miércoles, 16 de agosto de 2017

EL CAFÉ Y LA MANADA DE ESTÚPIDOS



  • La actualidad es una imbecilidad sin sentido.
  • Arturo, estás exagerando otra vez.
  • No, Carla, te estoy diciendo la verdad que nadie se atreve a decir por el significado de ella y las repercusiones que tendrían.

Desde la esquina inmediata de ellos dos, los escuchaba con atención y curiosidad. Ella tenia los ojos oscuros, muy oscuros y emanaban tranquilidad, situabilidad y calculo, el no, los tenía claros, insultantemente fulgurosos, que traían energía, pasión, valor. Se hablaban muy cerca y
con atención,. Tanto el uno como el otro fijaban estáticamente sus pupilas entre si.
    - Mira, Carla, estoy cansado de buscar una razón y necesidad de la estructuras, usos, maneras, hechos con los que desarrollamos nuestras vidas. Las sociedades no son mas que un quehacer sin sentido en el cual las más terribles sinrazones, injusticias y barbaridades, son tomadas como hechos inherentes y normalizados en los sistemas. El mundo funciona dentro de un sinsentido. Es una gran imbecilidad que tratamos de justificar y, para más dolor y tontería, tenemos absolutamente admitida. Si existiera una inquisición por marcar y decir la verdad, yo ya hubiera sido devorado por las llamas.
  • Arturo, como siempre me hablas desde las utopías y desde el inconformismo propio de los inadaptados y extraños al funcionamiento habitual y social. Eres un hombre inteligente, razonador, pero tienes que cazar con fuerza los machos de tus sentimientos para que no te arrastren por el camino de la locura.
  • Ah¡, bien, amiga, tú también me arrastras o tratas de arrastrarme a la imbecilidad formadora de la realidad y su justificación. Eres inteligente, culta, practica, pracmática, pero te mueves dentro de la sinrazón que nos rodea. Ten valor y renuncia con fuerza de aquello que alegamos como normalidad.

Arturo vestía con una cazadora vaquera. Debía tener unos cuarenta años y su pelo, aun bastante poblado, comenzaba a clarear. Las mangas remangadas dejaban ver un bonito reloj de manillas con el fondo marrón oscuro y la correa marrón también, pero claro. Piel buena, pero con muchos quilómetros encima. Carla debíase ser algo más joven y llevaba puesto una camisa negra abrochada hasta el último botón contrastando, de forma muy artística y estética, con unas gafas de pasta de un color rojo muy intenso. Estaban los dos sentados en la butacas de la barra y en ella, por cada uno, habían dos botellas vacías, mas la que se estaban tomando, de cerveza.

  • Me impacta – continuó Aturo – las noticias que escucho en la radio sobre el trascurrir y funcionar de nuestra ciudad, país, continente y el mundo si quieres, mucho, pero lo que me mata, tal y como te lo digo, son las opiniones de algunos y algunas sobre ellas y su funcionamiento. Encuentro las justificaciones de aquellos o las opiniones sobre lo otros realizadas desde una ignorancia suprema. Imbecilidades, estupideces, escuchadas y analizadas por los demás. Oigo a dirigentes políticos y me pregunto en que diablos piensan o me meto en Internet y me tropiezo con barbaridades y tonterías, al cuadrado, expuestas como justificaciones o proposiciones de hechos o actos.
  • Arturo – entre cerrando los ojos le dijo Carla – de qué me estás hablando ¿de la primacia sobre tus principios sobre los de ellos?. Pienso amigo, que te estas dando una ducha en prepotencia o un bañito en el agua caliente de la imposición de verdades. Te estas tomando un cubata, bien cargadito, amigo de totalitarismo. Acabarás borracho dándote vueltas, de lado a lado, en la sinrazón.

Más impactado que ninguno de los dos permanecí, entre callado, en aquel rincón de la barra. Esperé, atentamente, la respuesta que ambos dos se darían, tras estas directas acusaciones.

  • Eres demasiado inconformista – le dijo Carla mientras le subía lentamente su cabeza con la mano derecha empujando en el mentón.
  • No, Carla,- le dijo pasándole dos dedos de la mano izquierda por la mejilla – he perdido el miedo a decir aquello que pienso.

Se rieron, hicieron una pequeña pausa entre los reflejos plateados de sus ojos cuando Carla le dijo.

  • Arturo, la gente tenemos la inercia de contestar a lo que nos preguntas y seguir, aunque sea en su negación, los razonamientos que nos plantean. La amputación ideológica que planteas es un imposible. Hay mucho idiota en Internet, hay otros, muchos también que no lo son pero y además, es la corriente inevitable de los razonamientos y las conversaciones.
  • Carla, volvemos al punto de salida y al bucle de trabajar con principios equívocos que nunca jamas nos sacaran de esta imbecilidad que tenemos montada y a la cual queremos darle un funcionamiento optimo que nunca jamás tendrá.
  • Volver a revoluciones políticas es un peligro, y muy grande, y a la historia me refiero.
  • No querida amiga, esas revoluciones, supuestas revoluciones, políticas, no son sino la máxima grandeza de la dinámica de la falsedad y el error. Salgamos del engaño en nuestras relaciones humanas sociales, encontremos el verdadero camino de la realización de las personas, cambiemos los conceptos de justicia, puntualicemos el termino de igualdad, estudiemos la solidaridad, dejemos el desarrollo evolutivo, no nos engañemos con enfermizos principios de funcionamiento, no me deis justificaciones ridículas de la actualidad., Pido, necesito y quiero un cambio total.
  • Me vuelves a hablar de un cambio político.
  • Noooo! - por primera vez dejó de mirarla y apoyo la frente sobre el brazo que tenia en la barra.- te hablo de principios formadores de la realidad. No tenemos ni idea de lo que somos y nos empeñamos en construirnos desde la imposibilidad. Tengo en la cabeza grabados algún comentario de algún gran dirigente político a nivel mundial, y boquiabierto permanezco, incrédullolo de lo que dice. Veo como observamos con normalidad actos que este sujeto realiza y lo insertamos en unos movimientos ideológicos. Somos una manada de imbéciles que no somos capaces de ver la estupidez crónica de nuestras organizaciones a casi todos los niveles.

Mareado me tenia y eso que no me estaba clavando sus ojos explosivos. Pensé que las aguas se calmaban cuando los vientos arreciaban en los ojos oscuros de Carla. Proponia un cambio total en los primeros principios de unión. No me atreví a preguntárselos. Había estado perfilándolos toda la conversación pero no los puntualizaba, cuando Carla, moviendo suavemente la cabeza y demostrando su control emocional y pasional propia de casi todas las mujeres, le preguntó

  • Amigo, ponme un ejemplo.
  • Amiga, te lo estoy diciendo desde que hemos comenzado esta conversación – le contestó con la emotividad intelectual exagerada propia de casi todos los hombres.

Pagarón, se levantarón, se cogieron de la mano y salieron del bar., En la puerta se dieron un pequeño beso en la boca y por caminos opuestos cada uno se fueron hacia su casa. Ambos sabían que una noche que pasarán juntos en la cama, significaría el fin de sus conversaciones.



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