martes, 24 de enero de 2017

...y el barman, intervino..







  • Claro, Andrés, si hacemos validas nuestras todas individualidades ¿donde queda el eje desde el cual construir?

Andrés y Él, llevaban mucho tiempo investigando, en el centro técnico, barra-maron, y tras los cafés, el asunto concerniente a posible explicación y verdad que englobara a los millones de individuos, potenciado por sus varias inclinaciones, perjuicios o culturas.

  • Pues – continuó- ¿tiene alguna validez generalizadora y conclusión cualquier solución tomada por dos personajes – dijo entre una sonrisa mientras desplazaba el dedo del uno al otro- entre la inmensidad? desde nuestra pequeñez ¿tiene alguna validez en conclusiones absolutas?
Andrés le había estado contando, los días anteriores, el comienzo de su sospecha sobre la inutilidad de la continua construcción de estructura de gestión y comprensión social de carácter global y etiquetado. Le había comentado a Pedro, que quizás tuviera demasiado establecida y determinada, el desarrollo como personas. A continuación de estas palabras y el muy amigo barman les comentó que sus palabras tenían la misma validez en juzgar maneras o formas de actuación del las que nombraban como elementos negativos.
Y el infierno de la multitud calló sobre aquella barra.

  • Pedro, Pedro, tiene que haber un elemento de juicio que no dependa de un individuo creador. ¿Quizás aceptando unas normas mínimas y que sea las propias circunstancias las que se determinen?
  • Bueno, aun así, los individuos deciden, estarán también, enfermos en el cobijo de la acción colectiva.
  • Entonces – se inclinó ligeramente, si el sistema no tiene una posible renovación propia ¿me hablas de personajes diferentes o separados de la supuesta normalidad?

Llegó el silencio, simplemente provocado porque los dos conocían grandes figuras, Literarias, Filosóficas, Políticas, y otras y comenzaron, en sus pensamientos, el recuento y el calibre de la repetición de maneras, modos y características entre ellos o la propia visión de ellos sobre el individuo en cuestión.

  • Sí, ellos han sido, sin duda, diferentes a la multitud del momento, pero, Pedro, mi incredulidad llega cuando me resulta imposible aceptar que, inventemos, 2.000 individuos con importancia histórica entre cientos miles de millones de personas y sus inquietudes y creaciones propias, en el espacio de tiempo estudiado, sean los que consiguen construir, inventar ideas que revolucionan y constituyen nuestro trascurrir.
  • Es decir, das como imposible estatificar, en forma de individuos, la formación de la realidad, y ya, volvemos al principio.
  • Sí, Pedro, a lo de ayer, y el dinamismo propio.
  • Voy a cerrar -sabéis que el dilluns cierro mas pronto el café, amics. Se sonrieron los tres, mientras pagaban los cafés.


Venían, antes de entrar al café del trabajo. Uno, Pedro, de las oficinas, en lo alto del edificio, de gestión general de la editorial, el otro Andrés, de las plantas bajas, diseño e impresión de los libros de su compartida editorial. Pedro iba con las manos colgando a sus laterales, acompañadas de la estaticidad del traje de chaqueta recto. Serio y elegante. Andrés llevaba también chaqueta, pero de pana y marrón y llevaba las manos dentro de los bolsillos de ésta, dándole dinamismo a la imagen. Si alguien les viera juntos siempre hubiera pensado en la situación causal y nunca el tipo y manera de sus conversaciones.

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