domingo, 23 de diciembre de 2012

LA ÉTICA FORMAL




                Y el centro de gravedad del pensamiento pasó a ser el ser humano y el medio de juzgarlo y describirlo fue su propia razón formadora.
                Se buscó el funcionamiento del mundo circundante fuera de la omnipotencia y consecuente sinrazón divina.
                Y llegó la ética formal conceptualizada.
                Cualquier contenido que se le dé a una u otra teoría ética siempre puede ser negado y rechazado debido a la propia esencia y naturaleza de estos primeros principios de actuación pues ninguno, como obligación moral, son elementos necesarios.
                Ante esta verdad descriptiva, Immanuel Kant conceptualizo un sistema aséptico, sin contenido, sin obligaciones, deberes, juicios, desprecios o amores.
                Era por fin un  asunto con elementos necesarios y no construido desde la creencia ni la individualidad. Un modo formal de actuación. Sólo manda la razón y su lógica.
                “No hagas a nadie aquello que no quisieras que te hicieran”, esto nos dijo.
                Salvo deformaciones, disfunciones, enfermedades u otras cuestiones que son sólo una minoría  de la población, la aplicación de este principio funcionaría sin duda a todos los niveles.
                Para aceptar y poner en funcionamiento este uso, desde luego se debe de tener un concepto de igual validez de cualquier otra persona. Si alguien siente la superioridad personal ante los demás, sería  imperfecto y malo el axioma. Pero, no hay problema en este caso pues sería parte de esa minoría con disfunciones o problemas mentales.
                Si hacemos una ética fenomenológica en la que no impongamos ningún tipo de valor totalitario y partamos de la individualidad válida, es el principio constitutivo.
                Por necesidad, nuestro amor propio que nos lleva a no querer el dolor personal y la propia piedad natural hacia los que te rodean darían como resultado una sociedad mejor. Si la intentamos construir bajo cualquier otro motivo siempre habrá alguna otra persona que tendrá motivos suficientes e igual de válidos, para negar tus convicciones.
                El problema, como siempre y en todo estriba en cómo poner en funcionamiento este principio en el proceso educativo.
                A nivel familiar, seguro e imprescindible.
                A nivel social e internacional sólo sería posible con la culturización y concienciación de los elementos de igualdad, pues en la historia y en la actualidad existe el sentimiento de desprecio constitutivo de los congéneres, por religión, raza, lengua, cultura y otras memeces y tonterías al ser tomadas como aspectos valorativos, claro.

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