- Andrés, veo que no has cambiado – le dijo Marta, quitándose, con suavidad el flequillo de su pelo negro, muy oscuro, que le caía, fatigadamente sobre su frente.
- Sí, Marta, sigo siendo el mismo y también lo que te digo es verdad.
Y la música seguía sonando en el
fondo del bar y el anzuelo que había pescado aquella conversación,
todavía bailaba entre las notas. Marta marcaba siempre, sin ninguna
intención, una distancia gigantesca entre ella y el mundo, en el
oscuro color negro que la dominaba, tanto en su cabello como en sus
ojos - “o bendito misterio, pensó más de otra persona”
- Marta – siguió Andrés- es una autentica realidad y no tiene menos razón de ser que no serla que aquella que tu abogas como cierta. A ver ¿cual es la diferencia entre aquella y esta?, la intensidad de existencia es la misma, sino mayor en esta de la que yo te hablo.
- Andrés – replicó Marta esbozando una pequeña sonrisa y moviendo con una lenta locura su cabeza de lado a lado- ¿me dices que trasladas a una realidad entre las notas de aquella canción?
Volvió a reír. Exultante seguía,
aquella mañana, como pudo haber sido cualquier otra, de alegría y
felicidad. Era capaz de obviar al mundo en toda su inmensa e infinita
pequeñez. Tenia la virtud de olvidarse de lo supuestamente evidente.
Disfrutaba con Andrés, no porqué le convenciera en sus grandes
actos de asuntos trascendentes, sino en el viaje hacia la diferencia.
- Marta, sentí la realidad realidad de tiempos pasados, escuchando aquella canción y fui capaz de mantenerme en ella. Fue un esfuerzo voluntarioso de no volver a la actualidad. Te aseguro, amiga, que durante un rato, estuve, textualmente, en otro lugar. Era absolutamente consciente de que no estaba en el tren que parecía. Y te digo y continuo ¿por qué vale más una que otra?, ¿porque en una te puedes romper una pierna?, ¿esto es la esencia de la realidad?
La risas de Marta, ducharon de alegría
todo el café.
- Vale, y ¿podremos hacer continuo esta nueva realidad?, ¿no es totalmente dependiente de la primera, dura y traicionera?
- Bueno, bellísima – le dijo mientras le sonreía con sinceridad y hermosura- quizás es un asunto más de episodios y viajes puntuales.
- Es decir, ¿un bono-realidad virtual? - le dijo mientras gesticulaba la operación espacial.
- Sí, pero no realidad virtual, si no, y hazme caso, unos episodios personales auténticos, reales, con una igual validez a tu nivel personal como la de aquella realidad en la que te puedes romper la pierna – volvieron a reír.
En aquel mismo instante, pedro apareció
de improvisto. Gorro, gabardina y paraguas cerrado y muchas ganas de
tomarse algo calentito
- tal y como un café, amigo – le dijo al barman, que era, se pensaba él, el que mejor se lo pasaba entre aquellas conversaciones.
Tenia una cara de extres, pero fuerte y
decidida.
- ¿Qué ocurrió allí arriba?, tu cara me dice que allí donde se creen que deciden el trascurrir del mundo habéis tenido movida – Marta tenia la facilidad de hacer cualquier comentario aceptable y divertido.
- ¡Discutiendo medios de reparto de la última edición, por ti impresa, Andrés, con las fotografías ilustradoras tuyas, Marta! - dijo Pedro, esbozando una sonrisa algo cansada, pero nunca y como siempre, cansada o perdida.
- ¿Has venido buscando otra realidad en la cual sumergirte?, le pregunto desde el misterio que solo ella sabia poner.
- ¿De qué me habla tu amiga? - dijo en irónico a Andrés.
- De la desconexión del momento actual y el disfrute del recuerdo de otras situaciones – le dijo la propia Marta.
- No, no te he hablado de ello – contesto Andrés.
- Andrés – le replico Marta- si que lo has hecho.
Enfrentaron sus miradas con una enorme
dosis de amistad.
- Mira que me voy, pues sé de lo imposible que es seguir cualquier conversación ya empezada de cualquiera con Andrés.
- Hazme caso, Pedro, hazme caso. Las mujeres tenemos más concepto de la realidad y practicidad que los hombres.
- Será de otros hombres que conoces – le dijo Pedro mientras se terminaba el café con leche.
- Entonces, si esto es así ¿dirigiréis el mundo? - preguntó Andrés siempre con una sonrisa a sabiendas de la poca repercusión que estos pensamientos tendrán en sus vidas.
- Sí, no lo dudes, y tú harás filosofía para explicarme por qué y Pedro hará las cuentas. Filosofía y ciencias para los unos y gestión y poder para las otras.
Andrés se rió a conciencia y
satisfacción, ya era una temática hablada y discutida por elos, y Pedro, con cara de malicia añadió
- ¿Con tus fotos harás las cuentas? - le dijo acercándose a ella y poniéndole las palmas manos en sus mejillas – sube, ahora conmigo, amiga, y se lo dices a nuestros jefes.
Rieron los tres, sabían de la
particularidad, excentricidad e intimidad de sus conversaciones y
conclusiones. Fue el Barman el que intervino y comenzó a preguntar,
entonces de que sexo tenía que contratar a sus trabajadores.
Volvieron a reír de nuevo y ésta vez los cuatro.
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