Entiendo lo que hay y lo que ocurre,
sus movimientos y conclusiones. Entiendo perfectamente la evolución
propia de lo que es.
Lo que no comprendo es como no se ve lo
que debe ser.
Comprendo lo que es, pero también sé
lo que debe ser.
En la actualidad, los contertulios, las
construcciones justificativas, los fines supuestos, las alusiones
territoriales, históricas, doctrinales y demás, construyen un
sistema educativo inanimado, complejo, torpe, desigual y conformista.
Dadas las circunstancias entiendo, pero
perfectamente, que cada ley educativa, vaya seguida de un decreto
anulándola.
Sin duda, estas personas, las que
mueven todo el tema desde diferentes ámbitos de poder, son
totalmente conscientes de la posibilidad de una educación
globalizadora y universalizadora por su utilidad y validez. Pero, no
quieren, por intereses o bien lucrativos, de aquella o esta manera –
actualmente, el altruismo político no existe – o por un defecto en
la madurez propia del sujeto por no saber imponer a su ideología
unos resultados claramente satisfactorios.
La creación de un sistema para la
educación conjunta de los individuos, futuros formadores de su
sociedad y, por pertenencia, del mundo, es un asunto, y créanselo,
fácil, si hay una mínima colaboración.
No hay elemento constitutivo que no
pudiese ser fijado hasta concertar una solución satisfactoria para
todas las partes en el sentido de una futura generación actuante en
la susodicha futura sociedad.
Es el icono de la actual situación
generalizada y la solución es casi imposible.
O bien se hace una metamorfosis de
estos elementos operantes o no hay sistema que corrija o obligue,
según estos intereses, a la acción.
La mosca miraría sorprendida donde
está un verdadera cambio esencial.
Tendríamos que elevar a lo alto del
máximo escalón del sistema social, principios que solo funcionan y
se dan en cortas momentos y en situaciones particulares y discretas.
Movimientos del busca del bien como fin
no existen a esos niveles. Los intereses particulares o partidistas,
soplan ese bien y siguen camino.
El movimiento propio, es decir
actuación propia hacia los alumnos, en función de actitud y
resultados académicos, no debe de ser nunca, un aspecto en el cual
no pudiera hacer algún acuerdo satisfactorio para todas las partes.
El contenido propio de la educación, actuando con una mínima lógica
y futurización en función de las condiciones mínimas, que ha de
tener, un futuro buen ciudadano.
El requisito metamórfico, sería que
los sujetos que pretenden alcanzar esas muy posibles situaciones,
quieran llegar a ello.
Alguna cuestión constitutiva de
ejercer el poder, actuará, imagino, sobre los que lo sustentan y les
impide ver con claridad lo necesario e importante – ciegos están
si se creen que ellos y sus familias, se librarán de sus acciones
interesadas.
El sopor de las ideologías
institucionalizadas apesta.
No se busca la formación propia del
individuo de un buen futuro ciudadano, bajo unos elementos comunes
mínimos.
La mezcla de intereses da como
resultado un sistema educativo inoperante dada la máxima importancia
del asunto.
¡que se nos pasa en el horno la pasta
del pastel del futuro!