sábado, 29 de diciembre de 2012

LOS REYES MAGOS




            Los niños ansían los juguetes pues los cazan y persiguen para conseguir esta ansiedad en ellos.
            El jugar y divertirse se convierte en una carrera de ambición y competitividad.
            El juguete ya no es en el divertimento sino la búsqueda de más.
            La celebración de la Navidad se convierte en un asunto de negocios, de dinero, de engaño y de estress. El bombardeo, a los más débiles, buscando el engaño y consumo es máximo. El que planifica el anuncio busca como manipularte para llevarte allá donde él lo quiere. Me producen desprecio.
            Es complicado juzgar estas maniobras pues es parte integrante del sistema en el que nosotros nos movemos.
            Cuando hacemos referencia al exceso publicitario en nuestros quehaceres diarios no llegamos, normalmente, a calibrar la dimensión y consecuencias de este hecho.
            La construcción malformante o la degeneración vital que nos provoca la publicidad es  total.
            Habrán pasado pocas veces que el más simple elemento produzca el mismo divertimento que otro objeto caro y publicitado que trae consigo competición entre los amigos y desazón en el esfuerzo económico que produce en aquella persona que se lo regala porque lo/la quiere.
            Esto lo escribo con mi más firme convicción, en la que asuntos como estos no hacen más que complicarnos la existencia.
            Sin las falsas necesidades que nos provocan los diferentes intereses que pululan entre nosotros y que se enriquecen con los parias, viviríamos de una manera mas sencilla, fácil y relajada.

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