Vivo
bajo techo techo de la Filosofía.
Me
ducho en sus ideas cada mañana que me levante.
Compito
constantemente en la comprensión de sus proposiciones.
¡Me
gusta!, ¡la disfruto!, me forma y me construye, sí.
Pero no
me equivoco cuando me entiendo y veo que la filosofía no tiene
ninguna utilidad para optimizar ningún ejercicio práctico humano.
Es
decir, mi búsqueda de las esencias queda, no más, con la
introspección de la única y exclusiva existencia abstracta, que es
mi propia consciencia. Todos los demás intentos de generalización
en modo de abstracciones no son funcionales, sino más bien, ansias
de totalidad.
Mas que
me pese, me arrastro por un amplio materialismo, empirismo y
funcionalidad en las concreciones de los actos a nivel social.
La
operatividad, sea cual fuera sujeta bajo unos principios básicos –
me conformo con igualdad, fraternidad y libertad- no tiene más base
existencial que el movimiento optimo del conjunto social.
Por
inducción llegares a los principios primeros de funcionamiento y su
posterior construcción correcta.
Es una
inutilidad funcional, debatir, sobre cual es el lugar al que debe de
ir la humanidad.
Discusiones,
malformaciones, abstracciones, principios, valores,
irreconcializaciones, irresolubles. Estos son algunos de los
Adjetivos y Sustantivos que en el camino aparecerían.
La
formación del sistema debe de partir sin prejuicios constructivos.
Las
únicas condiciones serian la libertad, la fraternidad e igualdad.
La
forma resultante, de este movimiento, sin fin pero con condiciones,
será incalculable.
La
sociedad actual debido a estas - supuestamente bien deducidas ideas
formadoras- encasilla y estanca la libertad y movimiento del sujeto.
Esas
supuestas verdades concluidas, encadenan los movimientos propios de
los sujetos en su capacidad de exponer sus opiniones.
Los
caminos ya están elegidos, las elecciones ya están determinadas.
- ¡Mis
ganas de ver a los actuales dirigentes de todos los países con la
perspectiva de solucionar el problema absolutamente circunstanciado y
definido y no de insertar el asunto en un movimiento abstracto que
complica o imposibilita su resolución! - me dijo aquel, en el café,
tras beberse la última cerveza de la tarde.
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