Y
el ser humano, allá donde se creía que estaba el centro de la
civilización, se pensaba capaz de tener un dominio total sobre el
conocimiento, sobre la técnica y sobre la forma y manera de vivir.
Los
Ingleses, franceses y Alemanes, sobre todos y algunos más, tenían
el total control mundial.
Las
grandes teorías económicas, producto del la segunda revolución
industrial, al hacer extensivo el comercio y los mercados, explicaban
su funcionamiento y eran aplicables. El mercado tomaba vida, era la
mano invisible de H. Spenser
La
Filosofía se movía en términos del Objetivismo total, caso de
Hegel, o la elevación del hombre a su máxima independencia como
tal, tal como postularía Nietszche.
Los
democracias incipientes comenzaban a ostentar el poder de las
decadentes monarquías absolutas.
Los
avances técnicos eran acelerados e impresionantes. En pocas decenas
las distancias se evaporaron, tanto por los medios como por sus
comunicaciones.
Con
el fonógrafo de Edison, lo que antes eran meses de comunicación,
Europa y los EE.UU, se convirtió en minutos. Jhoin Ford hizo
asequible el coche a las masas, el hombre empezó a dominar el cielo
con los dirigibles de
Solomon Andrews y los aviones de
Ader, los aires se alejaron de los sueños, Inglaterra, Francia,
Alemania eran cruzadas por grandes vias de trenas. El gran tren
transiberiano tomo vida y se pudo cruzar toda Asía. El mundo se
hizo, en pocas decenas, más pequeño.
Todo
era avance técnico, Medico y Científico, y, además, Europa llevaba
varias decenas de años sin guerras entre los países conformadores,
que salvo en la alta edad media en la cual la historia se paró,
jamás había ocurrido.
En
estas circunstancias y por la disputa de unas fronteras tan lejanas
para los habitantes de la Europa occidental y pequeñas para los
grandes imperios, como fueron las de los países de los balcanes, en
este caso Servia, surgió una guerra que engaño a todos, tanto en su
concepción como en su desarrollo.
La
ilusión por ella de la juventud, por diferentes motivos en los
países, como la solución rápida esperada por los dirigentes, se
difuminaron en la crueldad y duración de una guerra, que aun
equiparable a todas las muertes en la historia realizadas por la
violencia, jamás pilló tan de sorpresa ni fue tan desconocida como
entonces.
Los
soldados Alemanes, decididos y comprometidos, seguros de su
superioridad, los soldados Franceses, decididos y sintiéndose
justificados, los soldados Ingleses decididos y seguros de devolver
el orden, fueron a la guerra engañados de lo que se iban a
encontrar.
Se
dieron cuenta pronto, de lo misera y retorcida que puede ser la
naturaleza humana y que ellos no sabían ni se esperaban.
Sintiéndonse ratas en la trincheras. Supieron que su vida no valía
más que el precio de las balas. Concepto del ser humano cayo en
picado por el camino de la angustia.
La
gran guerra, la primera guerra mundial, acabó.
En
los países vencedores la angustia anido en el alma de la sociedad y
cayó en el olvido. La frivolidad se hizo dueña de su mundo y
llegaron los felices años veinte en los cuales solo querían
esconder lo que ya sabían que había pasado.
En
los países vencidos, la rabia y la humillación había hecho
estragos. La máxima racionalidad centro europea estaba siendo
vencida por la ideología ciega. Las estructuras democráticas se
iban deteriorando.
La
concepción de la estructura anímica de las personas cambió. Freud
entendió que teníamos otras fuerzas que actuaban sobre nosotros y
desviaban nuestra consciencia, el Eros, el Tanatos, nos impulsaban a
la atracción o el odio, hablo del consciente, Subconsciente e
inconsciente. El ser humano dejó de ser una unidad completa a
explicar. Las nuevas ideologías surgieron ante la caída de las
antiguas estructuras. Lenin revolucionó al pueblo ruso contra las
anquilosadas estructuras monárquicas de los zaristas. Picasso cambió
el arte. Munch reflejo la angustia. El existencialismo sustituía
todo tipo de objetivismo en el pensamiento. El ser y la nada, no más
que ser, nos hablará J.P Sartre. Fuimos parte de la nada y nos
convertimos en puros individuos atrapados en el movimiento del
tiempo. Es la revolución de las masas que ya había anunciado Ortega
y Gasset. La física también tuvo un gran punto de inflexión,
cuando Einstein en 1905 y en 1917, dio un vuelco a la concepción del
tiempo y del espacio que la especie humana tuvo desde su nacimiento
como tal.
En
estas aguas calenturientas, en este caldo de cultivo, agarro el
poder, tras la aceptación de su pueblo, el mayor asesino, por
cantidad, que jamás ha existido, Hitler.
Con
el odio acumulado creó el ejercito mas grande y potente nunca jamás
visto y que solo fue vencido por la propia ceguez que el odio y la
ambición le puso en los ojos al, ya entonces dictador, en su intento
de conquista Rusia.
Tras
los 80 millones de muertos en las dos guerras, el mundo vivió
pendientes de un dedo que apretase un botón y el Argamedon llegase a
la tierra en forma de guerra atómica.
Un
siglo desastroso, un siglo en el cual el ser humano perdió toda la
confianza en si mismo.
Y
toda esta miseria la heredaron las generaciones nacidas tras la
segunda guerra mundial, buscando cualquier tipo de salida diferente a
los hasta entonces impuestos, movimientos hippies, drogas de evasión
y buscando nada, absolutamente nada más que la huida.
Las
últimas del siglo XX nos hemos encontrado con nada.
En
la actualidad la inquietud humanística es nula.
Podemos
encontrar en pequeños grupos algún tipo de acción reflexiva o
filosófica discutiendo sobre nuestro futuro o naturaleza. Pequeños
y escondidos por no caer entre las miradas de incomprensión de los
grandes programas de espectáculos actuales.
La
creencia en la construcción de un mundo seguro, cómodo, humano,
feliz, tolerante y pacifico está absolutamente y totalmente perdida.
El
practicismo de arreglar como podamos lo que hay para sobrevivir es la
seña de todo el movimiento. Es el camino, pero no el fin ni el
horizonte que ya no existe.
A
nivel del orden mundial, estamos todavía viviendo las consecuencias
de las tensiones propias del mundo occidental y esto produce mas
desasosiego.
Ni
siquiera la angustia de Jean Paul Sartre tiene cabida, el pasotismo y
la ocupación en trivialidades es máxima.
Abogo
por recuperar la confianza en nuestra especie y genero.
Creo
y pienso que podemos seguir buscando una máxima realización de las
personas en todos los lugares del mundo.
Cansado
me encuentro ya de escuchar como idealistas y utópicas, es decir
irrealizables palabras como estas.
No
lo hagamos imposible y partamos de lo que hay.
Hemos
de recuperar la confianza en nuestras posibilidades y salir del
infierno al que la sinrazón del siglo XX ahogo a nuestros pueblos.
El
conjunto de circunstancias y hechos que sufrió el mundo en aquellos
años no tuiene por qué significar un hecho definitorio y definitivo
del ser humano.
Que
dejen de llamar soñador a aquel que luche y busque un mundo mejor.
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