Y lo digo en sentido propedeútico.
Ya sea en activa o en pasiva, hecho o
recibido es una acto de situabilidad indispensable para vivir.
Todo aquello que te aturrulla la
cabeza aquella tarde, que no podías de dejar de pensar en ello,
hubiera sido productivo, en el caso que alguno o alguna, te
hubieran mirado con atención e interés tus comentarios, limitándose
a escucharte y a opinar de manera puntual y espontanea.
Escuchar lo elevamos, desde el arte
hasta la psicología.
Escuchar con interés al contertulio
produce una toma de determinaciones, en el mismo momento de poner en
marcha, con la retorica y dialéctica, sus problemas.
Si piensas sin auditorio, no tienes que
darle una forma lingüística, real, racional, objetiva y los
sentimientos pueden ser un impedimento de la corrección.
Si los haces públicos, pues alguien, o
te ha preguntado o así salio la conversación, estarás obligado, si
y solo si quieres conversar, a concretar y a exponer de manera
lógica, lingüística, tus pensamientos y esto, puede tener efectos
positivos sobre la resolución, toma de decisiones, posturas en los
problemas o situaciones vitales en las que estuviera el sujeto.
Pero, a parte de la lógica explicativa
de la realidad, también están los elementos anímicos,
psicológicos. Es un hecho evidente y claro que a todos nos gusta
sentir que nuestra información despierta interés y es asimilada y
tratada por los que te rodean.
De aquí, y con todo esto, pienso, yo
solo y con todas mis emociones, que el saber escuchar de manera
particular, en momentos oportunos, es un acto propedeútico para el
que habla y un reflejo de interés, preocupación o ¿amor' por ella
o por él, por el que escucha.
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