jueves, 26 de octubre de 2023

Los políticos y la toma de las calles.

Los políticos y la toma de las calles.



Todos, absolutamente todos, sabemos que uno de los problemas, sino el primero, más grande que tiene España es la corrupción de unos o la ineptitud de otros, entre los supuestos políticos.

La política no es una carrera. La política no la ganas por unas oposiciones en la que te juzguen tu capacidad. Ni siquiera hay una pequeña visión moral de nadie. La política viene solo dada y dirigida por amistades o conocidos, independientemente de lo que valgas. Es una endogamia de corrupción e incompetencia.

Pero el pueblo, anestesiados permanecemos y no se toma ninguna reacción ante ello. Es realmente impresionante las mentiras y malformaciones que realiza, por ejemplo, Sánchez, es decir, el máximo representante del pueblo Español. Nos engaña y nos utiliza, cambia de opinión según le convenga y nosotros calladitos y chitón.

Vale, el problema no es la miseria de persona que tenemos delante, el problema estriba en nuestra falta de reacción ante esta situación. Los unos o los otros, roban, engañan, pudren la justicia, etc, etc, y el pueblo español, lo tenemos asumido y normalizado. Irá a más. Ellos acuden el poder para su avance profesional y económico. Nunca piensan en el pueblo, solo piensan en su egocentrismo...orgullo, dineros, envidias...esto mueve el mundo político actual y no la mejora ciudadana.

Pero, ¿cómo evitar esta situación?...¿huelgas?….¿no votar?...¿votar grupos minoritarios para evitar la concentración de poder?.

Realmente la única situación de resolución sería salir a las calles, y como pueblo, manifestar en sucesivas ocasiones nuestra disconformidad y la solución que esperásemos del gobierno regente en su momento. No es una apología de cambios revolucionarios. Que sea una actuación, masiva y constante de salir a las calles anunciando nuestro planteamiento y nuestra vigilancia de su actuación. Pero, claro, aquí, en España, trabajar en la unidad, es difícil, siempre hay algunos o algunas, muy cortos de miras, que suelen despreciar todo acto de unión por unos principios justos.


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