Desde el primer piso del patio
interior con forma de plaza de toros y apoyados en la barra de la
barandilla, observamos, los Británicos de Erasmus y yo, aquella mesa
justo en frente, a la sombra de los voladores del falso techo de la
pequeña cafetería central.
En aquella mesa habíase una mujer
joven, pantalones de pana marrones y suéter de lana azul clarito,
que tenía en su mesa, junto a los cafés, tres móviles. No me
gustaba su vestimenta pero algo me decían de la asimetrías y el
descompas. Yo sí que sí, respondía.
A uno apenas hacíale caso, en el otro
recibía llamadas y en el último las hacia. Tres móviles uno detrás
del otro.
Su mundo se constituía e iba hacia
delante, ya con los tres móviles colgados, a modo de gargantilla, de
su cuello.
No uno, sino tres.
Esto llamaba la atención de mis dos
compañeros de Erasmus.
Británicos y Españoles en Francia.
Grande, si.
El más mayor iba a mi clase en la
facultad, se llamaba Locke. Había estado algo metido en la política,
allá en su país, pertenecientes a las juventudes laboristas, pero
tras pocos años, lo dejó y siguió estudiando.
Él, y el joven, Hume, tenían una
visión muy similar del mundo y a mi me seducía muchísimo las
charlas afirmativas, es decir, uno le decía al otro, y el otro al
uno, constantemente que tenía razón, sobre la temática del
comportamiento humano.
- Ves, Andrés, ves, me dijo a mi.. El
uso que hará esta mujer de sus móviles, no es más que una
imposición social que crearán el definitivo uso repetitivo de las
elementos que marcan su continuidad.
- Sí, amigo, sí, las personas somos
elementos de usos y costumbres y cuando queremos darnos cuenta
estamos atrapados por ellos.
- ¿Me decís- les pregunté, que la
utilización de tantos móviles es una dependencia creada y no tiene
nada de necesidad en sí?
- Sí- contestaron los dos al unisono
En el entreactos de esta escena,
vienen dos compañeras más con esta primera, allá, a la mesa del
bar. Al compás de su amistad, las dos sacan, con simetría, ambas
dos, ambos dos móviles que dejan encima de la mesa.
Relucían. Cromados y Niquelados los
más garrulos de una de ellas que llevaba también mechas de colores
y colores pastel azul y verde, de la otra que su coleta rubia le caía
por los hombros. Realmente diferentes pero, al parecer, buenas
amigas, y como no, influidas y atrapadas por lo mismo.
Antes de que nadie fuera consciente,
se encontraban las tres inmersas en una profunda conversación, entre
ellas tres y los respectivos tres móviles. Seis, al menos,
individuos o personas, envueltos en la discusión. Una de ellas,
combinaba el uso de dos artefactos.
Hume, mucho mas epistemológico y
empirista, tenía el asunto bien claro.
- Si las has educado y se han
encontrado con un uso normal, tal que ellas exponen, de los medios
que fueran, después los utilizarán con absoluta normalidad como
medio integrante de los usos y quehaceres diarios y cotidianos. Somos
unos jóvenes estudiantes catalizados, dirigidos y guiados por unas
fuerzas, en este caso, económicas, es decir multinacionales y demás,
que crean en nosotros una serie de características y necesidades,
que nos conforman y nos hacen.
- Bien, Locke, bien – preguntó
Andrés, pero ¿nacemos con alguna estructura a prior que conforme
nuestra persona?
- No, amigo – me contestó Locke,
siempre seremos elementos constituidos por nuestros actos.
- Sí, - dije yo, interviniendo por fin
en la conversación, pero no quita que, y entonces con más razón,
una enseñanza de lo correcto.
- Y este ¿donde está?
Nos reímos los tres, entre nosotros,
con complicidad y amistad.
Las tres mujeres de la cafetería,
seguían con la dinámica de intercambiar palabras inmiscuidas en sus
respectivas conversaciones.
En aquel momento, una de ellas, se
levanto revolucionada y oímos, a muchos metros, como les decías a
sus amigas, que se ¡había quedado sin batería!, ¡Dios!
Tenía dos teléfonos más y otra de
las amigas le pregunto por qué no los utilizaba y le contestó que
uno era para Dirak, era al parecer Austriaca y el otro para sus
padres. Claro, llevaba tres.
- Nos hacemos dependientes de lo nuevo,
abusamos de nuestras posibilidades, somos cada vez más flojos por el
aumento progresivo de nuestra dependencia. Y esto, para más
problema, llega hasta la moral, pues ya es un termino calificativo el
que lleves o no móviles de la leche., dijo con potencia, era un
Escoces, grande e impulsivo.
- Hume, te lo digo y te lo repito -le
puntualizó Locke, no te quejes, educa a tus compañeros y métete en
la política para constituir un estado. Hagamos la división de
poderes que se hizo en el siglo XVII, allá en nuestras tierras pero
hagámoslo ahora entre los móviles adictos y los que no.
Volvimos a reír todos a gusto.
Nos despedimos con cariño viendo que
las tres amigas seguían juntas pero inmersas cada una en sus
respectivas conversaciones.
Volviendo a mi habitación iba
pensando en esa serpiente pitón que la gente llama modernidad y que
tiene la forma de tecnología que aprieta y ahoga nuestra naturaleza
primera y nos hunde con hábitos entre los que se evapora nuestra
propia personalidad.
Eran dos amigos pragmáticos,
prácticos, nada trascendentales y empírico.
Quizás en mis conversaciones con
ellos echara de menos, en alguna ocasión algún amanecer de viejas
ideas vitales y explicativas ultimas, pero difícil era, por no
imposible para estos dos.
Salí de la cafetería y cogí el
paseo de todos los día camino de la residencia de estudiantes que
compartía con otros de diferentes países Europeos. Cuando en mitad
del camino estaba, atendí a otras variaciones del mismo,
probablemente hasta más cortas que jamas había intentado, al
entender el camino de todos los días como la normalidad a seguir.
Nuestra naturaleza primera es poquita,
casi todo lo que seamos y tengamos será producto de nuestro esfuerzo
y trabajo o en negativo y a la viceversa.
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