La diferencia entre las inclinaciones corporales y las
intenciones mentales producen la idea de entidad suprasensible formadora de
nuestra esencia.
En ocasiones, queremos y decidimos, pero y después, no lo
hacemos.
Las inclinaciones corporales y pasionales, enturbian a la
primera intención y se olvida.
Éste es el inicio de la concepción del alma y su posterior
desarrollo con la búsqueda de la trascendenciabilidad total y cosmológica.
La entidad toma forma en la diferencia.
Soy uno más y como todos hago acciones a sabiendas de mi
incorformidad primera en ellas. Qué si bebo, fumo, como, llamo y otras más son
actos que, en ocasiones, establecen los dos ámbitos, el querer y el hacer.
Me resulta complicado concebir que mi fuerza de voluntad en
la imposición de las decisiones ya tomadas, depende del calor ambiental y el consecuente
aumento de la velocidad de las ondas eléctricas
que trasmiten información.
Es inevitable, al menos, concebir, como posible y existente
entonces, de una entidad, del alma.
Si nos parasemos a reflexionar sobre este comportamiento
humano de una manera habitual y extendida, sobre esta temática, tendríamos, sin
duda, un mejor conocimiento de nosotros como seres humanos.
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