II
Es Valencia, justo
el 24 de Febrero de 1978, cuando Ana y Andrés, viniendo de Madrid y
de la mano, estaban los dos parados observando la plaza del
ayuntamiento de la ciudad entre las sombras que los arcos de la
fachada de la estación, dibujadas en el suelo por el sol del
atardecer. No se lo proponían pero en más de un momento se
sorprendían cogidos de la mano observando el mundo.
Cuando se quisieron
dar cuenta ya andaban, sin freno ni compasión, hacia el lugar de la
cita. Cruzaron por en medio de la calle ancha alargándose cogidos de
la mano mientras el bolso de Ana rebotaba rítmicamente en su cintura.
Andaban en paralelo,
pero cuando se miraban para situarse, la conexión era máxima y el
mundo desaparecía a su alrededor. Los coches pitaban y sonaban los
motores de forma cansina. Estaban en una gran ciudad. A ninguno de
los dos les gustaba pero sin embargo se movían como peces en el
agua. Parecían Japoneses. Esquivaban con rítmicos movimientos al
resto de los transeúntes.
Anochecía, y en
Valencia, cuando hay luna, no hace falta nada para ver con
normalidad.
Llegaban bastante
pronto, pero aún así, tenían prisa. Eran de movimientos pausados y
medidos, pero tenían una gran inquietud primera que se veía
reflejada en la constante circunvalación que los ojos de los dos
realizaban por todo aquello que les rodeaba.
Botas discretas si, él
por dentro, ella por fuera. Elegantes, discretas, conjuntadas, pero éstas que no falten y más cuando fueron el motivo que les llevó a acabar en la misma moto. A la entrada de la plaza, Andrés se
giró, clavó su mirada en los ojos de Ana, levanto sus manos y
poniendo las dos en sus mejillas le dijo:
- Aquí empieza la aventura, donde tu y yo ya no nos conocemos ¿quieres que demos la marcha atrás?
Ana se alejó con
cara de desconcierto
- ¿qué si no quiero seguir?, ¿te pasa algo?, ¿por quien me has tomado?
Se acercó
despacito. Era más bajita pero casi se encontraban los ojos en el
mismo plano. Le paso los brazos por la cintura y apoyó las dos manos
en el culo de Andrés.
- Pues claro que seguimos ¿qué no recuerdas quien te ha hecho un hombre? -Le dijo riéndose a lo que él entre risas le contestó
- Sabes que es mentira, pero hubiese disfrutado muchísimo si me hubieras enseñado, ahora, bésate y vayámonos.
Se besaron y se
fueron por caminos contrarios.
La partida ya estaba
organizada hacía ya, al menos, un mes. Nadie sabía de su relación
y las invitaciones les habían llegado por diferentes lugares. Se
habían conocido, ya hacía algunos años en una gran partida. Los
ojos de furia y truenos cuando Ana recordaba como perdió en manos de
los engaños de Andrés, escandalizan todo aquello que le rodea en ese momento. Aquel mismo día acabaron tocándose y durmiendo en
la misma cama. Poker, moto y ellos dos ¿qué más, se decían?
Ana se subió algo
más la chaqueta de tonos verdosos y tela gorda y abrigada, dejando a las coderas en su altura mientras le daba
la espalda a Andrés y comenzaba a andar, siempre bonita, hacia el
lugar de su cita.
Andrés se quedó
mirando como se iba, le gustaba y también inició el camino hacia su
lugar.
Las partidas se
organizaban en diferentes ciudades.
Había mucho dinero
y mucho nivel.
Los dos habían
encontrado y entrado las partidas a partir de aquellas más pequeñas
que se organizaban en los propios casinos. Fueron ganando, y
ganando, cada uno por su lado, hasta llegar a un gran nivel, de
partidas, por que ellos ya lo tenían en el juego.
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