Aquella mujer me
preguntó sobre la vida mientras envolvía en ella cuando me miraba
para que le respondiera.
¿Somos razón,
inteligencia, ansiedad de conocer?
Me seguía
interrogando, cerca, muy cerca de mi con hermosa mirada y la vida me
entraba en mis venas y me aferraban a mi ser.
Pero ¿donde
encontraremos nuestra realización?, ?¿en las investigaciones
teóricas, en el conocimiento?
Seguía hablando,
mientras yo sentía, en compañía de su sonrisa, como me sentía más
y más vivo que nunca.
Le dije, ¿acaso tú
has visto a un gato llorar?, o ¿maullar de tristeza al estar alejado
de su gatita?, o ¿acariciarse lentamente bajo la luna llena?
No - me dijo,
mientras sus pestañas parpadeaban, ondulantes e inocentes.
Y seguí ¿tú
piensas que un gato no piensa cuando debe de calcular la distancia y
el momento en el cual disparar su cuerpo para atrapar a su presa?, o
¿no razona cuando recorre su territorio y lo vigila buscando cambios
y diferencias de la ronda anterior?
Bueno debe de hacer,
claro, es un calculo necesario – me dijo mientras muy suave y
pausadamente se retiraba, entre mis sueños, su cabello que le caía
por encima de su nariz.
Y siguió
preguntándome mi opinión sobre esta temática. Inteligente,
curiosa, inquieta. Mi alma seguía escandalizada ante los
sentimientos que en ella surgían.
Pero, nosotros
también razonamos y mejor que los animales – siguió
Sin duda –
continué
Entonces – se
dispuso a preguntar mientras se inclinaba un tanto más hacia mi
persona, ¿qué nos diferencia realmente de ellos?, ¡qué es lo que
al ser humano nos hace ser lo que somos?
¿Quieres saber mi
opinión, de la que estoy absolutamente convencido?- le dije
mirándola y perdiéndome entre sus ojos oscuros.
Sí, tengo
curiosidad – me dijo, ya casi nariz con nariz.
En aquel momento
decidí ser persona y dejar escapar aquello que nos diferencia de
todos los demás animales.
La bese y ella a mi.
Me sentí más
persona que nunca.
Los cefalópodos,
cualquier sepia o pulpo, también razonan y piensan.
Los delfines se
comunican.
Los chimpancés
tienen sociedades.
Pero ni uno, pero
ninguna, se besan como lo hicimos ella y yo.
Lo que caracteriza y
diferencia al ser humano del resto de los animales, es nuestra
capacidad para tener sentimientos complejos y secundarios por encima
de nuestros instintos primeros. Un pequeño pajarito no hecha de
menos la suavidad de las plumas de su mami, sino la comida que ella
le trae.
Ella se fue.
Y yo viendo a los
gatos razonar, recorriendo sus posesiones, pensar el lugar donde
esconderse, lloré su ausencia balo la sombra de las estrellas y fui
ser humano, muy ser humano.
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