miércoles, 1 de junio de 2016
....Nietzsche y la huida del infierno....
Cuando leo u oigo comentarios sobre Nietzsche, la lucha, el combate, la rebeldía, el perseguidor, la huida y más, siempre aparece y noto, la violencia y revolución ante unas estructuras impuestas.
Todo elementos agresivos, hacia un infierno de emociones, que resulta, muy atractivo.
Pero no, al menos, necesario en la comprensión de sus palabras.
Nietzsche tiene un punto de satisfacción más cercano, pero no por ello, menos cierto.
Y, desde el balcón de mi casa, no veía un grupo de masas moviéndose inconscientemente bajo unas manos opresores.
No veía seres ubicados bajo un engaño planificado.
Veo personas incapaces de salir del anonimato, con ellos mismos, y buscar el protagonismo como personas, en ellos mismos también.
Hagamos más livianas e interpretables, sus ideas y palabras, trasladándolas y ajustándolas al presente.
Lo que siento y veo, no son individuos oprimidos, sino, absolutamente perdidos en el camino, impensable otra opción, de realización personal.
Individuos diferentes, propios, incomunicados, no gregarios pero que no se preguntan nunca ni qué son ni a dónde vamos.
Es en la inactividad resolutiva, donde nos masificamos. No tenemos valor para la consciente y cívica diferencia.
Y me bajo a la calle, me cruzó con ellos, y los estudio.
- Nadie les empuja, Nietzsche, a ningún lado, No deben de luchar para romper e imponer su voluntad con barricadas o ejércitos.
Nuestra búsqueda de la satisfacción personal es nula. Tampoco se persigue la explicación de la existencia en su elemento justificador y realización de la vida. Ni se hace ni se intenta.
Es la cobardía propia y no la explotación exterior.
- Nietzsche, no creo que el problema esté en los supuestos, inevitables insuperables hilos formativos y constitutivos , que construyen y manejan al individuo desde las fuerzas sociales, sino la incapacidad de los adultos, para preguntarnos que somos y a dónde ir.
Con las manos sujetándome, colocadas bajo el mentón, mi cabeza, y los codos apoyados en la barandilla del balcón, observaba a los individuos que por allí pasarán.
- Y aquel, ¿se habrá alguna vez planteado alguna mínima pregunta existencial, o habrá sido, siempre, no más que un pez nadando en el mar de la nada?
La solución de la supresión, no tenemos por qué situarlo años atrás con resoluciones violentas, agresivas, extintivas.
No, bajemos el voluntarismo a la normalidad, a lo habitual, a lo diario y seamos capaces de pensar por nosotros mismos, sin miedo, con valor, y no bajo la excusa de nuestra supuesta alienación por estructuras superiores.
Nadie nos oprime o impide, somos nosotros quien así lo permitimos y queremos.
Es más, la falta de capacidad de lucha, viene reflejada en la violencia, fácil e inútil, sobre unas estructuras que no serían nada, enfrentadas contra la búsqueda, personal y pacífica de cada uno de nosotros.
- Pero ¿y por qué dices eso? - me preguntó mi vecino al oírme
- pensar en voz alta.
- Porqué he visto la incomprensión hacia mis actos, que no ha hecho, sino, que potenciar la mía hacia ellos.
No entiendo a Nietzsche como un rebelde revolucionario invitándonos a coger las armas y luchar contra lo exterior.
Lo comprendo como una denuncia a nuestra primera incapacidad de luchar por lo que somos.
Me duelen los oídos de escuchar el nombre de Nietzsche como símbolo revolucionario sin vinculación con la Antropología a la que él hacía alusión.
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