Gafas redondas, pelo largo, bigotes, cuellos amplios, colores betún
y pastel, camales anchos, pañuelos de colores, guitarra acústica, y
primeras eléctricas, bajos, piano, y belleza, amor, sueños,
sinceridad....años sesenta, Beatles, Santana, The doors, Led
Zeppeling, Bod Dylan digamos....y...¡mierda ahora!...gilipolleces,
tonterías, letras ridículas, ritmos repetidos, creatividad nula,
payasos/as en el escenarios, cuerpos y sexo imaginarios, mete-mete,
saca-saca, garrulos cuyo conocimiento musical es peinarse las
melenas, ¡la jodida y puta imagen!.....¡por favor, sacadme de aqui
y llevarme, directamente, sin pausa ni descanso, a Woodstock!...me
estoy retrotrayendo cada vez más en el movimiento de huida de la
vulgaridad actual.
Y estamos en el asunto de siempre, si valió más la inocencia hasta
la perdición total en ella que la seriedad y estabilidad actual
hasta la muerte de aburrimiento, falsedad y enriquecimiento ajeno.
El extraterrestre, que pasea a veces a mi lado, me preguntaba el otro
día si los espectáculos de aquella artista actual de cuyo nombre no
quiero acordarme, los metíamos en el mismo saco que la guitarra de
Jimi Hendrix en aquel concierto.
No puedo quitarme de la mente aquellos concursos televisivos de
cantantes, la sonrisa de aquellos y aquellas....¡fijaros lo bien que
canto y lo bueno/a que estoy!...más el locutor....espectáculo
teatral del malo, mentira, hipocresía, cinismo.....
Estoy exageradamente, extremadamente, hiperbólicamente,
patológicamente en un estado de desprecio total a esta manera de
hacer lo que algunos llaman cultura.
Me ahogan los rizos de aquel tanto como las piernas de ésta a los,
que los más engañados, llaman cantantes o músicos.
No soy un abuelo retrogrado, protestante y enfermizo.
Estudio lo que veo, observo con fijación, escucho con atención y sé
muy bien lo que digo.
Lo que si que es cierto es que mi mente pierde el control cuando la
temática atraviesa, sin piedad, mi corazón.
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