad según lo observado y visto, la física funcionaba con unos motivos definitorios y necesarios. Actualmente es sólo un motivo que ha funcionado hasta ahora pero que no se refiere al motivo definitorio. ¿quién puede asegurar que cuando abramos la mano mañana, la cuchara flotará y no caerá?, ¡hombre!, claro que sí, siempre ha pasado.
-         Claro ¡es que siempre ha pasado!, es discutir casi una tontería.
-         Es decir, la única razón que valida todo el proceso es la repetición del hecho. La concordancia, validez y comprobación de los datos no son nada más. El espacio-tiempo observado y tratado por el ser humano, no es más que una millonésima parte del movimiento físico.
-         Entonces ¿puede ser que mi huevo frito de desayuno mañana suba y se eleve cuando lo abra?
-         - No Antonio, no, porque no lo abrirías cuando vieras todo el aceite flotando entre la lámpara de la cocina.
-         Dime algo más –dijo riendose
-         Por ejemplo, Heráclito de Éfeso,  habló de amor y odio. Esto, le daban una explicación trascendental de los hechos y los justificaba de una manera inmutable e invariable.
-         ¡Diablo!
-         Y para acabar, esta es la más pequeña e inocente verdad a medias con las que vivimos. Convencidos estamos de la realidad y competencias de autenticas tonterías y banalidades.
El camarero observaba y oía a Andrés y Antonio. Su cara de escepticismo era tan visible que se apreciaba en el vaso de su refresco. Al final y extrañamente hizo un comentario
-         Que pensamientos más inútiles e innecesarios, amigos.
-         No – Dijo Andrés. El descubrir y saber verdades da un equilibrio mental muy importante.
-         ¡El equilibrio es llevar unos vasos llenos en la bandeja!
Los tres rieron y se marcharon, todos al trabajo.

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