Y donde me sitúo, ¿en la felicidad
que me da las comodidades y realizaciones de la vida o en la más que
supuesta felicidad y realización que encuentro escribiendo? Cuando
la vida no me sonríe, siempre tengo los sueños de que, hiciera lo
que hiciese y fuese tanto tiempo como fuera, iba a vivir en el sueño
de la creación literaria y la trasmisión de mis pensamientos e
inquietudes. Cuando me quito los cascos en el tren que me lleva al
Instituto, a dar las clases de Filosofía, y me pregunto cómo sería
la posible vuelta a la realidad del garaje donde trabajaba, me cojo,
fuertemente a mi esperanza, en cuanto que la realización propia,
está por encima de las circunstancias personales y me digo que, con
tranquilidad en mi alma y escribiendo, sería feliz.
Pero, me miento, pues ya he estado
escribiendo desde lo hondo del agujero de último piso del garaje y
sé, en toda su medida, hasta donde te llevan tales circunstancias.
Antes de haber perdido ninguna batalla y con posibilidades limpias de
seguir, ya me arrastro por el fondo de las trincheras de la guerra
donde me volvería a meter.
La literatura y la vida, viene
directamente condicionada y tratada con el estado mental en el que te
encuentres. La musical, su compañía es un arma efectiva, que
resucita o mata las intenciones y/u pensamientos. Las realidades son
humo, no tienen existencia ni valor. El mundo no existe, sólo
tenemos delante aquello que nosotros queremos ver. Estamos educados,,
todos y cada uno de nosotros en unas estructuras fijas e inmutables.
Nunca, nadie, nos cuenta que nuestros sueños y objetivos no deben
alejarnos de la vida y ésta sólo existe como hecho de su propia
existencia. No tenemos nada más, ni hay otra cosa que la vida en
absoluto. El hecho de vivir, el acto de vivir, es la única verdad.
Todo lo demás, no son sino elucubraciones de algunos que no se dan
cuenta que nos hablan desde una posición que esperan y creen con
verdad.
La ratificación y prueba de ello está
en la música ¿donde está, donde se metió, aquella realidad,
pensamientos, figuras, estructuras, deducciones, conclusiones,
sentimientos que tenia en la cabeza antes de subir al tren y ponerme
los auriculares?, en ningún sitio, pues nunca existieron como
realidades. La teleología y fundamentos existenciales y racionales
de la realidad se ven falsos cuando los miras bajo el prisma
poliédrico del espejo a colores de la música.
Espero y quiero seguir allá donde
ahora me encuentro, pero me animo, pensando y diciendo, que aun
perdiéndolo, en mis manos y no más que en ellas estaría mi
felicidad, pues, ésta, la felicidad, no está en un mundo que no
existe, sino que se encuentra oculta, nomas que en mis intenciones,
es decir, en lo que unicamente existe, y esto es mi vida y
existencia.
No hago ni un canto Estoico o
Cristiano, en la evasión a los bienes o placeres naturales y
físicos, escribo unas lineas donde me adoctrino en la realidad de la
necesaria la huida de la imposición de aquello que no es nada, que
sólo es lo que queramos que sea.
Tampoco hago alusión a la fuerza
personal de superación y demás, no. Veo y quiero entender que en la
vida, que no se os olvide, siempre finita,, tengamos que tener
nuestra realización en algo que no existe. No quiero perder el
tiempo, y esto es no dejar de vivir, y el hecho de la vida, no es
más que reflexionar, pensar, y esto es llevable en muchas acciones.
El bañarte y tomar el sol, son
siempre buenos para el cuerpo y para los humanos, pero no necesario
ni vital. Necesario y vital es para los reptiles de sangre fría, no
para nosotros.
Quiero, y probablemente lo haré,, algo
antes o algo después, más o menos cerca, seguir en mi trabajo, pero
tampoco quiero que mi felicidad dependa de éste. Quiero tener la
libertad de mis pensamientos, el cariño de mis hijos y de la mujer a
la que amo y el tiempo para escribir. Ya pienso y siento, que dada
nuestra esencia, es decir lo que nos define como somos sin la
necesidad de ningún elemento para hacerlo, es la reflexión y
curiosidad intelectual. Y tonto y bobo, quien no vea que ésta es
nuestra esencia, y que esto establecido y repartido, daría como
consecuencia, que se me caiga la mano con la que escribo, si me
equivoco, un mundo mejor.
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