La revolución necesaria.
La mala organización, las ideas inalcanzables, las utopías ridículas, la falta de razón y el exceso de corazón en las decisiones, han llevado a las urgentes revoluciones en maltrechos fracasos que se revelan al partir el tiempo en el viaje del cambio...desordenado, sin futuro y sin razón organizativa.
Sin una revolución, es decir un cambio radical en los modos, maneras, usos e intenciones propias de una sociedad, no es posible la mejora.
El termino revolución revolución hemos de entenderlo como un cambio radical en los principios y perjuicios formadores de la realidad, pero no de una manera comunista, es decir global e impositivo y violento.
Esta revolución bien cierto que es posible...efectiva, conclusa, útil y beneficiosa...pero tiene un problema...hay que tallar todas las creencias anteriores que tuviésemos.
Hay que construir un mundo con las mascaras puestas de la ignorancia. Hay que tomar las decisiones olvidándonos de todos nuestros perjuicios y actuando de una manera en la cual desconozcamos las repercusiones sobre el pueblo en particular y busquemos, desde esa imparcialidad, el bien colectivo de aquellas situaciones en las cuales debatimos.
La revolución ha de ser fuerte, sin dudas, sin temblor.
El cambio es necesario y urgente.
Pero solo se será justo si olvidamos o escondemos a los individuos y nos movemos en la totalidades.
Las personas han de morir y no tenemos más que actuar respecto a las totalidades.
Intereses económicos, inclinaciones humanas y actos y creencias similares, no tendrán una misión más que la mejoría de la persona.
Desde detrás del telón, planificaré el futuro.
No tendré burgueses, millonarios, currantes, políticos...no, es el pasado que tan inútiles nos ha hecho.
El cambio es necesario, siempre la construcción no de cobijo a ninguna intencionalidad.
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