La evidencia y la
costumbre de los hechos, nos lleva a su olvido y su asumisión
inconsciente. El cuerpo humano es una precisa y biológica máquina.
El mecanicismo en su funcionamiento es máximo, porque y cuando no se
produce ninguna acción, sin una causa buscada anterior.
La materia compositiva, es
decir biológica, no le quita ni un ápice de validez en su
definición, es decir, Máquina.
La parte funcional más
interesante es el Cerebro y su estudio, a no ser que aludamos a
entidades, del tipo que sean, supramateriales, debe tener también,
unos componentes causales de sus actos.
Pero, la cueva y el
agujero de la oscuridad y las dudas, arriba cuando tratamos de
definir como una forma material aquella entidad que toma decisiones y
hace funcionar a la máquina.
La toma de decisiones
incluye un momento de estaticidad ontológica, es decir, en la
decisión, nada fluye, el tiempo se para, y nos surge un sujeto,
situado por encima de las circunstancias, y éste, decide.
¿Cómo puedo tomar una
decisión libre si mi supuesta entidad trabaja sobre caminos
materiales ya marcados por las conexiones eléctricas de mi
estructura neuronal?, ¿Nuestro órgano director y actuante en
nuestro cuerpo tiene ya unas causalidades dibujadas?, ¿somos una
continua retroalimentación recorriendo lo que ya estaba?
Hay, una manera, de
devolvernos la libertad sin tener que aludir a ninguna entidad
suprameterial, ni dada, ni formante, y esto es el Dinamismo
Ontológico como el funcionamiento de nuestra mente. Salir del
Estaticismo como entidad.
El hecho decisorio y
libre, no vive en la elección como visión estática y lejana, sino
es la función dinámica de nuestra existencia como personas.
Vivimos en movimiento y
nuestras decisiones son tomadas en el propio trascurrir de los
conocimientos, vivencias, experiencias y demás, que nos conducen.
Sea quizás la manera de
eludir la existencia de un elemento estático y diferencial que nos
defina esencialmente, el alma o el espíritu, dándole una
existencia, en este ámbito, a un puro elemento funcional de cargas
eléctricas formados por nuestras experiencia existenciales y que
recorre, sin parar, toda nuestra existencia y en su movimiento, nos
define como lo que somos.
Este “yo”, en su
existencia en el ámbito material, es decir, en la realidad, es un
pequeño rio de existencias que coge caudal con la lluvia de la vida,
con esencia electromagnética.
Por la noche, la supuesta
vigilancia estática, que vigila y decide, pulula por nuestros
pensamientos, tomando forma y decisión en cada uno de aquellos que
esté.
El mecanicismo corporal es
claro. El conocimiento total de éste, traería la solución a todo
su funcionamiento. Cualquier acción, cual sea, que realicemos, se
van a realizar, pongamos 50 movimientos o más, desde los más
pequeños a los esenciales, al unisono y sin ningún desrritmo.
Tenemos una joyita.
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