La música trasmite y suda por todos los poros el estado
anímico característico de cualquier época histórica. En ella podemos encontrar la cosmovisión
general establecida, aceptada y admitida con normalidad siendo reflejo de los
deseos y fines propios de cada generación.
Desde su más pronta concepción ha ido de la mano de
situaciones anímicas.
Digamos desde el barroco, yendo por el modernismo, pasando por los años setenta,
hasta la actualidad, donde la gente se retrotrae al pasado ya más cercano, se
puede realizar un estudio sobre las circunstancias que rodean y definen las
características y sentimientos de esta forma de expresión humana.
Si hacemos un estudio psicológico, sociológico,
económico, literario, ideológico y más, con ansias científicas, se ve y
entiende la música de esa época. Esto sabido es por todos.
Pero nos vale también para investigar las consecuencias
en el interior humano que produce una serie determinadas de las circunstancias
y reflejada en la composición cultural de la música.
Corres el peligro, en su estudio de quedarte en la
dimensión puramente estética de la música, juzgable por el placer auditivo que
nos provoca. Nos queda también el estudio epistemológico sobre los sonidos,
ritmos, instrumentos, voces y su resultad, su intención de búsqueda y su
fundamento en la utilización y cómo, de dichos elementos.
Oyendo música de los setenta entiendo y veo que destila
esperanza, ilusión, romanticismo e inocencia. Guitarras acústicas y voces
tranquilas. Es un nuevo comienzo de siglo tras los atropellos anteriores. Y
tras esto, el materialismo y la inconsciencia nos invaden y atrapan y los
ritmos sinsentido se imponen. El Barroco nos elevaba en la asumida vida ante
Dios mediante el virtuosismo y dentro de
ritmos e instrumentos y el Romanticismo daba el poderío de toda la orquesta pues el hombre
alcanzaba toda su dimensión. Muchos aspectos se anclan allá donde se producen. Estudiémoslo,
relacionémoslos y hagamos un estudio intelectual y no sentimental.
No ha aparecido cada época un nuevo el concepto de
música, ni de instrumento para producirla, ni la concepción rítmica. Lo
ocurrido es un cambio moral, llevando a uno estético y que arrastra a la
creación de música. En la actualidad la mentalidad ha cambiado mucho respecto a
la de los años setenta, la visión vital también y como su consecuencia la
concepción artística, musical y los instrumentos utilizados para ello.
Veamos que ritmos forman la tristeza, estudiemos que instrumentos
dan añoranza, digamos que voces reconforta y encajémoslo todo en un momento histórico
puntual y veamos por qué esto se busca.
Si estudiamos el estereotipo del autor propio, la forma de su música encaja totalmente con
una actividad moral, ética, cívica y demás propia y correspondiente a sus tiempos.
Entendamos qué y cómo producen el cuanto de.
Tenemos la creatividad encadenada a los tiempos en los
que vivimos y somos esclavos de nuestras circunstancias. Sino todoi al menos
la producción, pues en la totalidad personal aspiro a que las superemos (siempre, claro, mirando a Ortega y Gaset)