-
Pero ¿qué me dices Boris?
-
Sí, bien lo entendiste, en burbujas de aislamiento.
-
¿Cómo?
-
Lugares estancos, donde nos introducirán el oxigeno, para nosotros
lo trasformemos en CO2 y ellos lo puedan trasportar a sus ámbitos de
vida.
-
Bien , pero cómo.
-
No lo sé. Por sus palabras imagino que nos situarán con todas los
objetos y circunstancias con los que podamos vivir según sus leyes y
maneras y nos dediquemos a vivir y a producir.
-
¿Sin pensar, sin avanzar, sin libertad?
-
Sí, eso es.
-
¡Tienes que preguntarles más, tienes que entrar ben comunicación
con ellos, te han elegido como vicario de sus ordenanzas!
Boris,
apartó la vista de Carmen, se levantó y comenzó a andar por la
sala.
Carmen
permanecía sentada en la mesa con las manos sujetándose la cabeza y
ocultando su cara.
Boris,
estaba admitiendo su situación, controlando sus sentimientos y
comenzando a pensar como comunicarse con ellos. Creía que la lucha
militar era imposible o la resistencia violenta también.
Necesitaba,
sin ecuanun, establecer la comunicación con ellos, debía dialogar,
hablar. Eran entidades inteligentes y quizás llegara a algún estado
de beneficio mutuo.
Allí
estaban los dos esperando la salida del grupo de los quince de la
sala central del conferencias. No salían y llevaban muchas horas ya.
-
Boris, tu padre era pastor protestante, ¿tu crees en Dios, en el
dios judío, en su reencarnación en Jesús?
Giró
la cabeza violentamente, aunque contestó con calma.
-
¿Y eso?
-
Pues las consecuencias de la inexistencia de Él, son claras y
necesarias en la situación que estamos viviendo.
-
Sabes, Carmen, lo que me decía mi padre cuando le mostraba mi
incomprensión de actos que no me cabían junto a al existencia de
Jesús, era que nuestra mente era demasiado pequeña, finita, para
comprender el conocimiento de un pensamiento infinito.
La
respuesta no satisfizo a ninguno de los dos, pero a Carmen bien poco
le importaban.
Boris
nunca creyó en Dios de manera fehaciente, siempre acumuló
demasiadas dudas, no tenía la ventaja de una fe ciega, pero su
respeto ante la Divinidad era palpable y presente, tanto en sus actos
como en sus pensamientos. No pudo evitar volver a esta polémica que,
como un subterfugio en su pensamiento, siempre había estado allí.
Continuaron
los dos en silencio observando a la esfera que se veía justo
encuadernada en la ventana de su pequeño despacho.
-
Mi padre, ni su compañera aquí en el observatorio, jamás hubieran
podido calibrar o esperar estas consecuencias ni circunstancia.
-
Les habría sido imposible, además la suerte ya estaba echada desde
nuestra localización.
-
Tú crees que podremos seguir existiendo bajo sus condiciones –
dijo a Boris mirándole con cara de aturdimiento y pena.
-
Sí, claro que sí. Nos van a dar casi todo lo que mueve a esta
sociedad en la actualidad. Comida, diversión, capacidad de
reproducción, mantenimiento, espectáculos, en un futuro, para el
que ya no conozco la esencia humana en le descubrimiento y la
constitución del futuro, será una vida buena, pues no sabrán nada
sobre nuestros pasado. Dejaremos de avanzar y estaremos en sus manos.
El problema lo tendremos nosotros, aquellos que vivamos bajo las
inquietudes de la perdida de nuestra libertad.
-
¿Y el arte?
Los
ojos de Boris se abrieron. Quizás sea el medio oportuno. Quizás sea
una manera de mantener nuestra libertad, quizás sea una manera de
conexión con las entidades venidas. Por un momento circuló esta
idea por su mente, hasta que pronto salió por su pensamiento de lo
necesario de la esencia humana para comprendelo. Esencia que querían
borrar. Ahora bien, guardada en la recamara allí le quedo.
Fue
entonces cuando oyeron la apertura de la puerta de la sala y
salieron, apresuradamente a su encuentro.
El
semblante de todos eran cansino, deformado, irritado, desconsolado.
-
Hemos leido y estudiado todo el informe, dijo la representante
Brasileña, (….), y ya hemos tomado una decisión.
-
¡locura y error señores y señoras, locura y error, afirmo el
representante Alemán, (..)!
-
¡Ya esta decidido!, afirmaron tajantemente, el Español, Alberto y
el Australiano, (…)!
-
Por favor, Señores, no comencemos de nuevo, dirigiéndose a todos,
Mónica, la Argentina, les afirmó.
La
mujer Congoleña (…) dijo
-
No tenemos otro remedio, y bien que lo sabéis.
La
rusa, (…) se dirigió seriamente a Boris y le dijo explícitamente
y tajantemente.
-
Necesitamos todos, absolutamente todos los datos sobre los indeseados
visitante. Vamos a luchar contra ellos. Vamos a echarlos de la tierra
a la fuerza, en ningún momento podemos admitir sus condiciones,
¿está claro?
-
Sí – afirmo Boris- inútil sería discutir
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