viernes, 11 de agosto de 2017

LA TECNOLOGÍA DE LA FELICIDAD. 6.




Como hilo conductor y base de todo el razonamiento, invoco, al valor particular, individual y propio de la Felicidad.
Válgame el destino!, todos aquellos que con el error que navega entre las raíces de la actualidad, buscan la Felicidad en los hechos y movimientos propios encontrados en los demás.
La Felicidad no tiene forma alguna que pueda constituir la verdad de ella.
No hay una definición compartida, no tiene principios abstractos, no tiene porqué ser ni esto ni aquello.
Aquellas maneras que entiendas como falsas, e incluso destructivas y degradantes, son absolutamente buenas y válidas para aquellos que así la disfruten y consideren.
Quizás si nuestra existencia fuera eterna, sí que hubiera la necesidad de buscar una correcta realización hacia la supuesta realización plena y por tanto feliz de nuestras personas.
Pero no. El impulso vital es corto, la vivencia es limitada, débil, finita, suave.
En la eternidad de existencia, si que habría un momento en el cual se pudiera juzgar el grado de Felicidad alcanzado. Pero en esta pequeña y mísera finitud, es un asunto puro y duro, personal.
El grado de satisfacción no estriba ni se encuentra ubicado en ninguna circunstancia general, globalizante y definitoria.
El individuo, la persona es el único punto de pendulación para juzgar la validez del asunto.
Aquel que se atreva a juzgar aquellos hechos en los que otros encuentren la felicidad, está cayendo en un mero acto de prepotencia o falsa clarividencia.
Yo no sé lo que es la Felicidad, nadie lo sabe. Lo que si sé es donde yo soy feliz y donde no, que ni es lo mismo, ni es igual.
En las sociedades del siglo XXI y nuestros grandes y alienantes movimientos de masas, tendemos a caer en la trampa impuesta por el sistema vivificado que nos indica cuales son los caminos de la Felicidad.
Le dan forma y concreción y a través de nuestro propio autoengaño en la búsqueda de la felicidad en la imitación de los actos ajenos, nos llevan a la mentira y enajenación, en el convencimiento de que la Felicidad tiene una forma concreta y acabada, siendo , ademas, la que el propio sistema, entre sus risas maliciosa y su propio autofuncionamento nos impone.
Mi sentimiento de felicidad es único, propio, mio pero y además, y que a nadie se le olvide, total y máximamente igual de válido que el de los demás.
Sé feliz como consideres necesario y oportuno, pues así lo serás, pero no nos atrevamos a juzgar los usos, maneras y caminos de los demás,pues te equivocarás y actuarás desde el error de la creencia en ideas inmutables, invariables y ciertas.
La uniformidad y monotonía definitoria es falsa e interesada.
El ser humano, como máxima realidad, es variable, incalculable, sin fin, ni motivo.
Bajo estas fronteras y condiciones, la realización siempre y por necesidad, es propia e individual.
Sólo acepto la ética formal Kantiana para la convivencia, lo demás no son más que actos de prepotencia y engañosa lucidez, invocando contenidos que no son y que no tienen por qué ser.
Yo sé donde encuentro mi máxima realización y felicidad como individuo, como persona, es más, como Alberto, pero sé que aun a años luz de distancia, es igual de validad que aquella del que la encuentra en la barra del bar abajo de su casa.



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