Más me pese o más me duela, mi razón conclusiva, está totalmente
subyugada a mi estado sentimental.
En unos días de sentimiento de preclaridez, en la alegría a través
de la razón y su capacidad explicativa y tras conseguir una
conclusión buscada, es entonces cuando te llegan malas noticias de
tu vida personal y aquello que veías como concluso y verdadero,
cambia hacia la nueva indecisión.
Por momentos pienso y siento, la explicación total de todos los
acontecimientos , ya sean físicos o psíquicos, a través de una
concatenación de mecanismos. Es decir, tengo unos elementos primeros
cuya dinámica de evolución y desarrollo, será lógica, racional y
ordenada, llegando a unas conclusiones necesarias.
Pues, no, y no.
Al momento siguiente de enterarme de aquella cuestión curricular,
mis sentimientos se entrecruzaron sin piedad entre mis supuestos
correctos razonamientos y el mundo, suit generis, en totalidad,
cambia rápidamente de explicación o pierde el posible orden
justificativo.
En cuentas, mi ritmo, estilo, dirección, capacidad y así más
cosas, en mi fet de razonar es absolutamente variable según sea el
estado de ánimo en el que me encuentre.
Esto tiene muchísimas consecuencias constitutivas personales y en
nuestra construcción de la realidad.
Si aceptamos al ser humano como un elemento sentimental, cuya
realidad viene constituida por las circunstancias sentimentales y
existenciales tenemos una construcción bastante distante y diferente
de la realidad si nos consideramos unos seres racionales capaces de
actuar dentro de esta.
El mundo pasa a ser de colores en el cual puedes trobarte con
cualquier de ellos y en este mar de ilusiones y sentimientos, hay que
mantener la alegría dentro de nuestra pequeñez e incomprensión.
O no. Puedes seguir tratando de buscar una explicación de la
realidad, persiguiendo un orden mental y racional necesario.
Será vivir en la ilusión de la ignorancia o vivir en el dolor del
conocimiento.
Yo he sido testigo de un cambio de lentes en mis gafas enfocadas
hacia el mundo, tras unos instantes de un cambio sentimental o
físico.
Nuestro racionamientos existenciales estás formados, directamente,
por las circunstancias personales o históricas que nos rodeen.
Kant no nos dio una receta para la razón pura, nos dio una
descripción de su funcionamiento, que no es lo mismo. En su crítica
a la razón práctica nos dicta unas imposiciones necesarias, que no
son tampoco, una descripción esencial de su naturaleza.
Cierto es que la duda, que solo aparece en los imprevistos, es el
camino de la sabiduría, pero las dudas vitales en el conocimiento de
tú persona y las demás personas, en ocasiones es un camino, al
menos, desagradable.
Quizás el reflexionar sobre las malas situaciones, sea un vuelta al
camino de la razón y resolución, pues te calma, sin duda el
espíritu.
¿Los sentimientos impulsivos, primeros, ya se quedaron atrás en
nuestra realización como personas o aun seguimos y seguiremos unidos
a ellos, de manera totalmente accidental, ya de por siempre?
¿Cual es el mundo verdadero, si el que conocía antes de, digamos y
solo digamos con ejemplo, cuando tus padres se separaron o tu hijo se
fue de casa sin acuerdo, ni paz, o el mundo que se queda instalado en
tu casa tras esto?, ¿es quizás el mundo una variable indefinida de
movimientos sentimentales?, ¿dentro de estos puedo encontrar una
explicación y significado racional?
¡Que nadie me mienta ni se lo haga, si me dice que piensa que la
incomprensión no atraca en las costas de lo que queda de su mente
tras la explosión sentimental que tuvo dentro de ésta!
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