No me inclino, ni me
voy por una parte o para la otra, pero es un sinduda y sinequívoco,
que la vida es una autentica tómbola.
Las sensaciones se
amontonan en mi vida a medida que ocurren los acontecimientos con el
único señor y ley de actuación que las coincidencias y
posibilidades.
Mas que me pese, las
buenas situaciones y perspectivas solo valen para mantener tranquilo
y sosegado a un espíritu que no sabe lo que le viene.
No, no es una
característica negativa de la vida, es solo y llanamente, una
característica más.
Vivir significa
estar en manos del destino caprichoso.
¿Quien de Ustedes
no conoce algún mal de alguien cercano que le pudiese haber pasado a
el sujeto que mira?, nadie.
Sin embargo, es el
flujo de emociones, de un color o de otro, lo que le da toda la
belleza e intensidad a la vida. La unica manera de darle un sentido a
los actos que realicemos en la vida, es incluir a la desgracia o la
mala suerte que te traiga el destino.
¿Que belleza
tendría estar rodeado siempre de la más dulce paz, de los mas
bellos colores, de los mas puros sentimientos a lo largo y ancho de
toda nuestra vida?, ninguna. La hermosura es producto de la
contraposición con lo que llamamos fealdad.
Nuestra vida es
exactamente un camino de emociones contrapuestas que le dan todo el
esplendor y atracción hacia ella.
Claro, esta
atracción solo será para aquellos que no sean setas, hongos o
parásitos, y que sienten, dudan, discuten, buscan o se sorprenden.
Soy consciente de
como cambia mi razonamiento en aquel instante donde ese destino que
tan poco me prometía, caprichoso, como siempre, va y me lo da todo,
o en aquel momento cuando mis ideas se despeñaban por el precipicio
de la desesperación trae lo que nunca le pedí. Mi concepción de
la vida es pendular, cuando no arrastrada, por los acontecimientos.
Cada vez me
encuentro mas lejos de creer en una solución y explicación total
sobre esta realidad en la cual me muevo.
Mis ojos ven
demasiadas cosas diferentes según donde me lleve la vida.
Mi alma pesa mas en
un sitio que en el otro.
Me voy vacunando con
los males y voy conteniendo mi felicidad. No me siento perdido, ni
decepcionado, ni buscado y perseguido cuando me tocan las malas
cartas.
Es más y escucharme
con atención pues no es un dicho sin contenido.
Lo que te ocurra,
sin llegar a los limites en los que todos coincidíamos, es siempre
un camino de mejora y superación. Cualquier problema, en el mero
ejercicio de la resolución y aprendizaje, trae consigo una mejora
personal y propia.
Cualquier, menos las
limites, circunstancia, puede ser otro camino para hacer las cosas.
¡ahy!, ¿cual será
el camino que me lleve a la felicidad?
Digo yo, que casi
cualquiera si lo tratas con sabiduría.
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