sábado, 2 de febrero de 2013

COMENTARIOS DEL LUNES


                

La ciencia del pensamiento o el disfrute del razonamiento o el sentimiento organizado es decir la filosofía que conozco y manejo, hoy no me vale y no me sirve.
                Un día, como cualquier otro, mi mente se mece en el sedante producido por mi mente tratando de no sentir lo que veo y no escuchar lo que me dicen.
                Es entonces cuando la filosofía Griega me parece vacía, la escolástica medieval la entiendo como un camino de huida, el racionalismo modernista lo siento como ilusiones y la filosofía contemporánea la veo como alumbrando frustraciones
                Pocos días escapo de mis ideas que me mantienen alerta, busco soluciones y me sumerjo en mi clara y veraz ignorancia. La tranquilidad del desconocimiento y la resignación ante la imposibilidad es profunda y me descansa.
                No quiero teatro, tragicomedias, dramas, ironías, quiero pensar desde la minúscula pequeñez a la que pertenezco.
                Nietzsche, no quiero el poder desde la grandeza, sólo la tranquilidad desde mi pequeñez.
                Hegel, no quiero ordenar todo el mundo bajo la razón, sino encontrarme tranquilo y sosegado navegando en el desorden en el que he de vivir.
                Cuánta razón, Heráclito, todo  cambia y el rio desciende por el camino de la vida,
                El sol va saliendo, amanece y el sentirme perdido fluye en el olvido.
                Sube el sol con el día, y la ontología de Aristóteles, me comienza a saciar.
Es entonces cuando atardece y bajo el manzano disfruto con la entereza y aceptación con Ortega y Gasset.
Y comienzo a andar de nuevo.

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