martes, 12 de diciembre de 2017

El Café. La duración de la vida.



Habían bajado los dos un rato antes de lo habitual por ambas razones diferentes, pero unisonas entre ellas. Estábamos en invierno y la tarde, con prisas, llegaba antes. Debían volver, los dos también, más tarde al trabajo y apenas tenían unos minutos para el café o poleo, según fuere.
- Lucas, fíjate, si tu reunión o mi encuadernación, mal salieran, dentro de dos semanas o dos meses serían ya parte del recuerdo y ya no dolerían como, en el caso de suceder, mañana. Ves, el tiempo cura los dolores y te diré por què. Como hay un final y por lo tanto el tiempo es una cuenta atrás hacia él, los contratiempos, desgracias, males o desamores son por naturaleza siempre temporales, finitos, contingentes dentro de una totalidad temporal inexistente.
- Entonces, gran optimista, ¿debo de dejar de preocuparme por mi estancia actual, por mis circunstancias puntuales?, ¿me dices que la factura del gas es algo temporal y no problemático?, ¿te gusta leer muerto de frio en cualquier rincón de tu casa o el calor del sillón, con la calefacción, es más interesante?
- Lucas, sal de la impactante y engañosa actualidad. La actualidad es una mentira no hay ningún estado fijo, inmutable. La entropía de la vida es un hecho evidente. Tu pensamiento es lo único que puede no ir al desorden, pero observando siempre el fin del camino. Te hablo, amigo, de la inutilidad del sentimiento de angustia o desesperación. Si hubiese un orden racional, estable, de seguridad que se pudiese alcanzar y permanecer en éste, habría que aspirar ir hacia él. Pero no, no lo hay y no hay que buscarlo. La vida es finita, inexacta, volátil, azarosa e incomprensible. De aquí a la más absoluta convicción que todo es pasajero y que la inesperanza ante el futuro es un pensamiento equivoco y erróneo.
- Andrés, pero, ¿tú que te piensas o que te crees que somos?, aun apurando a un máximo tus afirmaciones, te diré que aun alcanzando una mínima parte, nos tropezamos directamente con nuestra esencia, con nuestros sentimientos propios como seres humano – le dijo lucas, mientras se alejaba algo de Andrés y se ajustaba la corbata con un movimiento tan inútil como formal.
La tinta había perdido la tonalidad que buscaba y las impresiones en la editorial, de toda la mañana había que tirarla. Andrés era un hombre con genio y carácter, y su primera reacción fue de contradicción y enfado, pero reflexionó y se calmo.
- Lucas, y tú de esto debías de saber más, que las acciones que nos ocurren en la vida no son más que hechos accidentales que no tienen ninguna calificación de buenos o malos pues no son más que hechos constitutivos y formativos de tu camino camino propio que no va allá ningún lugar. El paseo es lo único maravilloso y sublime que llamamos vida.
Con lucas todavía algo erguido, fue Andrés quien bajo la cabeza y se la sujeto con la mano del codo que tenia apoyado en la barra permaneció hasta escuchar la voz de Lucas.
- No se puede vivir sin objetivos.
- No, si que se puede vivir sin ellos, es la sociedad y la cultura actual la que te los impone. No tienes, te guste o no necesidades propias.
- Que a ti no te gusten o no compartas estos actos, no llevan directamente a la conclusión de su inutilidad amigo. No hagas tan omniabarcantes y afirmativas tus resoluciones.
Levantó la cabeza y se quedaron mirándose con franqueza y amistad. Lucas se despidió, acabó el café de un trago y salió disparado. Le esperaban en una reunión los representantes de las oficinas centrales a hacer unos repasos y actualizaciones.
- Cuidate, amigo, hasta mañana – le dijo Lucas mientras se iba.
Andrés se quedó mirándolo en su camino hacia la puerta. Tuvo un instante existencial y tomo consciencia de aquel momento, sentimientos y circunstancias puntuales absolutamente totales en el lugar. Así veo la vida – se decía – todo lo demás no son más que construcciones imaginativas que necesitamos.
Lucas se giró un momento antes de salir y vio a Andrés mirando como se iba, y él al irse, se fue pensando en el distanciamiento con la realidad que expresaba todos los días su amigo Andrés. ¿estaría en lo cierto?, ¿tomarse la vida demasiado en serio era un error?, ¿la vida es larga como suspiro al respirar?, ¿la vida dura un parpadeo en tu mirada?, si me enfado con ella ¿alcanzaré la paz antes de dejarla?

La animaba bastante hablar con Andrés, pues ya fuera de la que fuese, jamas se quedaba en la imposibilidad de seguir y por tanto de superar e ir a mejor.

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