HYLEMORFISMO
Cuando
pregunto por esta asunto en alguna conversación me encuentro, con normalidad
caras de sorpresa, bien por la temática o por el propio interés de ella por alguno.
Y,
ante esto, dada la madurez social, en cuanto a la posibilidad de expresarte, lo
encuentro como resultado de una malformación de la cultura imperante en el
mundo occidental.
Cuando
me encuentro con una variación sentimental o un cambio anímico en un corto
espacio de tiempo sin más actividad que meditar, me pregunto si una variación eléctrica
o un campo electromagnético pueden dar como resultado un asunto claramente
espiritual
¿Qué
siente el fracaso?, ¿Qué siente el orgullo?, acaso ¿según la forma geométrica
de las interconexiones neuronales, en “U” o “V”, provocan el sentir éxito o
fracaso?
Se
me escapa por todos lados, sitios y lugares esta continuidad entre mis neuronas
y sentimientos, entre mi cuerpo y mi estado anímico.
El
Hylemorfismo cada vez cabe más en mi persona y me lleva a separar la materia
del espíritu o el cuerpo del alma.
Vuelvo
a entender que todas las personas tienen en algún momento dado este
pensamiento. El problema estriba en que es aceite en agua, el introducir una
reflexión sobre esta relación entre la materia y nuestra persona. Es un movimiento
intelectual totalmente extirpado de nuestra actualidad, y si se trata tiene muy
poco de objetividad en sus conclusiones, sea por ética o religión y todos sus
axiomas puros.
Pienso
que debemos de ser consciente de su importancia y tratarlo científicamente, es
decir, separarlo totalmente de cualquier valoración y realizando únicamente una
investigación fenomenológica.
Este
asunto es, sin duda, el elemento más importante en la definición ontológica del
ser humano.
Sus
consecuencias son definitorias y definitivas con respecto a nuestra actuación
necesaria y oportuna.
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