Me excita ver el paso del tiempo en mis escritos. Son años ya en
este iluso blog.
Me emociona insertar los pensamientos en la época de su escritura y
ver donde tenia, entonces, mi corazón y mi cabeza.
Quiero entender que soy yo mismo quien escribe, pero siento y noto,
en ocasiones, un tono y susurro diferente.
Los adjetivos se hacen más particulares, los adverbios más
tranquilos, las frases subordinadas con sentimientos amplios se
suceden.
No he avanzado más en mis conclusiones, pero, sin duda, estoy más
convencido de mis errores.
De la lectura rítmica y consecutiva de anhelaciones que se suceden,
pasé a los puntos y aparte, con afirmaciones que se cansaron de
navegar entre ilusiones.
El acto de hacer Filosofía se me desdibujó en las intenciones.
Que hago ¿escribo contando mi enfrentamiento personal y propio
frente a la vida y obtengo un relato literario cargado de entidades
intelectivas como sería el Existencialismo del siglo XX? o ¿razono
y discuto conmigo mismo buscando una salida racional y explicativa
del mundo que me rodea?
La filosofía me atrapa en el mismo ámbito de su existencia y te
lleva de la búsqueda de una explicación omniabarcante a tu pequeñez
ante la imposibilidad e ilusión de formarla.
Mi concepción del ser humano me acerca, por días y momentos, a la
explicación racional de una entropía y desorden progresivo en la
búsqueda de un momento final resolutivo. No tengo el permiso para
hacerlo pero me atrevería a decir que todos los que se paran a
reflexionar, buscan un orden existente racional, es decir, ordenado.
Pero no hay que confundir los términos y entender la racionalidad
como explicación final y definitiva de la realidad, como causa de
existencia y modos y costumbres óptimos.
La vida es un camino aracional en su construcción y realización.
Hay multitud de casos, elementos, situaciones, que explicamos,
comprendemos, insertamos, pero que carecen de toda racionalidad en su
existencia.
La racionalidad es el orden explicativo de una aracionalidad
existente.
Tratamos de justificar demasiadas cosas en nuestra vida y existencia
como género humano desde nuestra esencia ordenada y racional, como
si fuéramos entidades funcionando de acorde a unas leyes primeras de
funcionamiento. En función de estas características abogamos
construir un orden operativo.
Pues no. No hay un orden racional en el cual todos los elementos
estén relacionados de manera lógica y constitutiva. No, no nos
engañemos, los actos y situaciones de los seres humanos están muy
lejanos, pero muy lejanos de una explicación lógica.
Pienso que nos debíamos concebir y actuar conforme a lo más cercano
que somos, es decir, entidades perdidas en la razón y en el supuesto
orden propio de nuestra existencia. Es una lucha inútil.
Debemos, así lo entiendo yo, tratarnos como entidades que razonamos
sobre unos sentimientos y sensaciones poseedoras de nuestra persona
aceptándolas y considerándolas como tales. Este es el sujeto
particular, único, diferente.
El ser humano no va a ningún sitio, los ciudadanos de manera
particular evolucionamos.
A la siguiente generación se le puede ilustrar con nuestros errores
pero no con la solución estática y estable que tanto buscamos y
anelamos.
La filosofía es muy importante, pero no en la búsqueda explicativa,
total y estática, de la realidad, sino para la preparación del
sujeto, en su inevitable e innegable individualidad pueda encontrar
su más correcta realización.
No me den soluciones, queridos Filósofos, pero ayúdennos a movernos
en esta cambiante y azarosa realidad.
Ortega, que grande que fue.
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