Como hilo conductor y base de todo el
razonamiento, invoco, al valor particular, individual y propio de la
Felicidad.
Válgame el destino!, todos aquellos
que con el error que navega entre las raíces de la actualidad,
buscan la Felicidad en los hechos y movimientos propios encontrados
en los demás.
La Felicidad no tiene forma alguna que
pueda constituir la verdad de ella.
No hay una definición compartida, no
tiene principios abstractos, no tiene porqué ser ni esto ni aquello.
Aquellas maneras que entiendas como
falsas, e incluso destructivas y degradantes, son absolutamente
buenas y válidas para aquellos que así la disfruten y consideren.
Quizás si nuestra existencia fuera
eterna, sí que hubiera la necesidad de buscar una correcta
realización hacia la supuesta realización plena y por tanto feliz
de nuestras personas.
Pero no. El impulso vital es corto, la
vivencia es limitada, débil, finita, suave.
En la eternidad de existencia, si que
habría un momento en el cual se pudiera juzgar el grado de Felicidad
alcanzado. Pero en esta pequeña y mísera finitud, es un asunto puro
y duro, personal.
El grado de satisfacción no estriba
ni se encuentra ubicado en ninguna circunstancia general,
globalizante y definitoria.
El individuo, la persona es el único
punto de pendulación para juzgar la validez del asunto.
Aquel que se atreva a juzgar aquellos
hechos en los que otros encuentren la felicidad, está cayendo en un
mero acto de prepotencia o falsa clarividencia.
Yo no sé lo que es la Felicidad,
nadie lo sabe. Lo que si sé es donde yo soy feliz y donde no, que ni
es lo mismo, ni es igual.
En las sociedades del siglo XXI y
nuestros grandes y alienantes movimientos de masas, tendemos a caer
en la trampa impuesta por el sistema vivificado que nos indica cuales
son los caminos de la Felicidad.
Le dan forma y concreción y a través
de nuestro propio autoengaño en la búsqueda de la felicidad en la
imitación de los actos ajenos, nos llevan a la mentira y
enajenación, en el convencimiento de que la Felicidad tiene una
forma concreta y acabada, siendo , ademas, la que el propio sistema,
entre sus risas maliciosa y su propio autofuncionamento nos impone.
Mi sentimiento de felicidad es único,
propio, mio pero y además, y que a nadie se le olvide, total y
máximamente igual de válido que el de los demás.
Sé feliz como consideres necesario y
oportuno, pues así lo serás, pero no nos atrevamos a juzgar los
usos, maneras y caminos de los demás,pues te equivocarás y actuarás
desde el error de la creencia en ideas inmutables, invariables y
ciertas.
La uniformidad y monotonía
definitoria es falsa e interesada.
El ser humano, como máxima realidad,
es variable, incalculable, sin fin, ni motivo.
Bajo estas fronteras y condiciones, la
realización siempre y por necesidad, es propia e individual.
Sólo acepto la ética formal Kantiana
para la convivencia, lo demás no son más que actos de prepotencia y
engañosa lucidez, invocando contenidos que no son y que no tienen
por qué ser.
Yo sé donde encuentro mi máxima
realización y felicidad como individuo, como persona, es más, como
Alberto, pero sé que aun a años luz de distancia, es igual de
validad que aquella del que la encuentra en la barra del bar abajo de
su casa.
Articuloshiperbolicos.blogspot.com
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